Reflexiones de una vida rebelde

Todos y todas cometemos errores, todas y todos, alguna vez en la vida, hemos hecho alguna tontería con la que más tarde no estamos satisfechas, pero todas esas cosas, también con nuestros aciertos, nos hacen como somos en el presente.

Mi juventud quizá deje un poco de lado la experiencia que, quizá, una persona de más edad albergue; aún así siento que el camino que he recorrido en mi vida ha sido largo e intenso.

Parece un sueño cuando, ya hace unos once años, empecé a organizarme junto con otra gente con la que me veía afín y con la que, al menos, creía compartir unas ideas que para mi siempre han representado, algo así como, la redención del ser humano y la redención del planeta al que llamamos Tierra.

Hoy, sobre todo por motivos de salud y, también, por creer que ya no podía ejercer mi función de militante competentemente, me he alejado de todo movimiento asambleario y de todo colectivo autoorganizado… Esto me duele porque aún sigo creyendo firmemente en la organización de las y los de abajo en contra de los de arriba y también porque sigo creyendo en que otro mundo, mejor, es posible.

Ahora empleo la mayor parte de mi tiempo en estudiar y en formarme en lo que considero que podría ser el individuo del “Mundo Nuevo” y trato de dar coherencia a mi vida de una manera personal e intima, en la que intento poner en practica los conocimientos adquiridos y las sensibilidades que almaceno con mi vida y con mi entorno. Algunas veces con contradicciones y con lagunas en mis conocimientos.

Hay una cosa que me sorprende: supongo que al ser seres sociales, al final yo, me veo en la necesidad de relacionarme con mi entorno, y de hecho lo hago con gusto. De esa interacción nacen un montón de discusiones y debates a cerca de las ideas y los planteamientos de cada persona a cerca de la vida, la sociedad, la política, la cultura, la educación, las cárceles… Lo que me sorprende es la apatía, en general, de la gente, en conocer otros puntos de vista y la poca aceptación a plantearse, siquiera, otro mundo diferente y mejor al nuestro.

En esta tesitura me hallo. No digo que la gente de mi alrededor no tenga conciencia sobre ciertos temas, como el racismo, el sexismo, la homofobia o en reconocer que el político, o el banquero de turno, nos está “mangando” nuestra riqueza, esta, quizá, aprehensión nace en cuanto expongo que la mejor forma de parar estas situaciones es la organización horizontal de las personas y la lucha activa, a través de esa organización, contra ellas.

En ese momento, algunas de las respuestas son las de “eso no sirve para nada” o las de “eso es algo imposible”. En definitiva estas respuestas, fuera de los ámbitos libertarios, son generalizadas y abarcan a un gran número de personas con las que entablo algún tipo de debate.

De todas formas mis objetivos ahora mismo no se centran en cambiar a estas personas y que mañana salgan gritando a la calle “¡Viva la Anarquía!”, sobre todo si no quieren. Como mucho, mis fuerzas están concentradas en crear cierta sensibilidad sobre ciertos temas puntuales que considero de importancia y en acentuar los rasgos de pensamiento crítico de la gente que me rodea desde la perspectiva de que soy yo mismo el primero que tengo que desarrollar esas sensibilidades y esas herramientas para poder desarrollar un pensamiento crítico y también coherente.

Pienso, no obstante, que en mi recorrido por esta vida, y en particular en estos dos últimos años, he avanzado mucho en temas como el desarrollo de una conciencia crítica y he alcanzado una relativa madurez a cerca de conocer mejor mis inquietudes y de saber mejor cuales son mis deseos. Este conocimiento de mi mismo me lleva a desafiar un poco los planteamientos comunes que se desarrollan a mi alrededor y que me hacen ver como personas cercanas a mí perpetúan una y otra vez repitiendo muchos de los roles que nos han llevado a vivir en la sociedad que ahora vivimos; se emparejan, tienen hijos, se casan, se compran un coche, una casa… Yo ahora mismo, y espero no cambiar en mucho tiempo, he llegado a la conclusión, como también lo ha hecho un buen compañero y amigo mío con mucha más experiencia que yo, de que mi forma de vida tiende a la Negación, en el sentido de que yo no quiero una pareja, yo no quiero una familia, yo no quiero hipotecarme para comprar una casa, un coche, una televisión, un sofá, no quiero un trabajo esclavizante… En definitiva yo no quiero perpetuar el sistema que nos oprime en ninguna de sus formas, Y que mi vida, sin embargo, está encaminada, como lo ha estado la de mi compañero, a la búsqueda de libertad encontrándome especialmente a gusto entre conocimientos, el arte y la literatura.

Con todo esto no quiero sentar ningún tipo de cátedra, simplemente quiero de alguna forma reafirmarme en los principios y valores que me han llevado hasta aquí y que, con la labor, el aprehendizaje y la crítica hacia mi mismo continuas, espero que me sigan guiando el resto de mi vida hacia la meta común que pienso que los y las anarquistas tenemos, que es la libertad absoluta de mujeres y hombres, y también, por supuesto la de este planeta y todas y todos sus habitantes, y así, con la convicción de querer llevar una vida acorde con mis principios, seguir poniendo en jaque a este sistema patriarcal, burgués y explotador con la meta de seguir soñando otros horizontes que lleven a la humanidad a una convivencia armónica con ella misma y con el entorno que nos rodea.
Ahora de una manera más madura y consciente.

Con mi más ferviente deseo de que un nuevo sol nos ilumine os deseo, a todas y a todos, salud y anarquía.

-Richie punk

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