Un plan de ahorro energético sin pies ni cabeza. El mensaje: ¡dejad de derrochar!

ContaminaciónLas tres medidas para ahorrar gasolina anunciadas por el gobierno resultan decepcionantes. En primer lugar por su inutilidad para el fin anunciado de ahorrar de forma sustancial, en segundo lugar porque malgasta la oportunidad de legislar adecuadamente para reducir de verdad el consumo de combustibles fósiles, y en tercer lugar por lanzar mensajes erróneos que confunden aún más a la población sobre el camino correcto para ahorrar. Sin contar el insulto que suponen cuando hace apenas unas semanas asestaron un golpe mortal al que debería ser nuestro futuro energético, las renovables.

Mi primera objeción es de concepto. Dado que el gobierno afirma que no hay problemas ni riesgos de desabastecimiento de combustible, ¿qué les importa lo que yo gaste en gasolina? Si quiero ahorrar y gastar menos, en mi mano está el ir a 110, 100 o 90 km/h. Si no quiero ahorrar porque tengo dinero para pagármelo, ¿por qué he de hacerlo? Estas afirmaciones las hago pensando sólo en clave económica, no medioambiental. Como hace el gobierno, vamos. ¿O es que les preocupó lo más mínimo cuando toda una generación hipotecó su alma al diablo para hacerse con una vivienda?

El dinero que dejemos de gastarnos en gasolina es dinero de cada uno de nosotros, no dinero público. De ahí que no entienda qué busca el gobierno con esta medida. Si su preocupación está en nuestra renta personal, podría también prohibir la compra de televisores de plasma, caros y que consumen mucha electricidad. O prohibir la adquisición de viviendas térmicamente mal aisladas, uno de los grandes males del dispendio energético español.

Pero desglosemos una a una las tres medidas:

1. Reducir el límite de velocidad en autopistas y autovías a 110 km/h

De acuerdo, es indiscutible que el consumo de gasolina se reduce de forma notable con este límite menor. Sin embargo, su alcance es muy discutible ya que los vehículos dilapidan mucho más combustible en los atascos en las ciudades que en su uso en autovías. Es sabido que el punto de eficiencia máxima de los motores de los turismos se alcanza a 90 km/h. A esa velocidad, el consumo es el menor posible, así como la emisión de CO2. Si el objetivo es reducir el consumo, ¿por qué no fijar la velocidad máxima en 90 km/h? Clemente Álvarez explica de maravilla cómo influye la velocidad en la contaminación de los coches en su blog Ecolab.

Las cuentas que el gobierno ha hecho, no salen. Según anuncian, la intención es ahorrar un 15% de gasolina y un 11% de gasóleo. Si los cálculos que las organizaciones ecologistas manejan cifran en que la diferencia entre ir a 120 km/h o ir a 90 km/h es un 25% de ahorro de combustible, es altamente improbable que la reducción de 10 km/h y tan sólo en autovías vaya a conseguir la mitad de ese ahorro.

Olvida el gobierno que el factor que más fácilmente puede repercutir en ahorrar combustible es el modo de conducir. La eficiencia en el uso de la caja de cambios y la prudencia con el acelerador y el freno pueden lograr reducciones de hasta el 40% en ciudad. Otros factores clave son los neumáticos, la carga del vehículo, el llevar baca o no, llevar las ventanillas abiertas o no…

La tibieza de esta medida no tiene nada que ver con lo ambicioso de sus objetivos. Me parece una medida correcta pero insuficiente y llega tarde. Debería haber sido adoptada hace años como parte de un plan contra el cambio climático y la contaminación que nunca llegó.

2. Rebaja de un 5% del precio de los trenes de Cercanías y Media distancia

Imagino que con esto quieren fomentar que la gente deje el coche en casa para pasarse al transporte ferroviario. El descuento es tan tacaño, es tan cicatero, es tan ridículo, que produce vergüenza siquier comentarlo,. Pero vamos a ello. En el caso de Madrid, el billete sencillo de Cercanías cuesta 1,35. El 5% son 6,75 céntimos, lo que dejará el precio del viaje en 1,28 aproximadamente. Semejante ahorro hará que haya colas frente a las máquinas dispensadoras de billetes.

Una medida valiente habría sido la reducción del precio al 50%. O incluso la gratuidad. Eso sí fomentaría el uso de este medio de transporte, Mientras que en 2010 el gobierno no dudó en gastar 100 millones de euros para subvencionar la venta de turismos (maldito e inútil Plan 2000), para los usuarios de transporte público sólo tiene 6,75 céntimos que ofrecer. Se me ocurre un lugar donde sugerir que los inserten. Y lo dice un usuario diario de Cercanías.

3. Elevar el porcentaje de biocombustibles en los gasóleos del 5,8% al 7%

Tampoco parece una revolución ahorradora un 1,2% más de combustibles de origen vegetal en la mezcla de gasóleo. Como detalle para mejorar nuestras relaciones con Sudamérica, de dónde procede el biodiésel en su gran mayoría, no está mal. Además, así pondremos nuestro granito de arena para fomentar que se deforeste un poco más el Amazonas de cara a cultivar nuestra gasolina ‘verde’.

Si algo podemos concluir de este plan, es que el gobierno está falto de ideas o preso de intereses superiores a los de los ciudadanos. No quiere o no puede apretar las tuercas a empresas en ningún sector. Eso está claro. Sí quiere y puede hacerlo con la población. Pero ni eso lo hace con acierto. Como no saben cómo hacerlo, habremos de quedarnos con el concepto. Está bien claro: hay que ahorrar energía. Debemos ser conscientes del cambio de era que vivimos. Se acabó la energía barata para siempre. El peak oil ha llegado y lo admiten las petroleras sin tapujos. Los problemas de Oriente Medio sólo aceleran la degeneración del sistema energético mundial, pero los síntomas estaban ya presentes.

En los gobiernos queda elegir cómo cambian el modelo. Por ahora lo están haciendo rematadamente mal. Pobres, son títeres, ya sabemos. En nosotros está la responsabilidad mayor. Asumir que debemos contenernos en el consumo, no esperar a que nos obliguen a ahorrar energía sino comenzar a cambiar nuestros hábitos desde ya. ¡Dejad de derrochar!

David Avendaño
http://www.laaldeaglobal.com/
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