Religiones

Nadie puede demostrar la existencia de dios, de los dioses o de la diosa, nadie puede demostrar la existencia de los espíritus o del alma, del paraíso, del infierno o de la reencarnación, pero tampoco se puede demostrar su inexistencia. Por lo tanto la mayoría de los argumentos que se puedan aportar en el debate entre quienes creen que existen y quienes no creen que existen, solo pueden conformar teorías. El hecho de que se trate de teorías no demostrables al cien por cien convierte dicho debate en una serie de giros sin sentido que no conducen a ningún lugar y que sin embargo generan conflictos a mi parecer innecesarios e interesados. Para poder consolidar una opinión racional y objetiva debo analizar la realidad presente y pasada del ser humano e ir al origen del conflicto. Para que nos entendamos. De nada sirve discutir sobre unos manuscritos o las ruinas de un templo o de una ciudad, ya que su veracidad es tan poco demostrable como el cuestionarse su veracidad. De modo que se vuelve imprescindible centrar el debate en el momento en que se pudo originar. ¿Y cuál es el origen? El momento en el que se planteó la existencia de seres, lugares y fenómenos sobrenaturales, que según los conocimientos a los que tengo acceso se sitúa en el paleolítico.

Por lo que he podido comprobar el origen de las religiones reside en las supersticiones y estas son una consecuencia de la ignorancia. Nuestros antepasados no eran capaces de explicar los fenómenos que se sucedían a su alrededor ni tampoco dar respuesta a una serie de preguntas vitales para la comprensión del origen, no solo del ser humano, sino también del universo. Ante la incapacidad de explicar estas cuestiones nuestros antepasados utilizaban la imaginación y el sentido común en base a los conocimientos de la época, para especular sobre el significado y el origen de las cuestiones que se planteaban.

Todo cuanto tenían era obra de la creación. Cualquier herramienta que utilizasen tenía que ser creada por el esfuerzo humano. Cualquier alimento que obtuviesen tenía que ser cazado o recolectado mediante la acción humana. Cualquier fuego que les calentase debía encenderse mediante la habilidad humana. Al igual que los sonidos o las señas utilizadas para comunicarse entre ellos fueron creadas en su momento por humanos anteriores a ellos. El sentido común les decía que todo lo que existe debía ser creado por algo o alguien. Entonces en algún momento de la historia se planteó la existencia de seres divinos cuya capacidad era superior a la del ser humano. Estos seres terminaron siendo los creadores del mundo y de los seres vivos. Ya está. Ya sabían quién y cómo se había creado el mundo.

Una vez aclarado el origen del mundo y de los seres vivos, nuestros antepasados tenían una base para dar respuesta al resto de cuestiones de la vida y con el tiempo según se desarrollaban las sociedades, lo hicieron también las religiones. El ser humano continuaba evolucionando y también lo hacían sus capacidades, por lo que al mismo tiempo que se fueron asentando en lugares concretos mediante un estilo de vida sedentario, se fueron también creando las primeras civilizaciones. Y esto dio origen a los cleros.

Antiguamente todos los grupos o todas las tribus disponían de chamanes o curanderos que consistían en hombres y mujeres que se comunicaban con el mundo de los espíritus y tenían conocimientos médicos y seudocientíficos. Al no ser cazadores o recolectores activos de las tribus, estos individuos tenían más tiempo para la reflexión y el pensamiento y con frecuencia eran consultados por su sabiduría. Con el desarrollo de las civilizaciones los grupos religiosos fueron aumentando en número e influencia y se crearon los cleros.

En un principio el clero representaba a los humanos ante los dioses, lo cual les proporcionaba un estatus privilegiado en la sociedad, pero con el tiempo la búsqueda de mayores privilegios condujo al clero a un posicionamiento inverso. Dejaron de representar a los humanos ante los dioses y se convirtieron en representantes de los dioses ante los humanos. Podéis imaginaros las consecuencias de este nuevo estatus. Basta con decir que incluso los reyes y emperadores de las antiguas civilizaciones debían obediencia al clero, quienes a ojos del resto eran los ejecutores de la voluntad divina. ¿Y quién osa cuestionarse la voluntad divina?

Hemos podido observar como a lo largo de la historia las religiones han generado algunas de las dictaduras más atroces y también protagonizado encarnizadas guerras o incluso la extinción de civilizaciones enteras. Pero ninguna de ellas era voluntad divina sino voluntad de quienes tenían el poder y querían aún más poder. El proceso de expansión del cristianismo en Europa tras el periodo romano es para mí el periodo más interesante de todos cuantos ha tenido el cristianismo, pues se observa como la adquisición de tierras e incluso el control de poblaciones enteras a cargo de la Iglesia se había convertido en parte del modelo feudalista que es el origen del capitalismo. Es la época en la que el Vaticano se había convertido en la primera multinacional del mundo y posiblemente de la historia humana. Controlaba tierras, pueblos, ciudades… y de estas obtenía riqueza y soldados que defendieran sus intereses. Pero las almas, eran todas una moneda de cambio y el Vaticano era el único lugar donde podía darse ese cambio. Si uno quería la salvación eterna debía vender su voluntad a la servidumbre de lo que dictase la Iglesia porque de lo contrario a su alma le esperaba la condenación eterna en el infierno. Y no existía una oficina de reclamaciones porque los muertos por lo que sabemos no regresan. Era un negocio perfecto. Pero también aterrador. Cabe destacar el papel jugado por la inquisición. ¿Qué diferencias puede haber entre los nazis que buscaban judíos y los inquisidores que buscaban herejes?

Algo digno de estudiar es quizás la evolución del cristianismo desde unos orígenes populares como forma de rebeldía en contra de la dictadura del imperio romano y su adaptación al sistema convirtiéndose siglos después en la fuerza opresora de la sociedad. En este sentido el recorrido del marxismo en Rusia y el del cristianismo en Roma tienen similitudes que dan lugar al debate que los anarquistas siempre tratamos de dar vida en referencia al estado como herramienta de organizar la sociedad. Pero eso lo dejo para otro día.

La cuestión es que con el tiempo el ser humano fue mejorando sus capacidades para el análisis y la comprensión de todo cuanto sucedía y la ciencia realizo grandes avances en diversos campos. Gracias a esta sabemos hoy en día que el mundo es esférico, no plano y que nuestro planeta no es el centro del universo, ni siquiera de la galaxia. También sabemos que una tormenta no refleja la ira de los dioses y que es un fenómeno atmosférico perfectamente explicable. Pero las religiones siguen ejerciendo un papel influyente en las sociedades humanas, sobre todo en las menos desarrolladas y en aquellas en las que escasea la educación racional y científica. Ayer mismo pude leer en la prensa que unos emigrantes Africanos que trataban de cruzar el estrecho de Gibraltar para llegar a España mataron a otros viajeros que se encontraban con ellos en la embarcación. El motivo del enfrentamiento fue el siguiente. Había una fuerte tormenta que amenazaba sus vidas. Algunos interpretaron que los rezos eran los que estaban generando aquella tormenta y mataron a los que irónicamente rezaban para que la tormenta no los matase y pudieran llegar sanos y salvos a tierra. Esta es la realidad presente de millones de personas en todo el mundo y concretamente en este caso observamos como las supersticiones siguen matando aunque nos encontremos en pleno siglo XXI.

Somos capaces de explicar la creación de nuestra planeta, de nuestra estrella, incluso de la galaxia en la que vivimos, somos capaces de dar explicación a casi todos los fenómenos naturales que se dan, somos capaces gracias a la ciencia de dar respuesta a las grandes cuestiones de la vida que todo ser humano se ha hecho a lo largo de la historia, todo salvo el origen del universo, y aun así los humanos siguen otorgando a las religiones una validez equivalente a la que se le daba cuando la ciencia brillaba por su ausencia. Incluso somos capaces de explicar el origen de los humanos, no quizás el camino, la evolución o el modo en que llegamos a ser como somos, pero sabemos que nuestro origen está en las estrellas, pues de los mismos componentes químicos estamos hechos nosotros y nuestro planeta, aunque después no sepamos explicar el camino recorrido. Lo único que sigue otorgando cierta validez a la existencia de las religiones es que la ciencia no es capaz de explicar el origen del universo, pero ante los avances dados, ante los descubrimientos y las constantes contradicciones evidenciadas, no es racional, no es ni tan siquiera inteligente, dar a las religiones la misma validez que se le daba hace siglos o milenios.

Por lo tanto hago un llamamiento a todos los creyentes y no creyentes de las religiones a tomar conciencia en esta cuestión. Hoy el papel de las religiones no está siendo el de dar respuestas a las preguntas de la vida o de comprender la realidad del mundo en el que vivimos, el papel que juegan hoy las religiones es el de instrumental para la opresión y el dominio. Algunos dirán que se trata de algo serio puesto que se trata de salvar nuestras almas para no ser condenados eternamente en los infiernos. Esta es la pregunta que hago a todos los que están dispuestos a matar en nombre de una religión o en contra de esta. ¿Acaso merece la pena vivir un infierno en vida para alcanzar un paraíso que no sabemos si existe una vez estemos muertos?

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