Obreros y ciudadanos

obrerosPor no atender a las diferencias conceptuales entre las buenas personas que luchan, a pesar de estar en contra del ciudadanismo en todas sus vertientes creadas desde el 15M, he conocido a unas cuantas personas entre el movimiento que luchan como pueden de la mejor forma que saben para reclamar sus derechos.

Hace un tiempo, conocí a unos chavales de una asamblea del 15M de la zona, el cual me puso en contacto con su grupo y me añadió además al grupo correspondiente en la web de facebook.

Allí, y para crear debate crítico desde un punto de vista no ciudadano, colgué unos enlaces. La persona que me metió en el grupo, llegó un momento que dijo que él era más de actuar, que ya no hay tiempo de leer.

Estoy de acuerdo en esa línea de acción, si todos tienen una mínima base ideológica, y, trabajando desde el ciudadanismo, se demuestra que no se tiene. Quizás en el siglo XIX lo que petaba era leer a Marx, que explicaba el sistema  de una forma entendible y marcaba una línea de acción para la liberación de la clase trabajadora, pero en el momento actual en el que las personas están tan abducidas por el capital que hasta usan métodos de lucha puestos a disposición por éste, hay que utilizar literatura política más actual que explique lo más moderno y que al menos sepamos dónde nos encontramos.

Tras el comentario de este camarada, le recomendé un libro con el título que da nombre a este artículo, que ando últimamente leyendo poquito a poco en la biblioteca, y cuyo autor desvelaré en el artículo que haré cuando lo termine.

Ahora, haré mi particular lectura crítica sobre lo que llevo leído, ya que es lo suficientemente claro desde la primera página, para que el lector se sitúe ideológicamente, y recomiendo su lectura. Y lo haré, porque dará pie al tema más importante que he tratado en todo el blog, una amenaza que está sobrevolando nuestros corazones y que le da el sentido a este blog aunque nunca lo haya tratado hasta el momento.

Pero no nos adelantemos, obreros y ciudadanos, ¿desfasado del siglo XIX o ciudadano moderno del siglo XXI?

Hay ciertos sectores del ciudadanismo, que cuando escucha a una persona hablar sobre clase trabajadora y revolución, nos llaman trasnochados del siglo XIX, y razón no les faltan, pues son los ciudadanos el fruto del siglo XXI.

Me alegra reconocer que soy un trasnochado, pero por favor, yo nací en 1985, soy de la generación de Dragon Ball, ellos son ciudadanos modernos del siglo XXI, cuentan su evolución a partir del calendario cristiano, nosotros somos conscientes de una evolución humana de varios miles de años más.

En ese afán ciudadanista de ser sujetos modernos y adaptados a los nuevos cambios, podemos ver esa marca del capitalismo, siempre tan empeñado en la modernización.

El término clase trabajadora, era muy utilizado entre la década de los 60 hasta los 80, mientras que el término ciudadano, responde a una reorganización de intereses utilizado de los 80 en adelante. Antiguo y moderno.

La clase obrera es un sujeto social identificable políticamente, normalmente ligada a la izquierda, mientras que los ciudadanos son un conjunto de individuos ordenados analíticamente pero irrelevante desde el punto de vista político, meramente «mercado de trabajo». Esto es: a los ciudadanos se les puede englobar en diferentes estudios y grupos para sacar datos de nosotros en fríos estudios sociales, pero no son sujetos a tener en cuenta en la política de un estado que se tiene que ocupar de mitigar las desigualdades sociales creando planes específicos de trabajo, que es lo que los ciudadanos quieren.

Obrero y ciudadano coexisten y se oponen, pues los obreros son individuos que luchan por condiciones dignas de trabajo, mientras que los ciudadanos son individuos con diferentes intereses unidos por el liberalismo. Esto también es orgullo para las grandes empresas y los ciudadanistas, que salen con grandes sonrisas en la tele y en las redes sociales al decir que en las asambleas se juntan empresarios con trabajadores.

El obrero va ligado a unas determinaciones sociales del proceso de producción y su discurso es el militante, aunque entiendo las quejas de que se está perdiendo el reparto de panfleto en mano y publicaciones proletarias.

Por el contrario, el ciudadano se determina como miembro de la comunidad política ajeno a cualquier proceso de producción, ya que es el capitalismo quien les mantiene y por ello no se lo cuestionan. Esto explicaría, que al igual que el discurso militante está siendo desplazado por el ciudadanismo virtual, el Mercadona con su más que mala praxis empresarial http://poniendoverde.blogspot.com.es/2011/06/mercadona-el-trabajador-como-un-objeto.html, no sólo no está cayendo en ventas, si no que se atreve a poner a disposición de los emprendedores dinero para sus proyectos, e ir convirtiendo a los trabajadores en autónomos, que es lo que realmente quiere el capital, esclavos a tiempo completo.

Este no es un plan de 3 años, los trabajos de tele operador y vendedor a domicilio haciéndote autónomo ya existían.

La lucha obrera impide el desarrollo de esta teoría económica que hace del mercado el regulador único y exclusivo. La fuerte presencia sindical tuvo efecto en el crecimiento de los salarios y en el cuestionamiento de las condiciones de trabajo, algo que aumentó el poder adquisitivo de las familias, poner freno a la explotación infantil, y aumentar la seguridad en el trabajo, algo que salía demasiado costoso para el capital, para lo que decidieron aplastar el movimiento obrero.

A diferencia que algunos sujetos políticos que he conocido, estos movimientos del capital no se reducen a un mero instinto de depredacionismo he imponer sus criterios. El capital trabaja con un proyecto con una base teórica que lo respalde.

Lo que diferencia al capitalismo del liberalismo, son las teorías económicas que tienen detrás del proyecto, aunque ambos buscasen lo mismo, la esclavitud de la clase trabajadora.

El capitalismo estaba marcado por el keynesianismo https://es.wikipedia.org/wiki/Keynesianismo, teoría a la que le da nombre su autor John Maynard Keynes.

Esta teoría hizo posible la reformabilidad del sistema, permitiendo avances y retrocesos en función de la combatividad de la clase obrera. A mayor lucha, mayor distribución de la riqueza, a menor lucha, mayor condensación de capitales, que es el problema que está causando esta situación.

El liberalismo entró en vigor gracias a esta teoría económica, ya que pudo hacer posible el capitalismo hasta la caída del bloque soviético.

Que el liberalismo es el que está tomando las decisiones, no es algo que haya que explicarse, por eso no sorprende que las propuestas para salir de la crisis sean la pérdida de salarios, el empeoramiento en las condiciones de trabajo y en el desmantelamiento de los sectores públicos.

En los 80, el capital se reorganiza en torno al liberalismo, y proponen el debilitamiento de los sindicatos para la recuperación económica, convirtiendo a los sindicatos mayoritarios en meros pactistas. Para ello, se profundizó en las líneas de segmentación social para que, al hablar de clase obrera con criterios unificados, sea más bien algo metafórico.

Es por ello que saltan tantas cuestiones a la hora de definir qué es clase trabajadora. Los estudiantes no son trabajadores, los jubilados ya no lo son, los que están en el paro son parados/as, ¿y mi padre que es autónomo y no tiene trabajadores? ¿Y los dueños de los bares donde nos tomamos una cerveza cuando tiene una buena semana que están trabajando el bar pero que sí tienen trabajadores? ¿Son clase trabajadora o empresarios parte de eso llamado «los mercados»?

En cambio, el ciudadano es una persona universal, donde Emilio Botín es un ciudadano igual que cualquier otro, y en el que, tras una revolución ciudadana, podría defender sus intereses por las mismas vías que el resto de ciudadanos, ya saben, eso de democracia participativa y directa.

La clase trabajadora se organiza en torno a sindicatos y partidos políticos, las siglas tradicionales que definen una corriente ideológica concreta, aunque, gracias a la acción del capital y el propio miedo y desconfianza de la clase trabajadora, ha hecho que se formen multitud de organizaciones con postulados parecidos, muchas enfrentadas entre sí, y algunas que no son lo que representan, como es el caso de los partidos y sindicatos mayoritarios.

Esto ha ido produciendo la desactivación de la lucha obrera y el surgimiento del ciudadanismo, que se organiza en formaciones modernas, fuera del alcance de los agentes sociales habituales, como pueden ser Frente Cívico http://noestassoloantifa.blogspot.com.es/2013/01/la-formacion-de-un-frente.html o el Partido X, Partido del Futuro, donde puedes no llegar a saber ni quién hay detrás http://www.kaosenlared.net/especiales/e2/con-las-iglesias-hemos-topado/item/43283-eres-m%C3%A1s-tonto-que-un-votante-del-partido-x.html.

Como hemos visto, el Capitalismo lo tiene claro en cuanto a sus planes de la universalización de la esclavitud y lleva mucho tiempo preparándolo, mucho antes de que los ciudadanos que conformaban el mercado de trabajo que después formaría parte de un número en la cifra más manipulada de todas las encuestas y la mayor empresa nacional del momento, el paro, se diesen cuenta de lo que se movía entre bambalinas.

Yo estoy en contra del sistema capitalista, lo llamaremos socialismo hasta que el proyecto último de la clase trabajadora, la anarkía, sea viable. Tengo mis razones para estar en contra del sistema, pero si quieres seguir siendo parte del engranaje capitalista, continúa con tu ciudadanismo moderno.

Pero para rebatir ese amor eterno ante el sistema más explotador posible, expondré su esqueleto en el artículo que antecederá al más importante artículo que publicaré hasta el momento, pero eso ya será en el siguiente, sigue con tu lucha como sigas experimentando, yo lo hice así 🙂

Pedro Sin nombre
http://noestassoloantifa.blogspot.com.es
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