Un gobierno fuerte con los débiles y débil con los fuertes

Recortes laborales y sociales, abandono a los parados, bajada del impuesto a los beneficios, subida de impuestos a las mayorías, más privatizaciones… y ahora militarización de los aeropuertos y declaración del «Estado de Alarma».

PSOEUn gobierno verdaderamente de izquierdas utilizaría esa medida de excepción contra la gran Banca, que nos arruina y saquea, contra los evasores de capital y de impuestos, contra los monopolios que nos roban, contra los especuladores que destruyen el medio urbano y natural…

La trayectoria del PSOE abre el camino no sólo a un gobierno de la derecha, sino a políticas de extrema derecha. Los dirigentes de ese partido, poniendo por delante su fidelidad a los grandes capitales internacionales y a los organismos que los representan, están actuando como un comando suicida que allana el camino al PP y a las políticas más reaccionarias.

No sentimos simpatía por un sector tan reaccionario e insolidario como es el sindicato de controladores, que, recordemos, no secundan las movilizaciones generales y sólo se movilizan por sus privilegios, pero utilizar el Estado de Alarma es abrir una peligrosísima vía para rebajar los derechos laborales y las libertades políticas.

Transcribimos las reflexiones de un compañero de la Sierra de Madrid:

«1) Una sociedad histérica, fácil, presa del fascismo. En estas 48 horas se han desarrollado dos mecanismos típicamente fascistas: Primero, el azuzamiento, por parte del gobierno y de los grandes medios, de la pasión de las masas. Es alucinante ver en los foros de internet los insultos desmedidos contra los controladores, como si hubiesen matado a alguien. Segundo, la creación de un chivo expiatorio, en este caso los controladores, que sirva para redireccionar las frustraciones colectivas. Es más alucinante aún ver cómo la mayoría de los argumentos de los que insultan en internet son del tipo “yo estoy más puteado que tú”, “yo gano poquísimo y no me quejo”, «Yo hago doscientas mil horas a la semana y no pienso parar en navidad», etc. Este estado social protofascista es el que permite al gobierno declarar impunemente el estado de alarma, ilegal y autoritario, que obliga a unos trabajadores a trabajar a punta de pistola, como en tiempos de Franco. No me detendré en la actuación propagandista de los medios de comunicación, en cómo, una vez más, funcionan como Brunete mediática al servicio del poder, pero sí quiero señalar que su lupa deformante, la constante desinformación, son prerrequisitos básicos del fascismo. Hay que destacar la histeria de la gente por no haber podido irse de vacaciones en avión para un período de cinco días, como si les hubiesen quitado el pan o robado un hijo, creyéndose que tienen derecho a contaminar sin tasa y a consumir sin parar. También hay que destacar que lo que la prensa ha presentado como un atentado a la sociedad es en realidad un perjuicio para el 20% o 30% de la población que puede pagarse un desplazamiento así. Ni parados ni mileuristas ni trabajadores precarios, etc., se han visto afectados por este conflicto.

2) Un gobierno fuerte con los débiles y débil con los fuertes. Tras ponerse de rodillas ante los mercados, la banca y las grandes empresas, el gobiernillo de Rodríguez Zapatero aplica toda la fuerza de la que dispone a un grupo reducido de trabajadores, en un movimiento con el que además oculta tras una cortina de humo la aprobación de una nueva batería demedidas que atentan contra el conjunto de la población. Ha sido una medida autoritaria, ilegal y que, probablemente, tenga como fin último facilitarla privatización de los aeropuertos.

3) El error de los controladores. Aparte de haber caído en la trampa que les ha tendido el gobierno, cosa fácilmente justificable, su error básico es el de la falta de conciencia de clase, de ideología, el actuar como un lobby en vez de cómo un sindicato de clase, sin saber ganarse el apoyo de otros compañeros trabajadores y sin tener un visión global del conflicto entre el capital y el trabajo que les permita plantear una estrategia amplia y bien dirigida. Los trabajadores técnicos tienen un gran poder porque pueden paralizar la sociedad, pero mientras no tengan conciencia de clase y sean conscientes de que son trabajadores como cualquier otro y que sus intereses, y sus enemigos, coinciden con los del resto de la clase trabajadora, nunca podrán vencer. Probablemente ahora empiecen a darse cuenta de esta situación.»

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