A Annarkía:
Corazones henchidos
Largo rato pasa,
desde el amanecer de las ideas
hasta el callejón oscuro
de ratos de soledad
que bañan algunas vidas,
desoladas por el estrepitoso resonar
de la amargura cenicienta
regada a borbotones,
por ríos de pólvora enmohecida,
pasada y amortajada en vida.
Caminos tortuosos y espirituales,
llevan a mi ser a un recodo
alejado de Babilonia, y plagado
de pequeños hayucos y escarambujos,
adoradores del agua de lluvia
y hermanxs de los verdes musgos,
y de los sabios líquenes.
Afrontar una vida así es difícil
sino fuera por algunas sonrisas
y algunos gestos de algunos seres
que habitan los desmembrados yermos del capital,
pero que se defienden
dando cuerda a viejos relojes
y avivando la lumbre del hogar.
Yo quizá a veces pienso
que sería más feliz en otro sueño,
quizá surcando los cielos
con alas color negro terciopelo;
no obstante: ¡aquí sigo!,
intentando activar bombas
de pasión y caramelo.
No hay día que me mire al espejo
y este, se choque contra el mío propio,
y encuentre en el un cuerpo fibrado,
musculado, y tatuado,
y en el vea los síntomas
de una esclavitud prematura,
en forma de argolla “rota”,
que me dio la vida y me alejó
de mi sepultura.
Cariño mío: aléjate de tus miedos,
recuerda la luz de nuestros espectros,
sal a columpiarte en un día de lluvia,
y en los días de sol:
métete al agua a bañarte desnuda.
-Richie punk-