La Escuela Moderna en América Latina – Ángel J. Cappelletti

Ángel CappellettiLa inauguración de la Escuela Moderna, el 8 de Septiembre de 1901, en Barcelona, señala el comienzo de la etapa más brillante de la educación libertaria en España. Desde aquel mismo momento comenzó a expandirse la Escuela. Creció el número de sus alumnos: en 1902 eran ya 70; en 1905 pasaban de 120. Más importante que esto todavía es el hecho de que inmediatamente comiencen a surgir en Cataluña y en toda la Península filiales que reproducen sus métodos y principios. En aquel mismo año de 1905 hay ya en la provincia de Barcelona 147 sucursales de la Escuela Moderna, y en la misma ciudad condal no bajan de una decena y albergan a un millar de alumnos. Pronto se fundan, sobre el mismo modelo, centros de enseñanza elemental en Madrid, Córdoba, Málaga, Sevilla, Cádiz, Granada, Palma de Mallorca y otras muchas ciudades y villas españolas. «Si Cataluña, si Barcelona muy especialmente, están en la vanguardia del movimiento emancipador de la Península, hay que decirlo: la Escuela Moderna con toda su red de instituciones, y principalmente Ferrer, tiene gran parte en ello», observa Dommanget (1). Pero la expansión de la Escuela Moderna y de la pedagogía de Ferrer no se limita a España. Pronto aparecen establecimientos directamente inspirados en aquella escuela en Portugal, en Holanda (Ámsterdam), en Suiza (Lausanne), en Italia, etc. En este último país, por ejemplo, Luigi Molinari, director de la Universitá Popolare, «valiente sostenedor de una escuela no gubernativa ni confesional, laica, única hasta todo el curso medio inferior, basada en la cultura positivista», intenta en 1913 la fundación de una Escuela Moderna en Milán con ayuda de masones, socialistas, anarquistas y librepensadores. Un proyecto análogo fracasa en Bologna. Pero lo que no se logra en esas dos ciudades, «se realiza en Clivio, pueblecito de la provincia de Varese, donde funciona durante varios años, querida y mantenida por pobres trabajadores locales, una Escuela Moderna: modestísima en sí, constituye un elemento importante para la historia todavía por escribir de la autoeducación popular italiana» (2). Varios intentos similares hubo también en América del Norte. Pero nosotros nos limitaremos a señalar aquí algunas de las repercusiones de la Escuela Moderna y de la pedagogía libertaria de Ferrer en América Latina.

En el desarrollo de la Revolución Mexicana y en la historia del movimiento sindical de América Latina desempeña un importantísimo papel la Casa del Obrero Mundial de la ciudad de México.

El 22 de Junio de 1912 un grupo de obreros mexicanos, entre los que se contaban Luis Méndez, Eloy Armenta y Jacinto Huitrón, se reunió con el maestro colombiano Juan Francisco Moncaleano, recién llegado de Cuba, y fundó el Grupo Luz. Este grupo se propuso publicar un periódico quincenario, Luz, que comenzó a salir el 15 de Julio de aquel año. Al mismo tiempo, como tarea no menos urgente y significativa, se propuso fundar una escuela racionalista, de acuerdo con los programas, métodos y filosofía educativa de Francisco Ferrer (3). El alma de este proyecto era, sin duda, Moncaleano, anarquista colombiano, exiliado de su país, que había publicado en Los Ángeles el periódico Pluma Roja y que moriría en esa misma ciudad a los treinta y tres años (4). «Profesor universitario en Colombia, había exasperado a las autoridades por sus actividades organizativas y su apoyo a una revolución violenta y a una sociedad anarquista. Durante los dos años aproximadamente que había pasado en la Habana, Moncaleano escribió una serie de artículos sobre el mártir anarquista catalán, Francisco Ferrer Guardia, hombre al que admiraba más que a nadie en el mundo» (5).

El maestro colombiano solicitó ayuda a la Confederación de Artes Gráficas, pero no la obtuvo. Logró, en cambio, que la Unión de Canteros le acordara la suma de 300 pesos, con lo cual pudo arrendar una casa en la calle de Matamoros, con el fin de inaugurar la escuela el 8 de Septiembre de aquel mismo año (6). Pero la inauguración, que se quería hacer coincidir con el aniversario de la escuela barcelonesa, no pudo llevarse a cabo. Moncaleano asumió la defensa de Flores Magón en el segundo número de Luz y fustigó la intervención de los políticos y del gobierno en los sindicatos durante un mitin realizado el 1. 0 de Septiembre en el teatro Principal. Como consecuencia de ello, fue detenido en la Primera Delegación de Policía, incomunicado por 72 horas, llevado a Veracruz y expulsado a las islas Canarias (7).

El 22 de Setiembre el grupo Luz y cuatro uniones o sindicatos fundaron la Casa del Obrero, cuyo primer administrador fue Jacinto Huitrón. El grupo Luz quedó encargado de organizar mensualmente una reunión educativa-cultural (8). «La multitud de adeptos que atendían la Casa inaugural, consistía en su mayor parte de canteros, tipógrafos y otros miembros de la fuerza de trabajo organizada, así como de algunos intelectuales de la clase media. Todos los oradores rendían tributo a Moncaleano como el mártir fundador de la Casa. Desde su inicio, la Casa efectuaba reuniones públicas los domingos, daba clases con una inscripción abierta todas las noches de la semana e incluso abrió una pequeña biblioteca, primordialmente de literatura anarquista, la Biblioteca de la Casa del Obrero. Las clases gratuitas que impartían los miembros de Luz atrajeron tantos obreros que se preparó para ampliar su programa. La Casa se convirtió así en un centro de estudios que tenía cursos de modelado, higiene personal, arquitectura, química, aritmética, física, inglés, español, música, composición literaria, oratoria e historia. Además, los miembros de Luz enseñaban ideología de clases llamadas «conferencias obreras para obreros», «unión instructiva para la mujer obrera», «ciencia, luz y verdad» e «igualdad, libertad y amor». Todas las clases se reunían por la noche entre semana de seis a nueve, y las inscripciones permanecieron abiertas todo el curso» (9).

En 1913 se añadieron clases diurnas los jueves y domingos, sobre economía, filosofía y sindicalismo. Esta suerte de Universidad popular, nacida en el seno de la Casa del Obrero, no anuló, sin embargo, sino que por el contrario mantuvo vivo el proyecto de la Escuela Moderna o Escuela Racionalista. Esta fue finalmente inaugurada el 13 de Octubre de 1915, tres años después de la expulsión de Moncaleano. Empezó a funcionar en las oficinas de la Casa del Obrero, en la calle Montolinía número 9. El hecho nos revela con claridad que en México la fundación y el funcionamiento de dicha escuela estuvo mucho más directamente vinculada que en Barcelona con el movimiento obrero y anarquista.

En la inauguración se debeló un busto de Francisco Ferrer y hablaron figuras importantes dentro de la Revolución mexicana, como el Dr. Atl. y Díaz Soto y Gama.

La escuela contaba con siete maestros; era gratuita; no tenía prerrequisitos educativos y subrayaba su condición de institución de libre enseñanza. «Para los anarco-sindicalistas, la Escuela Racionalista representaba el control de la clase obrera del proceso de enseñanza educacional. Ésta implicaba inocular a la clase obrera con ideales libertarios socialistas» (10). El «pensum» de la Escuela comprendía, en primer lugar, el estudio de las primeras letras y de las ciencias naturales. Su funcionamiento se basaba en la coeducación y admitía alumnos de todas las clases sociales. Ponía especial cuidado en la higiene escolar. Excluía premios y castigos. Organizaba regularmente excursiones a diversos puntos del país y trataba de familiarizar a los niños con el trabajo en sus diferentes formas. Los domingos por la mañana promovía conferencias científicas y culturales para adultos. Introdujo la enseñanza del esperanto como lengua auxiliar internacional (11). No es difícil advertir que en todo ello seguía de cerca las características de la Escuela dirigida por Ferrer en Barcelona.

En los años siguientes hubo en el interior de México varios intentos de fundar «escuelas racionalistas». Tales intentos, que a veces lograron relativo éxito y se concretaron en instituciones más o menos duraderas, estuvieron casi siempre vinculadas a la Casa del Obrero Mundial o a otras organizaciones libertarias.

Fuera de México, uno de los países latinoamericanos donde mayor desarrollo y arraigo logró el movimiento anarquista fue Brasil. Algunos de los principales ideólogos y guías del anarquismo brasileño fueron precisamente maestros y educadores como José Oiticica y Fabio Luz. En Campinas, estado de Säo Paulo, la «Liga Operaria» funda el 24 de Febrero de 1907 una escuela «Escuela Libre», cuya organización y dirección encomienda a Renato Salles. En el acto inaugural, al cual asistieron representantes de sindicatos y uniones obreras de Säo Paulo, Jundiai y otras localidades, hablaron el periodista Henrique Barcelos, en nombre de la prensa, y los militantes Jaime Moreira, Julio Sorelli y Eduardo Vassimon. Todos se refirieron al tema de la pedagogía libertaria y el último de los mencionados «atacó severamente los métodos usados en las escuelas públicas y particulares, principalmente los dogmas oficiales, el militarismo presentado como hechos heroicos a las jóvenes alumnos. Combatió el endiosamiento de los guerreros, de las leyes y de la patria» (12). Planes, programas y métodos estaban evidentemente inspirados en la Escuela Moderna de Francisco Ferrer.

En la misma ciudad de Säo Paulo funcionaba hacia 1909 la primera Escuela Moderna, en la Avenida Celso García 262. En una plaza de la capital paulista se erigió inclusive la estatua de Francisco Ferrer. Pero también en otras diversas ciudades fueron surgiendo escuelas libres que seguían muy de cerca el modelo de la escuela barcelonesa. En la Vila Izabel se creó la «Escola 10 de Maio»; en Río de Janeiro surgió la «Associacao da Escola Moderna», cuya sede estaba en la calle Senado 63. La labor tesonera y fecunda de anarquistas como Florentino de Carvalho, Adelino Pinho y Leopoldo Bettiol logró así una gran difusión de la pedagogía libertaria y de los métodos de la Escuela Moderna en Brasil. El último de los nombrados fundó en Pórto Alegre, Río Grande do Sul, una «Biblioteca-Sociedade Pro-Ensino Racionalista», que publicó, entre otros, un folleto titulado Ferrer como educador (13). Cuando llega a Brasil la noticia del encarcelamiento y juicio de Francisco Ferrer se produce en todo el país una ola de agitación. No sólo los anarquistas sino también muchos socialistas, liberales, masones, librepensadores etc. Participan en una campaña de protesta. Se forman enseguida Comisiones de solidaridad en Säo Paulo y Río Grande do Sul. En Río de Janeiro promueven el movimiento los anarquistas Manuel Moscoso, Luiz Magrassi, Carlos Dias y Máximo Suares, que cuenta con la inmediata adhesión de la «Federacao Operaria», de numerosos gremios y sindicatos y aun de agrupaciones no anarquistas, como el «Centro Republicano Espanhol», el «Gremio Republicano Portugués», el Centro de Estudantes» y el «Centro de Académicos do Río de Janeiro» (14). En Santos, puerto marítimo en Säo Paulo, se realizó un mitin multitudinario en la Praca Barao de Río Branco, en el que hablaron Cesar Antunha, Luiz Lascala, Antonino Moral, Tito Livio Brasil (director del «Diario de Santos»), Edgard Leuenroth y el profesor Saturnino Barbosa (15).En Río de Janeiro, escribía Manuel Moscoso: «Pero no se apagaron tan pronto las señales del atavismo que siglos de fanatismo religioso habían infiltrado en la sangre de los tiranos de España. Las almas inquisidoras, los descendientes de Pedro de Arbués, de Torquemada y de Felipe II no se extinguieron tan de prisa. No sería de admirar que Ferrer y sus amigos, que son los amigos de la luz y del progreso, fuesen sacrificados. El decrépito Maura y el cretino Alfonso XIII nunca le perdonarán haber acogido bajo su techo al bravo e inteligente Mateo Morral» (16). El fusilamiento de Ferrer levantó luego una ola de indignación y de rabia no sólo entre los anarquistas sino entre todos los espíritus dotados de un mínimo sentido de libertad y justicia.

En Río de Janeiro, un gran mitin de protesta contó entre los oradores a los obreros anarquistas Joäo Fontes, Alfonso de Oliveira, Melchior Pereira Cardoso y Manuel de Almeida, quien acabó su intervención proponiendo un boicot a los productos españoles. Hablaron también, en nombre de la «Liga Operaria do Espíritu Santo», Joäo Pereira Casilhas y el profesor Aristóteles da Silva Santos. Pero también los estudiantes, los masones y aún el «Centro Republicano Conservador» se sumaron a la indignada protesta, que aisló entonces, como nunca, al clero y a los reaccionarios españoles (17). Esto no impidió que el gobierno brasileño expulsara al periodista italiano E. Rossini, alma de la escuela, racionalista en Säo Paulo.

En ningún otro país de América Latina desarrollaron los anarquistas tan variada labor cultural y educativa como en Brasil. No sólo crearon numerosos centros de estudios sociales, bibliotecas, conjuntos teatrales etc. sino también lucharon contra el alcoholismo y las prácticas anti-higiénicas, defendieron los derechos del niño y de la mujer, atacaron el militarismo, promovieron la alfabetización del pueblo. No sólo publicaron libros, folletos, revistas y periódicos sino también fomentaron el estudio del esperanto y —caso único en el mundo— impulsaron una reforma de la ortografía que llegó a ser parcialmente aceptada por la Academia Brasileira.

No hubo, sin embargo, ningún país latinoamericano donde las ideas anarquistas obtuvieron cierto éxito y lograron arraigar entre los trabajadores, que no presenciara algún intento de instituir escuelas modernas según el modelo de la de Ferrer Guardia.

En Sucre, Bolivia, funcionó durante la década de 1920 la Escuela «Francisco Ferrer Guardia» dirigida por el sastre potosino Rómulo Chumacero (18), de tendencia anarquista, aunque posteriormente afiliado al Partido Socialista de Tristán Marof (19).

En Argentina, que conoció uno de los más vigorosos y combativos movimientos anarco-sindicalistas del continente, tampoco podía faltar el eco de la pedagogía libertaria y de la Escuela Moderna. «La Enseñanza fue otro de los temas que reiteradamente se plantearon en la FORA (Federación Obrera Regional Argentina), fundada en los años en que Francisco Ferrer Guardia realizaba en Barcelona, España, la experiencia renovadora que significaba la enseñanza racionalista que impartía la Escuela Moderna por él organizada» (20). Los anarquistas argentinos, y la FORA como órgano sindical, procuraron, dentro de la estrechez de sus recursos económicos difundir la enseñanza libre o «racionalista» y crearon una serie de escuelas, bibliotecas, universidades populares etc. «Prácticamente no había Sociedad de Resistencia que no estuviera dotada de una modesta biblioteca, colocada a disposición de sus asociados, para aficionarlos a la buena lectura y a incrementar sus conocimientos» (21).

En varios congresos nacionales de la central obrera anarcosindicalista se decidió impulsar la fundación de bibliotecas y escuelas libres. En el tercer congreso de la FDA (más tarde llamada FORA), celebrado en Buenos Aires en Junio de 1903, Alberto Ghiraldo, conocido poeta y dramaturgo, que representaba a los estibadores de Villa Constitución (22), «redactó un proyecto de resolución que recomendaba la fundación de escuelas libres». Dichas escuelas debían desarrollar la libertad de pensamiento y al mismo tiempo, la educación estética y el trabajo manual. «Paralelamente se sugirió la fundación de colegios vespertinos para adultos (academias de enseñanza para adultos), que serían habilitados en el mismo lugar de las escuelas libertarias» (23).

El quinto congreso de la FORA, el más importante en toda la historia de la federación, puesto que en él se definió ésta oficialmente como anarco-comunista, se reunió en Buenos aires el 26 de Agosto de 1905 (24) y recomendó a todas las sociedades federadas que dedicaran una parte de sus fondos al sostenimiento de escuelas libres (25).

El sexto congreso, reunido en Rosario, entre el 19 y el 23 de setiembre de 1906, al mismo tiempo que propicia la fundación de una Federación Antimilitarista en la República Argentina (26), recomienda que sindicatos y federaciones locales «dispongan de un Consejo de Educación e Instrucción encargado de organizar escuelas diurnas y nocturnas, constituir bibliotecas y demás cosas necesarias para elevar intelectualmente a la clase proletaria, dándole una educación integral y la lengua internacional esperanto» (27).

En realidad, escuelas libertarias comenzaron a funcionar en la Argentina en la última década del siglo XIX. Entre las más antiguas se cuenta la que fundó en Luján el infatigable militante anarquista Dr. Ceaghe, quien fue asimismo gran animador del periódico La Protesta en su primera época. Pero también surgieron por entonces otras varias en Buenos Aires, y en Santa Fe nació una hacia 1901 (28). En la Capital Federal, fundó una escuela Ferrer, Samuel Torner en el año del Centenario. Dos años más tarde, en 1912, se creaba allí mismo la Liga de Educación Racionalista. Pero ya antes existía en Buenos Aires una Escuela Moderna que, desde Diciembre de 1907 a Agosto de 1908, editó un Boletín mensual. También en 1908 se publicó en Mendoza La Escuela Moderna, órgano de la pedagogía libertaria y de la escuela moderna de aquella ciudad andina (29). En ese mismo año se fundaron escuelas modernas en Rosario y Mar de Plata. Gran promotor de la pedagogía libertaria y de las ideas educacionales de Ferrer fue Esteban Almada, cuya mayor actividad se desarrolló entre 1905 y 1908. Publicó numerosos artículos en que propiciaba una renovación científica y moral de la educación y por iniciativa suya se creó la escuela de los obreros carreros, portuarios y afines en 1906. «Muchos de estos ensayos tuvieron una existencia efímera, pero sirven para demostrar cómo el anarquismo en la Argentina ha intentado aplicar las ideas a todas las esferas de la vida cotidiana» (30).

Más duradera fue la escuela que fundó y dirigió en Rosario Enrique Nido (Amadeo Lluan), amigo y colaborador de Francisco Ferrer, hasta su muerte en 1926. En tiempos muy recientes, Guillermo Savloff, redactor de La Protesta, director del Departamento de Extensión Universitaria de la Universidad Nacional de Buenos Aires y profesor de pedagogía en la Universidad Nacional de La Plata, fundó la Asociación de Educación Libre (ADEL), cuya primera sede estuvo en la Biblioteca Popular José Ingenieros. La Asociación no sólo recogía las recomendaciones de los congresos de la FORA sino también, en buena medida, el espíritu, los propósitos y los métodos de la Escuela Moderna Ferrer Guardia. «El profesor Savloff fue una de las víctimas de la despiadada represión desatada en la Argentina en la década del 70: su cuerpo apareció acribillado a balazos a fines de Enero de 1976» (31). 

Ángel J. Cappelletti

Notas:

(1) M. Dommanget, Los grandes socialistas y la educación, Madrid, 1972, p. 395.

(2) Tina Tomassi, Breviario de/pensamiento educativo libertario, Móstoles, Cali, 1988, pp. 223-224.

(3) Jacinto Huitrón, Orígenes e historia de/movimiento obrero en México, México, 1980, p. 198.

(4) Max Ne//lau, «Viaje libertario a través de América Latina» Reconstruir 77, p. 40.

(5) John M. Hart, El anarquismo y la clase obrera mexicana 1860-1980, p. 150.

(6) J. Huitrón, op., cit. p. 199.

(7) J. Huitrón, op., cit. p. 206.

(8) J. Huitrón, op., cit. pp. 213-215.

(9) J. M. Hart, op., cit. p. 153.

(10) J. M. Hgart, op. cit. p. 183                               

(11) J. Huitrón, op. cit. pp. 213-215

(12) Edgard Rodrígues, Socialismo e sindicalismo no Brasil, Río de Janeiro, 1969, p. 186

(13) Edgard Rodrígues, op. cit. p. 255

(14) Edgard Rodrígues, op. cit. p. 256

(15) Edgard Rodrígues, op. cit. p. 257

(16) Edgard Rodrígues, op. cit. p. 259

(17) Edgard Rodrígues, op. cit. p. 260-263

(18)Zulema Lehm A.-Silvia Rivera C., Los artesanos libertarios y la ética de/trabajo, La Paz, 1988, p 26

(19)Zulema Lehm A.-Silvia Rivera C., op. cit. p. 104

(20) Antonio López,op. La FORA. ene/movimiento obrero, Buenos Aires, 1987, 1 p. 19

(21) Antonio López,op. cit. 1 pp. 19-20

(22) lsaacov Oved, El anarquismo y el movimiento obrero en Argentina, México, 1978, p. 303

(23) lsaacov Oved, O. cit. p. 308).

(28) Diego Abad de Santillán, La FORA-Ideología y trayectoria, Buenos Aires, 1971, p. 133

(25) Diego Abad de Santillán, op. cit. p. 139

(26) Diego Abad de Santillán, op. cit. p. 148

(27) Diego Abad de Santillán, op. cit. p. 147

(28) Diego Abad de Santillán, El movimiento anarquista en Argentina, Buenos Aires, 1930, p. 168

(29) Diego Abad de Santillán, El movimiento anarquista, pp. 169-170

(30) Diego Abad de Santillán, El movimiento anarquista, p. 170

(31) Antonio López, op. cit. 1 p. 20

Fuente: http://tierranarquista.blogspot.mx/2015/02/la-escuela-moderna-en-america-latina.html
¡Haz clic para puntuar esta entrada!
(Votos: 0 Promedio: 0)

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio