Anarquía, espectáculo y tecnología

La postura revolucionaria libertaria es clara al respecto; ¿se puede organizar la sociedad sin Estado? 
Si no se puede, el debate ya no tiene sentido, es como debatir sobre el sexo de los ángeles. Si aceptamos el Estado, aceptamos la autoridad y con ella todo lo que conlleva, leyes y normas justas e injustas que regularán el funcionamiento de la sociedad. Para bien y/o para mal la sociedad dependerá en lo esencial del Estado y sus especialistas. El Estado como institución coercitiva anula por lo tanto otras formas de organización social que no estén sometidas a sus competencias e iniciativas y que puedan ir en contra de los intereses de la clase dirigente. Se consagra el principio de autoridad basado en el imperio de la Ley y del ejercicio del abuso y las injusticias que provoca el Poder del Estado en todos los aspectos de la vida de los súbditos por el bien de la sociedad.

La sociedad del espectáculo de la que tanto habló Guy Debord en sus escritos y películas se ha transformado en la sociedad de la opinión fomentada por los medios de comunicación de masas al servicio del Poder y por los avances tecnológicos como Internet mediante la explotación de la imagen y del discurso revolucionario por parte de la disidencia (unas veces coherente y otras no tanto). No obstante, la sociedad de la opinión es una escaparate para que los descontentos con el Sistema puedan expresarse y competir por la audiencia reproduciendo los mismos valores que dicen combatir y repudiar.

La sociedad del espectáculo no es mas que la sociedad de la decadencia. Donde la imagen se sacraliza para que el individuo pueda sentirse importante dentro de la sociedad. La imagen se convierte en objeto de fetichización para el consumo. El hombre no hace la imagen, la imagen hace al hombre. Se transforma en un esclavo de su imagen. Ya no puede humanidad donde sólo hay imagenes que cambian continuamente según las modas y las creencias impuestas por la propaganda.

En la sociedad de consumo el número da valor al ser humano. Cuanto más sea el dinero acumulado por el individuo, mayor será su importancia dentro de la sociedad. El materialismo se impone como religión y trasciende la esfera espiritual del ser humano otorgándole a la sociedad un valor cuantitativo, medible y tangible para la producción. Ya no puede haber valores espirituales dentro del consumismo, todo es competitividad, violencia, odio y muerte.

Mientras no pongamos orden en nuestras vidas, la sociedad será un caos e imperará la ley del más fuerte hasta que no quede nadie con quien luchar.

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