Sobre violencia, no violencia, activismo y ciudadanismo

El ciudadanismo:

Tiene un libro“Somos ciudadanos” aclaman a voz en grito y orgullosos de ello. Bien, yo no soy ciudadano. Lo siento. No me meto en el mismo saco que el empresario que tenga 50 trabajadores a su cargo ni tampoco me meto en el mismo saco que el policía, mercenario de medio pelo que se pone al servicio de quien le paga: el Estado. Yo pertenezco a la clase explotada, soy una persona explotada a cambio de un salario, al igual que los estudiantes, que en un futuro lo serán también y les están preparando para ello, al igual que los parados, que fueron explotados asalariados y ahora, sin poder ejercer de esclavos, no son nadie, porque existe la propiedad privada y está en manos de unos pocos. También son explotados los inmigrantes, forzados a abandonar sus casas y sus familias, los jubilados, explotados toda su vida y ahora viviendo de cuatro migajas que sus explotadores les dan, parte de lo que han robado, por cierto (con el dinero ajeno cualquiera es generoso ¿no?).

El concepto de ciudadano, aniquila la conciencia de pertenecer a una clase diferente de quienes nos explotan, porque, por mucho que hayan cambiado los tiempos sigue habiendo explotadores y explotados.

La No Violencia:

Se define como un movimiento no violento, pacífico. Bien, no me parece mal, lo peligroso de esto es que, de rebote, se está criminalizando a la violencia, y no se diferencia en absoluto de la violencia procedente del Estado y el Capital (guerras, paro, esclavitud asalariada, marginación, hambre, contaminación, represión, torturas, desahucios,  …) de la violencia que pueden ejercer las clases explotadas en su defensa. No hacen distinción, criminalizan una y otra, y, si es necesario, culpan de sus fracasos en la lucha a “esos antisistema violentos”. Bien, pues yo no estoy por la criminalización de la violencia ejercida por los oprimidos que se revelan contra el opresor u opresores.

El falso debate impuesto por todos:

Siempre se trata el tema de la violencia y la no violencia poniendo las dos posturas enfrentadas entre sí, es decir: o escoges No Violencia con todo lo que ello conlleva, entre otras cosas, la criminalización de la violencia, venga esta de donde venga; o escoges violencia, usándola siempre, pegue o no pegue y rechazando formas no violentas de luchar. Lo que se oculta detrás de esto es pura demagogia, los que ejercemos una crítica a la No Violencia no somos partidarios de usar la violencia siempre y de continuo, tampoco vemos mal que alguna gente se dedique en exclusiva a acciones pacíficas (difusión teórica, charlas-debates, piquetes informativos, concentraciones pacíficas…). Estamos por poder escoger toda una variedad de tácticas y estrategias acordes con el momento y la situación, estrategias y tácticas entre las cuales algunas son pacíficas y otras no lo son tanto.

Precisamente:

Lo que consiguen los partidarios de la No Violencia a ultranza, como dogma impuesto, es criminalizar a la gente que decide realizar acciones violentas contra el Estado y el Capital, bien atacando o bien defendiendo (ellos mismos contribuyen a dicha criminalización junto con los medios de comunicación del Sistema y, como no, ayudados por estos, se ha podido ver como, solemnes, pelotas, lameculos de los opresores, salen en televisión afirmando que se desmarcan y rechazan toda violencia, toda, incluso la de quien está en su propio bando cuando ataca a su enemigo). Eso, deja a les activistas que no están sólo y exclusivamente por levantar las manos pintadas de blanco o meter florecitas en las bocachas de les antidisturbios o en los fusiles de les militares, sumidos en una total y absoluta marginación que les hace más vulnerables a la identificación policial, a las agresiones, a que no se oiga su voz, a la represión. Ellos, que, precisamente por las tácticas usadas corren más riesgo, son quienes, precisamente, deberían recibir más apoyo. Estos pacifistas-ciudadanos, en lugar de criminalizar y desvincularse, deberían haber dicho:

Apoyamos totalmente a quienes están siendo criminalizados por la prensa, y hemos de decir, que eso no es violencia, violencia es la del Estado y el Capital, que sumen al mundo en hambrunas, guerras, explotación y miseria. Esos activistas tienen todo nuestro apoyo.

Pero no, han hecho todo lo contrario, culpando, si hace falta, a los violentos de “joderles la victoria”, victoria que, según ellos, les vendrá dando abracitos a la policía cuando les rodee en las plazas. Cuando ciertas victorias lleguen, será por la suma de una serie de estrategias, entre las cuales se habrán contado acciones violentas; sin embargo, prensa, radio, televisión y el mismo movimiento 15-M, ciudadano, pacifista y cobarde repetirán al unísono una y mil veces que ha sido una victoria de la No Violencia.

El absurdo “culto al tirar piedras”:

Me vacuno de antemano contra los comentarios demagogos y hago hincapié (aunque ya se ha advertido en líneas anteriores) sobre el hecho de que rechazo, absolutamente, ese culto a la violencia por la violencia. Defiendo (de nuevo lo diré), un crisol de estrategias que incluyen acciones no violentas y que, en su caso, incluyen acciones que son rechazadas de lleno por los partidarios de la No Violencia a ultranza. No veo por qué es violencia romper las cristaleras de un banco, cristales que ni sufren, ni sienten, ni padecen, cuando los bancos, son responsables de financiar armamento que matará a miles de personas en todo el mundo (por poner sólo un ejemplo de una de las labores que realizan los bancos y por poner un ejemplo de una de esas acciones criminalizadas mil y una veces tanto por los medios de comunicación del sistema como por los mojigatos pacifistas a los que lo mismo les da la muerte de une niño en el Congo que el incendio de una oficina de una empresa que venda armas).

Lo dicho, jamás criminalizaré a alguien que desfoga su rabia contra ese gran monstruo que venimos llamando El Sistema y que, algunos ingenuos piensan que es el bipartidismo. Como si acabando con el bipartidismo y haciendo listas abiertas se fueran a acabar los intereses macroeconómicos mundiales.

La excusa de que “eso es lo que quieren”:

Se suele achacar por parte de los partidarios de la No Violencia que, precisamente, el Sistema lo que quiere es que ejerzamos la violencia para tener la excusa de reprimirnos, y que, por eso, introduce policías infiltrados disfrazados de manifestantes que incitan a la violencia a otros manifestantes.

Olvidan que, el Estado, el poder, prefieren una y mil veces una lucha no violenta que una lucha en la que los oprimidos ejerzan la violencia contra el poder y el capital. Cuando realizan estas infiltraciones es a sabiendas de que, en ese momento y en ese lugar, la fuerza de los manifestantes siempre será inferior y rápidamente reprimible, lo hacen porque, estratégicamente, les conviene. Sin embargo ¡cómo cacarea su televisión sobre las bondades de la No Violencia! ¡qué rauda está la propaganda del sistema en decir frases como “si alguna razón tenían, la han perdido por completo” cuando la gente estalla contra el poder! Evidentemente que el poder prefiere mil veces una lucha no violenta antes de que el pueblo les pierda el miedo y comience a atacar estratégicamente medios de comunicación, sucursales bancarias y de macro-empresas, ETT´s, comisarías, … y todo lo que nos oprime.

En la independencia de la India, (algo que tanto cacarean los defensores a ultranza de la No Violencia), las luchas violentas tomaron una parte crucial en dicho conflicto. Sin embargo, los medios de comunicación Británicos (¡qué casualidad!) no perdían ocasión de dar difusión a la imagen de que, la lucha por la independencia de la India era sólo y exclusivamente no violenta y liderada por Ghandi [ver el libro “Cómo la No Violencia protege al Estado”].

Conclusión:

Entiendo perfectamente a quienes siguen formas de lucha no violentas (yo mismo lo hago), sin embargo para mí, no tiene nombre el hecho de que, supuestos “compañeros”, se desmarquen, estigmatizando a otros y ayudando a criminalizar a gente que está en mi mismo bando sólo porque escupen, pintan con spray, o lanzan botellas o conos de tráfico a una ralea de hijos de monarca (decir hijos de puta es manchar la imagen de una noble profesión) que se merecen, no escupitajos, pedradas. Sí, pedradas, pues son los mismos que no dudan ni dudaron nunca en azuzar a los perros antidisturbios a masas de gente, encarcelando y torturando. Y ahora, con el nombre democracia y libertad en la boca todo el rato, no dudan en criminalizar a unas personas que demasiado bien se han comportado con ellos. 

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