El cementerio del progreso mundial

Qué pena nos da, cuando una catástrofe de magnitud desproporcionada ataca a cualquier país de estos no desarrollados que nadie sabe localizar en el mapa. Pobrecitos los indonesios, pobrecitos los haitianos. Pero qué miedo nos da, qué nerviosos nos ponemos cuando sentimos la furia de la Tierra reventar de un soplido la puerta de nuestras casas y llevarse todo el progreso, la tecnología, el bienestar, el dinero y el poder al fondo del mar.  

Algunos seres humanos que tienen el dinero, y por lo tanto el poder, están muy acostumbrado a jugar a creerse un Dios por encima de los demás. Todos sus pobres esclavos le veneran mientras que día a día gastan el poco tiempo del que disponen en crear más riquezas y crear una sociedad de decadencia absoluta, donde estos diosecillos mandan y tienen el poder, y otros después de venerarles olvidan sus miseria en la taberna o en la iglesia. Para los que no sean receptivos a este tipo de violencia, ya tienen a policías y militares dispuestos a aplicar torturas de todo tipo para alimentar su instinto más primitivo.

Pero, para desgracia de estos diosecillos, dueños de las multinacionales, presidentes de gobiernos, ministros, dueños del petróleo o de los medios de información etc nada tienen que hacer contra la furia de la naturaleza. Controlar y dominar es la pasión de cualquier ser hedonista y egoísta, que poco hace por comprender y respetar lo que le rodea y menos cuando el pisar alquitrán y cemento en vez de tierra, nos ha hecho olvidar que formamos parte de la naturaleza y su ciclo, que nunca seremos más que ella, y que por cualquier capricho de la Tierra, todo el chiringuito que se han montado terminaría abrasado, en el fondo del mar o en el fondo de la tierra. Y contra los caprichos de la tierra, las porras de la policía o los fusiles de los militares no surten efecto. ¡¡Pero cuidado, un azote del puño proletario puede ser muchísimo peor que 20 tsunamis!!

Energía nuclearPero mucho peor que los desastres naturales, son los desastres del ser humano. Los poderosos ansían tener el máximo de beneficios en el menor espacio y tiempo posible. Buscan la rentabilidad a cualquier costa. El actual modelo económico de producir por producir, para generar riquezas y dinero que benefician a unos pocos necesita de recursos naturales y materias primas. La energía, definida desde un punto de vista tecnológico y económico es un recurso natural que se trae, transforma y se le da un uso. La cantidad de energía que se necesita para mover el llamado “mundo desarrollado” cada vez es mayor. Las demandas energéticas de las industrias crecen y se expanden por los países desarrollados o en vías de desarrollo, las necesidades de la población se ven aumentadas para sacar mayor partido a las mercancías y crear otras nuevas, la producción crece de forma vertiginosa cuadriplicada por la competencia, la logística y el transporte de mercancías y personas cada vez aumenta más. El nuevo reto de los países cuya economía gira en torno al capitalismo es la producción de nuevos tipos de energías dentro de su filosofía, más producción en el menos tiempo y espacio posibles. Y si además puede servir de arma para coaccionar a otros países más pequeños para sacar más materias primas para la producción, pues muchísimo mejor. Aquí es donde entra en juego la Energía Nuclear.

Este tipo de energía nace de las reacciones nucleares, que son distintos procesos de combinación y transformación de partículas sub-atómicas y núcleos atómicos. Y no hace falta ser un sesudo ni un físico nuclear para darse cuenta que es jugar con algo muy peligroso con una capacidad destructiva si se descontrola que todavía no hemos sido capaces de comprender y que nos es imposible dominar.

La historia nos vale para aprender de nuestros errores y de nuestros aciertos. Pero el dinero, que no tiene ni ética ni memoria, parece que le cuesta acordarse del desastre de Chernobil, donde un simple aumento de la potencia conllevo al sobrecalentamiento del reactor nuclear y una exposición del hidrógeno del mismo, liberando una bárbara cantidad de gases tóxicos y radioactivos que provocaron el desastre para la población civil y para el medioambiente de toda la zona a cientos de kilómetros a la redonda. Consecuencias que todavía aun se siguen notando en todas aquellas personas que han sido expuestas a la radiación y que aun hoy mueren de canceres o tienen descendientes con diversas malformaciones y otras aberraciones gracias a la política de capitalismo de estado de la URSS.

Las políticas en cuanto a lo nuclear de nuestros queridos políticos, ha sido el de potenciar lo nuclear, tanto en lo armamentístico como en lo energético. En España actualmente existen 7 centrales nucleares en funcionamiento, y la idea del poder es seguir aumentando aun más si cabe las centrales nucleares, abrir la puerta a centrales atómicas y aumentar la dependencia energética a este tipo de “fuentes” de energía.

En Japón, una central nuclear ha sido dañada por el terremoto y el tsunami. A las consecuencias para el pueblo que ha supuesto esta catástrofe, súmese ahora la lenta agonía de esta central. La alta concentración de radioactividad contaminara a personas, alimentos, agua y suelo. Provocara graves trastornos en la salud de personas y en el medio ambiente Si algo le ocurriese a su reactor nuclear, las consecuencias para todo el país así como para las 2 Coreas, China y el Pacífico puede ser totalmente desastrosas. Y esto no es un capricho de la naturaleza, es una irresponsabilidad de la gentuza que maneja el poder y el dinero. Ellos y tan solo ellos son los auténticos responsables de todo lo que le esta ocurriendo al pueblo de Japón. Pero su codicia y sus ansias de dinero, de poder y de producción seguirá sin cesar. Y si tienen que llevarse por delante a toda la humanidad y a toda la naturaleza para satisfacer se hedonismo, que así sea.

De nosotros/as, de la clase obrera, generadora de la riqueza que maneja los capitalistas  depende, poner a esta gentuza a plantar patatas y seguir potenciando el pensamiento y la ciencia desde la compresión y el respeto a la naturaleza, o seguir llorando estos desastres, y los que se avecinan.

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