[Relato] ¿Tarta o cuchillo? (3)

Mini Serie de ficción especulativa de temática anarquista publicada originalmente en lamarea.com

Anteriores: El último doctorado (1) y Servicio Ferroviario: camino a la frontera (2)

MI DORMITORIO, 1 DE JUNIO DE 2057, 5AM

En un momento, todo ha cambiado. 

Mi madre duerme, habrá llegado hace 3 o 4 horas del restaurante. Por mi ventanita entra el rugir del océano, amortiguado por los muros de contención. Ayer ya leí que este domingo vuelve a tocar huracán. Todo normal, hasta que revisando los apuntes de Nanomateriales he visto el mensaje de Manolo.

Manolo se va.

Me quedo sin tutor de clases particulares; eso es lo de menos. No lo consideraba una mente privilegiada: tantos doctorados, tantas migraciones, ¿y acaba dando clases de repaso para comer? Pero ahora todo ha cambiado. Ahora todo tiene sentido.

No me puedo creer que una cuartilla me vaya a romper así la vida. Me llevo el diario al instituto, y allí seguiré escribiendo en algún rato suelto, a ver si me aclaro las ideas.

BANQUITO DEL PARQUE, 1 DE JUNIO DE 2057, 10AM

Me pierdo la clase de Big Data Neuromarketing. ¿Importa? No. Necesito reflexionar antes de tomar la Decisión. En los días tormentosos como hoy, mi rincón favorito del parque -mi rincón favorito de todo New York Island, en realidad- está solitario. Mejor. Más tranquila. Falta me hace.

Con la información que tengo ahora… ¿era todo esto el plan de Manolo? Siempre sistemática, llevo un rato aplicando el teorema de Bayes y resolviendo ecuaciones. Duele escribirlo, pero es evidente: Manolo es un agente ecoanarquista que ha estado preparándome para este día desde el principio.

Manipulándome a mí. Lo mataría. ¿Cómo se atreve?

Manipulándome para… para que haga lo que sea que haré mañana. Acompañar a mi madre al trabajo… ¿y luego, qué? 

¿Tarta o cuchillo?

¿Tarta… o cuchillo?

¿Tarta? ¿O cuchillo?

¿«Pie Any Means Necessary», o el Juramento de Demophantos? ¿La ética anarquista de la no-violencia, o la táctica fascista de asesinar al oponente? Dos clásicos en pugna por mi estabilidad mental. 

¿Mi estabilidad mental? ¡Ja! Quien la encuentre, que se la quede.

Ay, el agua que ha caído, cómo me he puesto. El olorcito de la tierra mojada es lo mejor que me ha pasado en lo que llevo de la semana, eso sí.

Ya me centro. Como reacción al cambio climático, el mundo está sometido al fascismo desde antes de que yo naciera.  Bueno, como apuntaría Manolo, no todo el mundo, solo los Estados, porque también hay regiones ecoanarquistas. Y luego está la Supremacía Estadounidense, con nuestra democracia capitalista, productivista. Como explotamos al máximo los recursos naturales, no tenemos rival, así que desde hace décadas la estabilidad global del clima se basa en mantenernos a raya mediante infiltración, propaganda y magnicidio.

Ahí entro yo, si decido meterme.

 

No he comido. Me he saltado todas las clases de la mañana y la primera de la tarde ya. No llueve desde hace rato, pero menudo calor. Quiero volver a casa y lavarme el pelo, pero no me convienen las preguntas de mi madre. Me vuelvo al instituto, todavía llego a Fundamentos del Capitalismo.

MI DORMITORIO, 2 DE JUNIO DE 2057, 4AM

Mala noche. Sábanas heladas de sudor. Silbidos de tormenta en mi ventanita. Y lo que me espera.

Lo que me enfurece es que mis ideas políticas son casi las mismas de Johnson, el futuro ministro de defensa. Yo, como Margaret Thatcher, creo que la sociedad no existe. Existimos los individuos y las familias, y hemos de cuidar de nosotros mismos. 

Pero “cuidarme”, para mí, no significa lo mismo que para Johnson. Si Johnson llega a Ministro de Defensa, nos meterá en una guerra de invasión como las del siglo XX. A él, reactivar el complejo industrial-militar le resolverá lo que le queda de vida. A mí, en cambio, no me va a dar ningún beneficio, y además yo soy muy joven. Este es mi planeta, no tengo otro, y mi planeta no va a poder resistir otra guerra a escala global. Nos coceríamos en nuestros propios jugos, porque el clima no resiste. No resiste. Son cálculos obvios. Yo he sido capaz de hacerlos desde que era una niñita.

Así que, como muchos antes que yo, tengo la responsabilidad de meterme en esta ecoguerra fría. 

 

Me he tenido que quitar las gafas un rato para aliviar la sobrecarga de información que noto en el cerebro. Me laten las sienes. La decisión está tomada. Esta noche, como tantas, acompañaré a mi madre al restaurante, a estudiar en mi rincón del almacén. Como cada sábado, Johnson, el candidato a Ministro de Defensa, vendrá a cenar con sus guardaespaldas. Yo le prepararé un postre especial para felicitarle por su anunciada candidatura, y mi madre, su camarera favorita, me acompañará a su mesa. En la mesa, será lo que tenga que ser, y luego, correr. 

Correr hacia la salida trasera y por el callejón, correr hasta la habitación en el puerto que me ha preparado Manolo. Dejar atrás a sus guardaespaldas, a mi instituto y a mi madre, correr hacia el exilio, correr hacia la migración.

Porque si no corro lo bastante esta frase será la última que escriba en mi diario.

Alejandro Gaita

Investigador en magnetismo molecular y computación cuántica. Sobre ciencia, racionalidad, mundo académico y temas sociales.

https://www.lamarea.com/2018/06/10/tarta-o-cuchillo-3/

¡Haz clic para puntuar esta entrada!
(Votos: 0 Promedio: 0)

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio