Socialdemocracia/PSOE, fracaso y agonía de la reforma del capitalismo

Por qué será que al ritmo a que el Estado de bienestar se desploma, golpeado por el neoliberalismo, la socialdemocracia se desinfla. En todos los países. Ya sufrió la izquierda una derrota cuando los partidos eurocomunistas, con políticas socialdemocráticas, desaparecieron. La Guerra Fría hizo posible el espejismo del reformismo socialdemocrático. Fue el escenario ideal.

Sólo que ya no tenemos Guerra Fría. En su lugar, se ha instalado la Globalización, un término con el que se enmascara, la última fase del imperialismo. Un imperialismo global porque en él se han integrado los burócratas maoístas, los beneficiarios del marxismo soviético y las oligarquías financieras y empresariales occidentales. En ese espacio global no parece que haya fisuras. Aunque sí reminiscencias nacionalistas, la de Trump, que parecen reivindicar un nuevo reparto geopolítico. Siguiendo criterios de la vieja política.

Toda la riqueza se ha concentrado, y sigue, en manos de estas oligarquías, sobre la miseria de 6.000.000 millones de seres humanos. De toda Asia, de toda Africa, de toda América al Sur del río Grande y de los países europeos, antiguas colonias de la URSS. Por eso, esta es la gran paradoja, cómo es posible que si la miseria avanza al mismo ritmo que se incrementan los inmorales beneficios del capitalismo, maoísta o norteamericano, las izquierdas hayan desaparecido. Dejando abandonadas a las masas, a los pueblos, a los ciudadanos o a su propia suerte, a la voracidad del neoliberalismo y a la dictadura moral de las religiones. ¿A dónde estamos llegando?

El capitalismo, cuyo único motor de crecimiento y razón de ser es la codicia, llámese codicia liberal, neoliberal o capitalismo social, sigue fiel a las leyes que ya Marx, que no ha muerte ni es un fantasma, Rosa Luxemburgo y Hilferding, explicaron como acumulación capitalista. Si no sigue fiel a sus leyes se estanca y si se estanca se muere. Pero el capitalismo ya no tiene negación que amenace su existencia. El comunismo soviético, era una amenaza. Que obligó al Capital a compartir los beneficios con los proletarios. Bajo esa amenaza se pudo construir el Estado de bienestar. Pero ya no existe. La Bestia está sola.

Ahora la llaman: “Ley del Mercado”, ante su nombre se arrodillan todos los dioses. Cristianos, musulmanes, judíos, hindúes o confucianos…todos sus sumos sacerdotes la adoran. Tal vez la justificación más asombrosa se la hizo el papa Juan Pablo II en su encíclica “Centesimus annus”. Conmemorando con ella la de otro papa, León XIII, la “Rerum novarum”. Publicada hacía 100 años.

En la Centesimus, escribió aquel papa: “…La moderna economía de empresa comporta aspectos positivos, cuya raíz es la libertad de la persona, que se expresa en el campo económico y en otros campos. En efecto, la economía es un sector de la múltiple actividad humana y en ella, como en todos los demás campos, es tan válido el derecho a la libertad como el deber de hacer uso responsable del mismo…

La moderna economía de empresa comporta aspectos positivos, cuya raíz es la libertad de la persona, que se expresa en el campo económico y en otros campos. En efecto, la economía es un sector de la múltiple actividad humana y en ella, como en todos los demás campos, es tan válido el derecho a la libertad como el deber de hacer uso responsable del mismo…

Da la impresión de que, tanto a nivel de naciones, como de relaciones internacionales, el libre mercado es el instrumento más eficaz para colocar los recursos y responder eficazmente a las necesidades.”

Siguiendo la senda del liberalismo y poniéndose al servicio del Capitalismo, la socialdemocracia renunció a la revolución y prefirió identificarse con el Estado capitalista e integrar en él al proletariado. Y sin embargo en la declaración de la Internacional de Frankfurt, 1951, qué tiempos aquéllos, proclamó: “…el capitalismo…Ha situado el derecho de la propiedad por encima de los derechos del hombre. Ha creado una nueva clase de asalariados sin propiedad y sin derechos sociales…el capitalismo incontrolado se ve obligado a más reformas económicas, el Estado interviene en la regulación de la economía y amplía la intervención del sector público al tiempo que restringe la esfera de influencia del capital privado. Cada vez son mayores las masas que reconocen la necesidad de una planificación económica. Por lo que atañe a la seguridad social y la democratización de la economía, es una realidad cada vez más creciente.”

Hoy la socialdemocracia, sus dirigentes, ideólogos, portavoces y periodistas, son neoliberales. No es que hayan perdido sus señas de identidad es que sus señas de identidad son el neoliberalismo imperante. Ni el capitalismo los necesita como reformistas ni nada se interpone entre la codicia de las oligarquías, estatales o capitalistas, y sus políticas. Las clases medias están siendo proletarizadas. Los proletarios están siendo arruinados. Los jóvenes han perdido toda esperanza. Los jefes de todas las socialdemocracias se han hecho millonarios.

El Estado de bienestar es un obstáculo porque obstruye la insaciable voracidad del Kapital. Ya nada es reformable, porque todo lo social ha sido puesto en venta en el espacio de la libertad de Mercado. Los socialdemócratas han sido devorados por el capitalismo. Si son millonarios, ¿a favor de quién van a estar del desmantelamiento del Estado de bienestar o del neoliberalismo?

Preguntemos a señores como Felipe, Guerra, Bono…o a cualquier socialdemócrata de cualquier partido europeo que, como millonarios que son, a favor de qué políticas están de las que planifican y socializan la propiedad o de las que benefician al capital. A su capital. Parece evidente que, si todos ellos han dado prioridad a su enriquecimiento personal, al que han dedicado toda su vida política, y su objetivo personal, crearse un millonario patrimonio, parece evidente que ninguno de ellos va a poner en peligro, con políticas democráticas antiliberales, ese patrimonio que tanto esfuerzo les ha costado.

Era inevitable que los socialdemócratas fueran absorbidos por los enormes atractivos de la riqueza. Era inevitable que fueran atrapados por el capitalismo. Por eso la socialdemocracia está desapareciendo a pesar de que la miseria está aumentando. No la suya, sino la de los ciudadanos europeos. La de los africanos, sudamericanos y asiáticos ya ha tocado fondo.

Ellos no están defendiendo el Estado de bienestar. El mismo Zapatero, ese insípido y analfabético personaje, el mismo que pretendió, con la misma insípida sonrisa meter a Erdogan, la teocracia, en la Unión Europea, vendió la riqueza popular, la propiedad pública, el Estado de bienestar a las oligarquías neoliberales al firmar el artículo 135 de la Constitución. 

Y se quedó tan fresco mostrando una sonrisa de oreja a oreja con la misma expresión corporal que deben tener quienes van al limbo. Los socialistas eliminaron las leyes que dificultaban la expansión de la acumulación capitalista. A quién pueden engañar. Ahora, todos ellos, millonarios y con varios sueldos, como una piña, apoyan a Susana Díaz. El barco se hunde. Hace aguas. Ya no sirve para nada.

Hay que hacer otra política: defender lo público, la planificación, la democracia social, los servicios públicos. Sólo es posible organizar la resistencia, en España y toda Europa, porque solo la resistencia es capaz de contener la voracidad capitalista. Se ha demostrado que todavía es posible porque el asalto que el neoliberalismo pretendía dar sobre el bienestar social europeo, privatizándolo, el Tratado Transatlántico de Libre Comercio (TTIP), ha sido detenido. La movilización es el camino hacia la victoria.

Javier Fisac Seco

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