Por las calles y balcones
rindieron culto a la muerte
siguiendo las tradiciones;
y yo, tan irreverente,
no quise oír sus sermones.
Por las calles de un dolor
trascendido en mi memoria
asoma otra procesión
con más presente que historia,
y sin ningún redentor.
Es nuestro pueblo, bribones,
al que están martirizando.
El Dios de tus procesiones
hace más de dos mil años
que ya ni bebe ni come.
¡Ojalá que mis heridas
con oraciones sanaran!;
pero van pasando días
y no se cierran mis llagas.
Benito Gallardo Martín