El desalojo del Instituto Cardenal Miranda (o de que al Estado-Iglesia le importa nada el arte)

El viernes pasado, con un coraje tremendo, me enteré del desalojo del Instituto Cardenal Miranda que tal vez sea la escuela de música con mayor nivel en la enseñanza, práctica y preservación de liturgias corales, canto gregoriano e idimoas como el latín, es decir, un emblema de la música antigua -casi extinta- en el país. Allí también impartían clases algunos de mis maestros de la ESM y estudiaban algunos otros camaradas.

Han tenido que pasar varios días para que haya logrado asimilar esta noticia y sus repercusiones. ¿Qué simboliza el desalojo de una ESCUELA DE MÚSICA?, ¿la cultura está subordinada totalmente a los centros de poder?, ¿cuáles son las alternativas al despojo endémico de la vida cultural?

Una de las últimas fotografías de un lienzo del ICM. Fotografía: Octavio Hoyos.

I: APROXIMACIÓN AL CONFLICTO  DEL INSTITUTO CARDENAL MIRANDA (Y AL CORAJE)

Desde la aparición del canto gregoriano y las prácticas musicales del medievo, su difusión y enseñanza en realidad han sido cuestiones basadas en el ejercicio del poder (la potencia de obrar y hacer, no precisamente en un sentido determinado). La instauración de la liturgia romana como decreto de alianza a mediados del siglo VIII entre el reino franco de Pipino “El Breve” y el Papa Esteban II de Roma, generó la hibridación de las formas de canto y escritura entre vastas órdenes y regiones, es por esto, que su extensión fue muy grande, ganando así fuerza territorial y política para la preservación de las tradiciones religiosas.

Aterrizamos. Las escuelas de música religiosa en nuestro contexto no son más que la imagen contemplada de un pasado remoto, nunca la imagen-realidad.

El Instituto Cardenal Miranda (ICM) nació en 1940 como la Escuela Superior de Música Sagrada de la Arquidiócesis de México, que desde entonces, representó una guarida que se fue auto-laicalizando para varios talentos nacionales, pues figuras como los tenores Ramón Vargas y José Guadalupe Reyes, la mezzosoprano María Luisa Tamez y algunos directores de orquesta figurativos de esta institución extendieron su carrera musical principalmente en corrientes de música clásica y no en las formas eclesiásticas. Dan clases también maestros y compositores de la talla de Juan Manuel Lara Cárdenas (Latín, Canto Gregoriano, Historia de la Música, Introducción a la Musicología), Víctor Cisneros Castro (Latín, Canto Gregoriano, Órgano) y Sebastián Cohen (Contrapunto, Armonía, Análisis, Instrumentación, Taller de Composición). Luis María Martínez, quien era el arzobispo en esa década y una persona muy influyente en las movidas económicas del país, la estableció y consiguió una sede en la calle de Regina de la colonia Centro Histórico. (sí, el pasillo urbano de la comunidad hipster y los jóvenes prosélitos del weekend alcohólico).

Varias décadas de labor pasaron para que la Escuela pasara a convertirse a ICM en 1969 a la batuta del maestro Xavier González Tescucano, quien compró  instrumentos musicales, libros, pizarrones, equipos de proyección y de sonido, muebles, libreros, pupitres, mesas, sillas, atriles, iluminación, impermeabilización, jardines, objetos decorativos para crear un ambiente favorable al estudio, etc.s para ampliar las capacidades operativas y de enseñanza de la escuela. Su muerte acaecida el 28 de Febrero del 2009 sería el comienzo para relatar una crónica del despojo.

Alumno ensayando una composición propia. Fotografía: Octavio Hoyos.

II: LA ARQUIDIÓCESIS DEL DESPOJO

La Iglesia Católica mexicana repite discursos y costumbres que no lleva a la práctica. Es anacrónica por sí misma: “Toda su filosofía se puede resumir en que el bien de las acciones tiene base en los sentimientos y nunca en los pensamientos reales, una especie de pietismo metafísico.” [1] Bajo el principio de que “los más inspirados deben ser escuchados y obedecidos por los menos inspirados” [2] el cardenal Norberto Rivera, a la muerte del maestro Xavier González, justificó sus ansias de autoridad y poder reclamando el inmueble que había DONADO en 1996 con sede en la Calle Mariano Azuela #181, en la Colonia Santa María la Ribera.

¿Las causas?, incorporar (¡cooptar!) a la Universidad Lumen Gentium todo el trabajo autónomo realizado durante 40 años, pues el ICM “no recibe ningún tipo de apoyo o recursos por parte del clero, opera como una institución educativa de carácter privado y vive de sus colegiaturas –que rondan los cuatro mil pesos–, aunque su comunidad estudiantil no llega a la media centena”.[3] El trabajo voluntario del maestro superaron las expectativas de la iglesia y varios detractores, que lamentablemente, sólo los alumnos y personas desinteresadas en el medio musical supieron apreciar: “el padre Xavier nunca recibió ni siquiera una felicitación pública por todo el trabajo que hizo, como pueden ver si se asoman en la pared que da al jardín donde hay algunos diplomas y reconocimientos de parte de otras instituciones (…)” [4], escribe Judith Amador en la Revista Proceso.

En 2009, fue impuesto Javier Francisco Barrera Vázquez como director del ICM por ‘dedazo’ del cardenal Rivera. Este director es un allegado a la Universidad ultra-reaccionaria ya mencionada, como parte extraditada de un plan orquestado entre su rectoría y la Iglesia católica con el fin de imponer un plan de estudios a los alumnos rumbo a la inmediata incorporación al mercado laboral, un control administrativo totalitario y gestionar una disciplina “más adecuada”. El inmueble les urgía.

En 2010, la comunidad entera del ICM expulsó al director. Relatan algunos maestros y alumnos que su presencia, actitudes y tratos para con ellos era demasiado nefasta, además de poseer una “manifiesta ineptitud en la música, por querer cambiar los planes de estudio de la Institución, convirtiéndola en una escuelita de guitarristas aficionados, por sus intentos aviesos de otorgar indebidamente el título de director de coro y orquesta a dos alumnos, reprobados unánimemente en el examen por todos los sinodales” [5]. Asumió la responsabilidad del instituto por consenso, el maestro Juan Manuel Lara Cárdenas, musicólogo, organista e investigador en el Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información Musical “Carlos Chávez”  del Instituto Nacional de Bellas Artes, quien además ha funcionado como un vocero amable para la recopilación de información para medios libres y oficiales.

Los problemas jurídicos y las amenazas de desalojo por parte de la Arquidiócesis fueron en aumento. Bajo la “buena voluntad” del cardenal, en 2013 ordenó una junta entre el rector de la Universidad Lumen Gentium y las autoridades del ICM

El 7 Diciembre de 2015 la situación se agudizó, llegando una orden de desalojo por parte del Juzgado Civil No. 40 que mencionaba “el auxilio de fuerza de miembros de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal (…) con un mínimo no menor (sic) de 50 elementos”, en la copia oficial de la orden. Los maestros suspendieron clases y la comunidad montó una guardia permanente en la entrada desde entonces. Quién lo imaginaría… ¡los artistas comenzaron la resistencia, pues las barbaries de la extinción de la cultura afectan a todos los sectores sociales! El 6 de Enero llegó otra orden de desalojo, pero no intervino ninguna fuerza federal en el instituto.

El doctor en Derecho Alberto Castillo del Valle, ha proporcionado estudios íntegros sobre la legitimidad que tiene el ICM sobre la propiedad, afirmando que éste “tiene todos los elementos jurídicos para mantener la posesión y la propiedad del inmueble que ocupa desde 1996, mismas de las que, asegura, ‘pretende despojarlo’ la Arquidiócesis Primada de México, por conducto de la Asociación Patronal Educativa y Cultural A.C. (Apeyc)” [6].

No obstante, con casi un centenar de granaderos y vestidos de civil, se desalojó el inmueble el Viernes 22 de Enero desde la mañana. La tragedia culminó en confusión, pero también en la solidaridad de la comunidad para trasladar varios instrumentos musicales y demás materiales a un colegio-kínder propiedad de un alumno por la zona de Barranca del Muerto.

Varios artistas y personas solidarias han propuesto algunas otras sedes para la reactivación de la escuela, pero lo único confirmado es que el futuro de ésta se encuentra llena de incertidumbre.

La biblioteca es uno de los archivos de música sacra más importante en América Latina, en la imagen se aprecian a trabajadores empacando para su preservación algunas pinturas del ICM. Fotografía: Octavio Hoyos.

III: EL ARTE: ¿ESTATUS O ELEMENTO INTEGRAL PARA LA VIDA?: 

MANIFIESTO COLECTIVO DE TRABAJADORES DEL ARTE

Por la tarde del viernes, inmediatamente redactamos un manifiesto de denuncia entre varios músicos, artistas visuales y militantes de la cultura. Algunos otros acudieron a las instalaciones del ICM para mantener guardias y evitar el robo de instrumentos, inmobiliario y otros materiales.

“Cuando las colectividades se descomponen voluntariamente o con garrote en la mano, el mundo real se convierte en la contemplación de simples imágenes: seres reales o destrucción del tejido social.
 
Es claro que nos atenemos como creadores de arte en sus multitudinarios tipos, a ‘vender y vendernos’, debido a la lógica mercantil y generalizada que tiene la profesión de la cultura y el arte en la individuación contemporánea, es por eso, que no defendemos los edificios, sus galardones institucionales, sus métodos de enseñanza y a la horda de prosélitos de la inacción que deambulan por sus pasillos, sino, al territorio que ha sido ganado por el mismo desenvolvimiento histórico de todos los seres humanos (antes que de clases antagónicas).
 
Hay mucho paño que cortar en los contadísimos espacios que otorgan un desarrollo íntegro para la formación clásica y experimental de intérpretes, compositores y editores, que sin embargo, no puede darse mientras el extremo formalismo del poder POLITICE AL ARTE, lo organice según sus intereses y lo absorba como un elemento a parte de la vida pública para los trabajadores del mundo.
 
El desalojo del Instituto Cardenal Miranda nos duele con gran fidelidad. Las horripilantes imágenes de pianos, órganos, mesas, sillas y pizarrones a media calle dejan en claro que para el Estado mexicano eso es la música: BASURA AMBULANTE, (al estilo ‘wanderer’ que los grandes compositores románticos alemanes usaron para describir el medio natural).
 
La vanguardia política y la vanguardia artística son destructivos en su mismo nombre, pues una estandariza el gusto y la difusión cultural, y la otra aisla al arte del proletariado en su lucha individual puramente metafísica. Ambas excluyen y llevan el sobrenombre de “crisis”.
 
Este desalojo no se da por desconfianza a la libertad de creación, mucho menos por el discurso del ‘progreso’ (que tal vez prometa introducir a los estudios musicales del medievo en sus programas electorales), sino porque PARA MANTENER EL ORDEN EXISTENE, ES NECESARIO MANTENER A LA IGNORANCIA EXISTENTE.
 
Hacemos un llamado a difundir estas reflexiones y a posicionarnos inmediatamente ajenos a la social-democracia y el ciudadanismo que imperan en las escuelas e ideologías artísticas, sino, a reivindicar las acciones colectivas desde abajo con el fin de recuperar la pequeña porción de espacios culturales y artísticos que quedan en el país.”
 
Quienes suscriban…
 
Demián Reyes
Publicado el 25 de Enero de 2016 en:
 
 

Referencias

[1] Bakunin, Mijail, Dios y el Estado, Ed. Público, Barcelona, 2009, p. 43.

[2] Íbid.

[3] Amador, Tello Judith, “La Escuela de Música Cardenal Miranda, en la Mira del Arzobispado”, publicado en Proceso. 17 de Enero del 2016.

[4] Íbid.

[5] Instituto Cardenal Miranda, Manifiesto de Sobrevivencia. Petición en Change.org.

[6] “Pende de un hilo la existencia del Instituto Cardenal Miranda” por Ángel Vargas en La Jornada. 21 de Enero del 2016.

 

FOTOGALERÍA DEL DESALOJO


 

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