[Libro] A cien años de la Revolución Rusa. De los sóviets libres a la restauración del privilegio – Frank Mintz

Hasta 1917, Rusia estaba gobernada por una monarquía absoluta (autocracia) cuya cabeza visible era el zar (deformación de “césar”, o sea un emperador) con poder personal absoluto tanto en la vida terrena como en la celestial.

La religión era la de la Iglesia ortodoxa rusa (una escisión del catolicismo), que predicaba el acatamiento y el respeto a la autocracia y constituía uno de los pilares del zarismo junto con la nobleza, el ejército y las fuerzas policiales.

Tradicionalmente, y hasta el último tercio del siglo xix, sólo existieron tres focos (distintos y casi siempre separados) de oposición clandestina, tanto en lo ideológico como en la práctica. Estos eran el vieche, las sectas y el bandolerismo.

El vieche o asamblea popular de campesinos o vecinos de las ciudades tomaba decisiones sobre asuntos importantes de la colectividad y controlaba su cumplimiento. La asamblea estaba constituida por jefes de familia (o por mujeres viudas, es decir también jefas de familia). Tenía dos variantes, la regional y la internacionalista (por ejemplo, ataques de guerrilleros rusos en el Imperio Turco para liberar esclavos, ya fueran de Rusia o de otras naciones).

Las sectas o los “viejos creyentes” que, desde el siglo XVI, se oponían a que el clero acatara a la autoridad zarista.

Y, el bandolerismo, que podía adoptar a menudo la forma de una rebeldía social. Es la típica institución colectiva agraria eslava y existió en Rusia entre los siglos IX y XVI. Los bandoleros fueron activos, populares y, para el zarismo, hasta peligrosos en el plano militar …/…

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Frank Mintz

http://www.fondation-besnard.org/

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