Colin Parker, contra viento y marea

De haberlo querido, Colin Parker hubiese sido una de las figuras destacadas del izquierdismo inglés de finales del siglo XX. Hijo de un minero del condado de Durham, tornero-fresador de formación, el sindicato de trabajadores del metal supo reconocer en él sus innegables dotes intelectuales y le costeó estudios universitarios en teoría política, algo inalcanzable de otro modo para alguien de extracción obrera en esa época. Se ve que ya entonces planeaban convertirle en un líder sindical. Pero él tenía otros planes.

Al acabar sus estudios consiguió una plaza en la Universidad y se convirtió en una pieza deseada por muchos partidos de izquierda. Incluso Vanessa Redgrave, la actriz y candidata electoral del Trostkiist Revolutionary Party se plantó una tarde en su casa a darle la brasa para que se les uniese. Tal y como nos contó Colin, muchos años después: “la tía se sentó en mi cocina y no había manera de que se fuera”. Sin embargo para ese entonces ya había empezado a identificarse con las ideas anarquistas.

En los años sesenta era popular en los círculos políticos radicales del Reino Unido una lamentable recopilación de textos supuestamente anarquistas, que mezclaba Kropotkin con extractos de El agente secreto de Joseph Conrad, acerca de bombas y conspiraciones. El prólogo de este volumen venía a decir que el anarquismo había desaparecido hacía mucho como movimiento político efectivo y que sólo unos pocos lunáticos lo mantenían vivo. Colin me contó en una ocasión que estas palabras fueron determinantes. “Yo sentía la necesidad de participar en un movimiento político que pudiese realizar un cambio social real y este volumen me convenció de que ése no era el caso con el anarquismo, a pesar de lo atractivas que me resultaban sus ideas”-me dijo. Así que se sumergió en la lectura de Lenin y Marx, luego Trostky, con el entusiasmo y la dedicación que le caracterizaban. “Era como una religión”-contaba-“los viernes por la noche me sentaba en el salón de casa con unas cervezas a leer a Lenin, como si fuese la palabra de Dios”.

Pasó por diversos grupos y partidos marxistas y en todos ellos acabó enfrentado a los jerarcas de turno. A finales de los setenta, tras muchas lecturas y experiencias decepcionantes, ya estaba harto y desilusionado de las componendas partidistas. A pesar de que aún seguía sin estar en contacto con otros anarquistas empezó a publicar por su cuenta y riesgo la revista Virus, a raíz del cual entró en contacto con el grupo de debate Comunista Libertario. Poco después, junto con otros dos de sus integrantes formó lo que hoy es la Federación Anarquista del Reino Unido. La prometedora luminaria de la izquierda renunciaba a una glamurosa intelectualidad marxista para emprender el arduo y oscuro camino de la construcción de una organización específicamente anarquista, a la que permaneció unido el resto de su vida.

Colin Parker murió hace unas semanas, a finales de Enero. Los tributos póstumos han recordado su entusiasmo y su energía, que le convirtieron en un orador apasionado y encendido. Su sentido del humor, a menudo demasiado incorrecto para quienes no han pasado por la fábrica. Su generosidad y dedicación a las ideas anarquistas pero sobre todo, como una constante en su vida, a la lucha de la clase trabajadora. Más allá de todo esto, que es cierto, para mí siempre representó el espíritu más genuinamente libertario de la Federación Anarquista.

En muchas ocasiones, sobre todo en los últimos años de nuestra militancia compartida, nos encontramos defendiendo las mismas posiciones, a veces frente a todas las demás compañeras. Partidario siempre de la organización y la coordinación, que veía necesaria para lograr un mínimo de eficacia, Colin la entendía como una suma de diversidades y rechazaba el plataformismo por insistir en una estéril unidad teórica. Por supuesto, no estábamos de acuerdo en otros aspectos, pero con el paso del tiempo nos fuimos reconociendo como afines en nuestras ideas anarquistas. De hecho, él era capaz de formular planteamientos que yo sólo intuía, de una manera tal que me permitía reconocerlos inmediatamente como la forma más elaborada de mis propias ideas.

No cabe duda de que también hay cosas que se callan en los tributos. Los desengaños de su vida personal le dieron un toque de cinismo, que en ocasiones le hacía parecer huraño a quienes no le conocían. Y en estos últimos años, tras irse de Londres y volver a vivir a su pueblo natal se había distanciado de la militancia. En parte por diferencias con algunos compañeros, pero sobre todo para recomponer su vida personal. Sin embargo, para su recuerdo, me quedo con las palabras que dijo de él Nick Heath, uno de sus compañeros más cercanos, tras treinta años de militancia compartida: “odiaba ciegamente a la policía, los diferentes tipos de leninistas y los ex-radicales que se habían vendido para ocupar cargos, muchos de ellos antiguos compañeros suyos”. Creo que no se puede resumir mejor.

* Imagen: Colin Parker con 19 años como aprendiz de maquinaria.

Por Gladys P.
http://www.glad-madrid.org/colin-parker-contra-viento-y-marea/
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