¿Cómo se crearon las bases psicológicas de masas para la civilización autoritaria?

anarquistaYa en la sección A.3.6 señalamos que las instituciones jerárquicas y autoritarias tienden a autoperpetuarse, porque crecer bajo su influencia genera personalidades sumisas/autoritarias –personas que “respetan” a la autoridad (por miedo al castigo) o que desean ejercerla sobre subordinados. Los sujetos con tal estructura de carácter no desean desmantelar las jerarquías, ya que tienen temor de la responsabilidad que comporta la auténtica libertad. A ellos les parece “natural” y “correcto” que existan tales instituciones sociales; desde la fábrica autoritaria hasta la familia patriarcal, deben ser piramidales, con una élite dando órdenes desde lo alto a quienes simplemente obedecen. Así, tenemos el espectáculo de los llamados “libertarianos” y “anarcocapitalistas” llenándose la boca de “libertad” y al mismo tiempo defendiendo el fascismo industrial y la privatización estatal. En suma, la civilización autoritaria se auto-reproduce generación tras generación dado que, a través de un intrincado sistema de condicionamiento que cruza cada ámbito de la sociedad, crea masas de personas que sostiene el status quo.

Wilhelm Reich realizó uno de los más profundos análisis de los procesos psicológicos involucrados en la reproducción de la civilización autoritaria. Reich basó su análisis en cinco de los descubrimientos más sólidamente fundados de Freud, a saber: -(1) La existencia de un sector inconsciente de la mente con una poderosa aunque irracional influencia en la conducta. -(2) Hasta el niño más pequeño desarrolla una intensa sexualidad “genital”, i.e. un apetito sexual que nada tiene que ver con la procreación. -(3) La sexualidad infantil junto con los conflictos edípicos que surgen en las relaciones padre-hijo, bajo una cultura monógama y patriarcal, son a menudo reprimidos por el miedo al castigo o la desaprobación de actos y pensamientos sexuales. -(4) Este bloqueo de la actividad sexual natural del infante y su supresión en la memoria no debilita su fuerza en el inconsciente, sino que lo intensifica y le permite manifestarse en las más variadas perturbaciones patológicas y conductas antisociales. -(5) Lejos de tener un origen divino, los códigos morales humanos derivan de las medidas educacionales que emplean las figuras paternas en la niñez temprana, siendo las más efectivas de ellas, aquellas que se oponen a la sexualidad infantil.

Al estudiar las indagaciones de Bronislaw Malinowski en las Islas Trobriand, una sociedad matriarcal donde el comportamiento sexual de los niños no era reprimido y las neurosis y perversiones, así como las instituciones y valores autoritarios eran casi inexistentes, Reich llegó a la conclusión de que la cultura patriarcal y autoritaria comenzó a desarrollarse una vez que los jefes tribales comenzaron a obtener ventajas económicas de cierto tipo de matrimonio (“crosscousin marriages”) incorporado por sus hijos. En estos matrimonios, los hermanos de la esposa del hijo estaban obligados a pagarle a ella una dote en forma de un tributo continuo, enriqueciendo así al clan de su esposo, el jefe. Al arreglar estos matrimonios para sus hijos (usualmente numerosos gracias al privilegio de la poligamia), el clan del jefe podía acumular riquezas. De esta suerte, la sociedad comenzó a estratificarse en base a la fortuna, en clanes gobernantes y subordinados.

Para asegurar la permanencia de esos “buenos” matrimonios, se requería una monogamia estricta. Sin embargo, se descubrió que no se podía mantener la monogamia sin reprimir la sexualidad infantil, ya que, a la luz de las estadísticas, los niños a quienes se les permite la libre expresión de su sexualidad a menudo no logran adaptarse a una vida de monogamia. De aquí que, junto a la estratificación por clases y la propiedad privada, se desarrollaron métodos autoritarios de crianza para inculcar la moralidad sexual represiva de la cual el nuevo sistema patriarcal dependía para su reproducción. Así, existe una correlación histórica, por un lado, entre sociedad pre-patriarcal, comunismo primitivo libertario (“democracia laboral”, en las palabras de Reich), igualdad económica y libertad sexual, y, por otro lado, entre sociedad patriarcal, propiedad privada, estratificación social por medio de la riqueza y represión sexual. Como lo expresa Reich:

Las tribus que evolucionaron desde una organización matriarcal a una patriarcal debieron cambiar la estructura sexual de sus miembros para producir una sexualidad acorde con su nueva forma de vida. Este cambio se hace necesario porque el traspaso del poder y la riqueza de los gens democráticos [clanes maternales] a la familia autoritaria del jefe fue implementada valiéndose principalmente de la supresión de las pulsiones sexuales de las personas. Fue de esta manera que la represión sexual se convirtió en un factor esencial de la división de la sociedad en clases. El matrimonio, y la dote a la que obligaba por ley, constituyó el eje de la transformación de una organización a la otra. En vista del hecho de que el tributo matrimonial de las gens de la familia de la esposa a la familia del marido fortalecía la posición de poder del hombre, en especial del jefe, los miembros masculinos de las gens y familias de mayor categoría comenzaron a interesarse especialmente en hacer permanentes los lazos nupciales. A estas alturas, en otras palabras, sólo el hombre se interesaba por el matrimonio. Así, la simple alianza de la democracia laboral natural, susceptible de disolverse en cualquier momento, dio paso a la relación marital patriarcal, permanente y monógama. El matrimonio permanente y monógamo se convirtió en la institución básica de la sociedad patriarcal –existente hasta el día de hoy. Empero, para resguardar estos matrimonios se hizo necesario despreciar e imponer restricciones cada vez mayores a los impulsos genitales naturales.

The Mass Psychology of Fascism, p. 90

La supresión de la sexualidad natural involucrada en esta transformación desde una sociedad matriarcal a una patriarcal, generó varias conductas antisociales (sadismo, impulsos destructivos, fantasías de violación, etc.), las que a su vez debieron ser suprimidas mediante la imposición de una moralidad compulsiva, la cual ocupó el lugar de la autorregulación natural que se encuentra en las sociedades pre-patriarcales. Así, el sexo empezó a ser considerado “sucio”, “diabólico”, “perverso” etc. –lo cual dio lugar seguramente a la creación de conductas secundarias. Así:

El orden sexual patriarcal-autoritario resultante de los procesos revolucionarios de nuestro días [el matriarcado] (la emancipación económica de la familia del jefe desde la gens maternal, el creciente intercambio de bienes entre tribus, el desarrollo de los medios de producción etc.) pasa a ser la base primordial de la ideología autoritaria al despojar a mujeres, niños y adolescentes de su libertad sexual, transformando el sexo en mercancía y colocando los intereses sexuales al servicio de la dominación económica. A partir de aquí es que la sexualidad se distorsiona; se hace diabólica y demoníaca, y debe ser refrenada.

Reich, op. cit., p. 88

Una vez que la génesis del patriarcado es puesta en su lugar, lo que sigue es la creación de una sociedad enteramente autoritaria y basada en la mutilación psicológica de sus miembros mediante la represión sexual:

La inhibición moral de la sexualidad natural del niño, cuya última etapa es el menoscabo de la sexualidad genital del infante, torna al niño miedoso, retraído, temeroso de la autoridad, obediente, ‘bueno’ y ‘dócil’ en el sentido autoritario. Ejerce un efecto de mutilación en las fuerzas humanas de rebelión, porque ahora todo impulso vital se ve cargado de miedo, y en tanto el sexo se vuelve tabú, el pensamiento en general y las facultades críticas del hombre también se ven inhibidas. En pocas palabras, el objeto de la moralidad es producir sujetos aquiescentes que, a pesar de la angustia y la humillación, se ajustan al orden autoritario. Así, la familia es la miniaturización del estado autoritario, a la cual el niño debe aprender a adaptarse como una preparación para el ajuste social general que se le exigirá más tarde. La estructura autoritaria del hombre –esto debe quedar claramente establecido– es producto básicamente de la inserción de la inhibición sexual y el miedo.

Reich, op. cit. p. 30

De esta manera, al dañar la capacidad del individuo para rebelarse y pensar por sí mismo, la inhibición de la sexualidad infantil –y, por cierto, otras formas de expresión libre y natural de la bioenergía (gritar, llorar, correr, saltar etc.)– pasa a ser la principal arma en la creación de personalidades reaccionarias. Es por esto que todos los políticos reaccionarios ponen énfasis en el “fortalecimiento de la familia” y la promoción de “valores familiares” (i.e. patriarcado, monogamia compulsiva, castidad premarital, castigo físico etc.). Como dice Reich:

Dado que la sociedad autoritaria se reproduce a sí misma en las estructuras individuales de las masas con la ayuda de la familia autoritaria, los políticos reaccionarios se preocupan por proteger a la familia autoritaria como la base del ‘estado, la cultura y la civilización […]’ [Es] el germen de la actitud política reaccionaria, el más importante núcleo de producción de hombres y mujeres reaccionarios. Al tener su origen y desarrollo en procesos sociales definidos, se vuelve la institución esencial para la preservación del sistema autoritario que la forma.

Op. Cit, pp. 104-105

La familia es la institución esencial para dicho propósito porque los niños son más vulnerables al moldeamiento psicológico en sus primeros años de vida: desde el nacimiento hasta los seis años aproximadamente, tiempo en el cual pasan generalmente a cargo de sus padres. Más tarde, la escuela y la iglesia continúan con el proceso de condicionamiento una vez que los niños son lo suficientemente grandes para estar más lejos de sus padres, aunque suelen fracasar cuando los padres no han sentado apropiadamente las bases en la edad temprana. Así, A. S. Neill observa que «la educación de párvulos se asemeja mucho al entrenamiento de perros. El niño azotado, como el cachorro azotado, se hace un adulto obediente e inferior. Y así como enseñamos a nuestros perros para que cumplan nuestros propósitos, igualmente enseñamos a nuestros hijos. En esa perrera, el jardín infantil, los perros humanos deben estar limpios; hay que alimentarlos cuando creemos conveniente hacerlo. Vi a cien mil perros obedientes y serviles meneando sus rabos en el Templehof, Berlín, cuando en 1935, el gran entrenador Hitler daba sus órdenes.»[Summerhill: a Radical Approach to Child Rearing, p. 100]

La familia es también el principal agente de represión durante la adolescencia, cuando la energía sexual alcanza su punto culmen. Esto es debio a que la amplia mayoría de los padres niega a los adolescentes espacio privado para que puedan dedicarse a actividades sexuales con sus parejas sin ser molestados, desalentando así estas conductas y a menudo (como en las familias cristianas fundamentalistas) exigiéndoles completa abstinencia –¡en circunstancias donde la abstinencia se torna imposible! Es más, dado que en el capitalismo los adolescentes dependen económicamente de sus padres, y la sociedad no les provee de habitaciones o dormitorios que permitan una libertad sexual, los jóvenes no tienen más alternativa que someterse a las demandas irracionales de los padres de abstenerse del sexo premarital. Esto a su vez los obliga a mantener relaciones sexuales furtivas en los asientos traseros de los automóviles u otros lugares inusuales en que no hay relajo ni completa satisfacción sexual. Como descubrió Reich, cuando la sexualidad es reprimida y sobrecargada de ansiedad, el resultado siempre es en cierta medida lo que él llama “impotencia orgásmica”: la incapacidad de entregarse por completo al flujo de energía descargada durante el orgasmo. De aquí se sigue una liberación inacabada de la tensión sexual, lo cual termina en un estado de estancamiento bioenergético crónico. Tal circunstancia, revela Reich, es el caldo de cultivo de neurosis y actitudes reaccionarias. (Para más detalles, ver sección J.6)

En relación a esto es interesante advertir que las sociedades “primitivas”, como la de las islas Trobriand, antes de desarrollar instituciones patriarcales-autoritarias, proporcionaban casas comunitarias especiales a las que los adolescentes podían asistir con sus parejas para disfrutar de relaciones sexuales sin perturbaciones –y esto con total aprobación social. Dicha institución se daría por sentada en una sociedad anarquista, ya que implica el concepto de libertad. (Vea más acerca de liberación sexual adolescente en la sección J.6.8)

Los sentimientos nacionalistas también pueden ser atribuidos a la familia autoritaria. El apego del niño a su madre es, por supuesto, natural y la base de todos los lazos familiares. Subjetivamente, el núcleo emocional de los conceptos de patria y nación lo constituyen la madre y la familia, ya que la madre es la patria del niño, así como la familia es la “nación en miniatura”. Según Reich, quien estudió cuidadosamente la atracción masiva hacia el Nacionalsocialismo de Hitler, los sentimientos nacionalistas son la continuación directa del lazo familiar y se arraigan en un lazo de fijación con la madre. Como señala Reich, aunque el apego infantil a la madre es natural, la fijación no lo es, sino que es un constructo social. En la pubertad, el apego a la madre da paso a otros apegos, i.e., las relaciones sexuales naturales, siempre que las restricciones sexuales no naturales impuestas a las adolescentes no la hagan perpetua. Es en la forma de esta exteriorización socialmente condicionada que la fijación en la madre se convierte en la base de sentimientos nacionalistas en el adulto; y es sólo en esta etapa que pasa a ser una fuerza social reaccionaria.

Escritores posteriores a Reich, continuadores de su análisis de los procesos de génesis de las estructuras de carácter reaccionarias, han ampliado su campo de visión para incluir otras importantes inhibiciones, además de las sexuales, que se impone a niños y adolescentes. Rianne Eisler, por ejemplo, en su libro Placer Sagrado, enfatiza que no es sólo una actitud negativa hacia el sexo lo que produce diferentes tipos de personalidades en cuestión, sino que también incide una actitud negativa hacia el placer. La negación del valor de las sensaciones placenteras penetran nuestro inconsciente, como se refleja, por ejemplo, en la idea común de que el disfrute de los placeres del cuerpo es el lado “animal” (y luego “malo”) de la naturaleza humana, en contraste con los placeres “elevados” de la mente y el “espíritu”. Mediante este dualismo que niega el aspecto más animal de la naturaleza humana, a las personas se las hace sentir culpables de gozar cualquier sensación placentera –un condicionamiento que, no obstante, los prepara para una vida basada en el sacrificio del placer (o incluso de la vida misma) bajo el capitalismo y el estatismo, con sus exigencias de sumisión masiva al trabajo alienado, a la explotación, al servicio militar que protege intereses de clase, entre otros. Y al mismo tiempo, la ideología autoritaria resalta el valor del sufrimiento, como por ejemplo a través de la glorificación del héroe guerrero duro e insensible, quien sufre (e inflige sufrimiento “necesario” a otros) por algún cruento ideal.

Eisler también advierte que existe “amplia evidencia de que las personas que crecen en familias donde las jerarquías rígidas y los castigos dolorosos son norma, aprenden a reprimir su rabia hacia sus padres. También existe amplia evidencia de que esta rabia es desviada por lo corriente en contra de grupos tradicionalmente débiles (minorías, niños, mujeres).” [Sacred Pleasure, p. 187] Esta rabia reprimida se convierte luego en terreno fértil para políticos reaccionarios, cuyo carisma masivo usualmente descansa en parte en hacer de las minorías chivos expiatorios de los problemas de la sociedad.

Como lo documenta en psicólogo Else Frenkel-Brunswick en The Authoriotarian Personality, la gente que ha sido condicionada en su niñez de someter su voluntad a las exigencias de temidos padres autoritarios, también tienden a ser muy susceptibles como adultos de ceder su voluntad y su mente a líderes autoritarios. “En otras palabras”, resume Frenkel-Brunswick, “al mismo tiempo que aprenden a desviar su rabia contenida en contra de quienes consideran débiles, también aprenden a someterse a la ley autocrática o del ‘más fuerte’. Además, al haber sido castigados tan severamente al menor atisbo de rebelión (incluyendo el ‘contestar’ ante un trato injusto), también aprenden poco a poco a negarse a sí mismos que lo que les hicieron siendo niños haya sido malo –y a hacerlo a su vez a sus propios hijos. [The Authoritarian Pesonality, p. 187]

No hay más que unos cuantos mecanismos que perpetúan el status quo a través de la creación de los tipos de personalidad que adoran a la autoridad y temen a la libertad. En consecuencia, los anarquistas generalmente se oponen a las prácticas tradicionales de crianza, a la familia patriarcal autoritaria (y sus “valores”), a la supresión de la sexualidad adolescente, a la negación del placer y a las actitudes que reafirman el sufrimiento, enseñadas en la Iglesia y en la mayoría de las escuelas. En su lugar, los anarquistas están a favor de las prácticas de crianza y métodos de enseñanza no-autoritarios, no-represivos (ver las secciones J.6 y J.5.13, respectivamente) cuyo propósito es prevenir, o al menos minimizar, la mutilación psicológica de las personas, permitiéndoles en cambio desarrollar un aprendizaje natural, autorregulado y auto-motivado. Esto, creemos, es la única forma de que los sujetos se conviertan en personas felices, creativas y amantes de la auténtica libertad, que provean el terreno psicológico donde instituciones anarquistas económicas y políticas puedan florecer.

Fuente: http://www.alasbarricadas.org/ateneovirtual/index.php?title=B.1.5_%C2%BFC%C3%B3mo_se_crearon_las_bases_psicol%C3%B3gicas_de_masas_para_la_civilizaci%C3%B3n_autoritaria%3F
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