Ante todo, acción directa

“Si la democracia es tan buena, ¿por qué no se aplica en las empresas o en la economía?” C. Castoriadis.

AbstenciónEstando tan cerca de las próximas elecciones generales, con todo el circo montado, no podíamos dejar pasar una oportunidad como esta para señalar nuestro rechazo más absoluto a este tipo de farsa, y manifestar nuestra más absoluta convicción de que sólo la acción directa y sin intermediarios puede realmente cambiar las cosas.

Las elecciones, como el mecanismo destinado a elegir sujetos que nos representen en los aspectos políticos (como si lo social y lo político fueran posible de disociar), en lo público, son el proceso por el cual un determinado grupo se hace con el control de la sociedad, con la capacidad de definir y distinguir por todas/os nosotras/os lo posible de los imposible, lo deseable de lo indeseable, lo justo de lo injusto. Para nosotras/os sólo queda lo privado, el poder elegir dónde comprar y a quién elegir para que nos mande. Nos queda, en definitiva, sólo la libertad de elegir, pálido reflejo de la libertad que anhelamos.

Lo paradójico de nuestro mundo es que, como señala Eduardo Colombo, “En una sociedad de individuos privatizados, la nuestra, la creencia generalizada en la democracia oculta paradójicamente un profundo escepticismo acerca de la capacidad que tenemos colectivamente de cambiar el mundo”.

Como apuntábamos, nuestra opción es clara y sin ambages: la Acción Directa.

Es decir, que no es posible separar lo social de lo político y que los únicos capacitados para decidir sobre los asuntos que les atañen son los propios afectados. De otra forma terminamos irremediablemente con un mundo que no nos pertenece y que no queremos. Desde luego, al tomar decisiones en conjunto nos equivocaremos muchas veces, pero ¿acaso no se equivocan ya suficientemente nuestro políticos? Parafraseando a Kropotkin, en ciencia cuando un procedimiento o teoría no da resultado se cambia, ¿por qué entonces, si llevamos tantos siglos de gobiernos de diversos tipos no cambiamos este sistema y probamos otra cosa, llevar por nuestra propia cuenta nuestros asuntos?

Para esto el anarquismo ha propuesto, además, desde sus orígenes, el federalismo como método para resolver en conjunto y por vía de la acción directa los asuntos que nos competen. Es decir, partiendo desde la autonomía del individuo, la asociación libre entre personas a distintos niveles a fin de resolver las diversas cuestiones que les atañen según indique cada circunstancia.

Cada vez que votas delegas tu capacidad de decisión. Cada vez que votas estás entregando tu soberanía para resolver los asuntos que te atañen. Cada vez que permitimos a las/os políticos llevar a cabo el circo electoral aceptamos la expropiación a la sociedad, a nosotras/os mismas/os, de la capacidad para auto-instituirse como tal, de determinar y modificar sus normas. Cada vez que votas estas reafirmando la idea del delegacionismo, que es aquella suposición de que necesitamos que alguien externo nos resuelva nuestros problemas, pues somo incapaces de resolver las cosas por nuestra cuenta en compañía de los demás. Nada cambia con un voto, y si así fuera, como dijo Emma Goldman, ellos lo harían ilegal.

Por todo esto, nuestra opción es y será siempre ante todo, la acción directa.

GLAD
Madrid, 2011
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