El capitalismo escoge el fascismo en Brasil

Hasta que la filosofía que considera una raza superior y otra raza inferior, es permanentemente desacreditada y abandonada, habrá guerra en todas partes” – War, Bob Marley.

Jair Bolsonaro, candidato por el Partido Social Liberal (PSL) ganó el 28 de octubre los comicios para la presidencia de Brasil con el 55,13% de los votos. Bolsonaro, apodado por sus seguidores como “mito”, será la nueva figura endiosada y mitificada sobre la que recaerá el futuro de un país de más de 200 millones de habitantes, el quinto más grande del mundo, a partir del 1 de enero de 2019, cuando tome posesión de la presidencia.

Este capitán en la reserva, con 27 años de diputado a las espaldas, es el primer militar en gobernar Brasil desde la dictadura (1964-1985), a la cual él ha apoyado fervientemente. Entre sus frases más célebres se encuentran “el error de la dictadura fue torturar y no matar”o “tendríamos que matar a 30.000 personas”, por no hablar de que dedicó su voto a favor del impeachment de la presidenta Dilma Rousseff al torturador de la dictadura militar, ex Coronel Carlos Alberto Brillante Ustra (condenado por secuestro y torturas). La noche de su victoria, las Fuerzas Armadas realizaron un desfile improvisado en las calles de Niterói, en el estado de Río de Janeiro. Es difícil describir el miedo que las imágenes de los militares marchando por las calles genera.

Pero sus brillantes intervenciones no se han limitado al apoyo a la dictadura militar. En una ocasión, a la diputada María do Rosario le espetó “No te voy a violar porque no te lo mereces”, en una entrevista estableció que “los afrodescendientes no hacen nada, creo que ni como reproductores sirven más”, a los indígenas de Brasil se refirió como “indios hediondos, no educados y no hablantes de nuestra lengua” y en otra entrevista aseguró que “sería incapaz de amar a un hijo homosexual”, por citar algunos ejemplos de su indisimulado fascismo.

Como explica Luna Gámez en un artículo de El Salto1, “Brasil, que pasará a estar gobernado por una extrema derecha acusada de homofóbica, racista y machista, ya es el país del mundo con el mayor registro de asesinatos de transexuales y travestis del mundo, una muerte cada 48 horas. En tasas de feminicidios, Brasil se sitúa en quinto lugar mundial con 4,8 asesinatos por cada 100 mil mujeres, y la población negra representa el 64% de los encarcelados en el tercer sistema de prisiones más numeroso del mundo con una tasa de ocupación de casi el 200%2.

Elegido por 57,8 millones de personas —una cifra que se aproxima al total de la población de Italia— la victoria de Bolsonaro representa un creciente apoyo al conservadurismo, al protagonismo de valores religiosos y morales, y a la represión y al encarcelamiento como mecanismos para combatir la violencia, en un país que ya no brillaba por sus índices de tolerancia”.

Es el mercado, estúpido

Bolsonaro no es un excéntrico que dice burradas. Es el candidato del FMI, las multinacionales y las élites que están dispuestas a masacrar a quien sea para no ceder ni un milímetro de sus privilegios. Esas élites cínicas que hoy fingen espanto” – Hibai Arbide (periodista).

A pesar de sus escalofriantes palabras y posturas políticas, los periódicos reportaron al día siguiente, el 29 de octubre, que los mercados se congratulaban por la elección del nuevo presidente. “Santander y Telefónica celebran la victoria de Bolsonaro” (El Confidencial), “Los mercados celebran la victoria de Jair Bolsonaro: crecen las acciones brasileñas en Wall Street y la bolsa de Sao Paulo” (Infobae), son algunos de los ejemplos.

No podemos decir que sea una sorpresa. Vendiéndose como un fascista en lo social y neoliberal en lo económico, hace meses que organismos internacionales como el FMI le brindaron su apoyo (como lo han hecho con Macri y Piñera), con tibios reproches a su discurso de odio. Al fin y al cabo, prometió reducir el déficit público primario, achicar el Estado, limitar privilegios y beneficios, privatizar todo lo posible y basarse en el principio del libre emprendimiento, y eso es mil veces más importante que sus salidas de tono. La prometida liberalización bien vale un cheque en blanco para un monstruo3.

Una vez más, se pone de manifiesto que el fascismo es una fase histérica del capitalismo, una salida para los momentos de crisis. En un modelo que se basa en un crecimiento infinito que está llegando a su fin, las alternativas son el socialismo (en cualquiera de sus variadas formas) o la barbarie. El fascismo es la forma de mantener los privilegios capitalistas y de contener los movimientos alternativos de izquierdas.

La resistencia contra Bolsonaro y contra el eje ultraderechista mundial

Podemos pensar que son cuatro frikis y colgados, pero si el fenómeno se ha generalizado es porque ha llegado al ciudadano medio, a tu colega, a tu familia. No subestimemos la capacidad del fascismo para normalizarse” – Javier Gallego Crudo (periodista)

Trump, LePen, Orban, Erdogan, Putin, Casado, Rivera, Macri, Piñera, Salvini… machistas, homófobos y profundamente xenófobos nos gobiernan, o aspiran a ello. Y tanto en Brasil, como en EEUU y Francia, países con una gran diversidad étnica, ha sido exclusivamente la población blanca (principalmente los hombres, si bien el apoyo de las mujeres blancas a candidatos como Trump ha sido sorprendente), cargada de prejuicios raciales, quienes les han votado, siendo las infrarrepresentadas minorías quienes más sufren sus políticas racistas4.

El día que Trump juró el cargo de presidente de EEUU, la activista Angela Davis se dirigió a miles de personas en la Marcha de Mujeres y pronunció las siguientes palabras: “En los próximos meses y años, seremos convocados para intensificar nuestras demandas de justicia social y ser más radicales en nuestra defensa de poblaciones vulnerables. Será mejor que tengan cuidado los que aún defienden la supremacía del heteropatriarcado blanco.

Los próximos 1.459 días de la Administración de Trump serán 1.459 días de resistencia. Resistencia sobre el terreno, resistencia en las aulas, resistencias en los empleos, resistencia en nuestra arte y nuestra música. Esto es sólo el principio. En palabras de la inimitable Ella Baker, ‘los que creemos en la libertad no podemos descansar hasta que la consigamos’. Gracias5.

Un año y medio después, este discurso es perfectamente extrapolable al pueblo brasileño.

La militante libertaria, feminista, afro-indígena y favelada Helena Silvestre publicó en la Revista Amazonas un artículo titulado “Elecciones 2018, ¿cuál es el futuro de este viejo presente?”6, en el que analiza la crisis del Partido de los Trabajadores desde el año 2013, la desmovilización de la izquierda, la caída de la economía, el encierro de Lula, elimpeachment de Rousseff7 y el auge de la derecha. Recomendamos encarecidamente su lectura. Este artículo concluye de la siguiente manera: “Estamos ante la democracia en su cara más visceral, aquella que acoge al fascista como candidato a ser elegido democráticamente. ¿Qué tipo de locura es esa? Pues me parece, al final, que es ésta la esencia de nuestra democracia y nos asusta percibir que fue, desde adentro de ella misma, que se ha producido esta excrecencia que es, en realidad, la imagen incómoda de aquello con lo que hemos silenciosamente tolerado.

[…] Es necesario moverse y tomar las calles, aquellos que las abandonaron durante los últimos quince años tienen que volver a ellas, pero tengo dudas sobre cómo reaccionan al encontrarse con la realidad compleja e intraducible en sus categorías analíticas puras. También tengo dudas de la popularidad que conseguirá recoger su anémico proyecto de mundo donde los negros y favelados figuran otra vez siendo asesinados mientras compran coches a través de financiamiento.

Lo que fue abierto con la ascensión rápida del apoyo al fascista no puede ser combatido en las urnas, es en las calles que necesita ser combatido, es con articulación, con solidaridad entre trabajadores, negros, pobres, favelados. Es necesario organizar la autodefensa de nuestra gente, hay que prepararse para un combate en que nos ponemos como no dispuestos a perder a ninguno de nuestros maestros, ya sea a través de 12 puñaladas 6), ya sea a través de 12 años de engaño y apaciguamiento. Nosotros, las mujeres necesitamos organizar nuestra autodefensa, no podemos dejar que ninguna otra marca de hierro y fuego sea impresa en nuestras carnes, marcadas hace 500 años por el capital.

Esta práctica de resistencia-enfrentamiento es inmediata. Dentro de ella habrá la unidad de sectores del activismo muy diferentes entre sí. A mí me parece que más éxito en organizar y luchar más allá de las elecciones tendrán aquellos que no tengan miedo de posicionarse abiertamente contra la idea de que esta democracia es el mejor lugar al que podemos llegar. Creo que las relaciones de confianza serán más fácilmente fomentadas por los que se atrevan a hablar sobre el derecho del pueblo negro de defenderse, del derecho de las mujeres a defenderse, del derecho de los trabajadores a defenderse”.

Es el momento de kaô cabecielle (“preparar la batalla”). En un reciente artículo8 firmado por Noam Chomsky, Naomi Klein, Ada Colau y otras personalidades nos recuerdan que Bolsonaro no es solo una amenaza para Brasil, sino para el mundo entero. Ignorar el problema sólo por encontrarnos en otro Estado no soluciona nada. Sería el equivalente a que un polaco dijera en la década de 1930 que le daba igual el ascenso al poder de Hitler en Alemania porque él vive en Polonia.

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2 Y no sólo eso. En Brasil se produjeron 61.619 homicidios a lo largo de 2017, según el Foro Brasileño de Seguridad Pública. Eso significa un promedio de casi 170 personas asesinadas por día. La estadística para los jóvenes de piel negra es aún más terrible: cada 23 minutos muere uno asesinado.

3 Para profundizar en esta cuestión, recomendamos el artículo “Privilege versus Democracy in Brazil” de la revista Jacobin (en inglés): www.jacobinmag.com/2018/10/brazil-election-bolsonaro-haddad-lula-pt-democracy

7 Esta cuestión ya la abordamos nosotras en nuestro artículo “Não vai ter Golpe” (mayo 2016): www.todoporhacer.org/nao-vai-ter-golpe/

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