Vaticano: aquí se nada en la abundancia

Presentamos a nuestros lectores el siguiente texto escrito por un juez italiano, expulsado de la magistratura por quitar el crucifijo del Tribunal de Perusa. La Constitución italiana defiende la igualdad de los ciudadanos, sean de la religión que sean… pero también defiende el concordato de 1929, firmado entre Mussolini y la Santa Sede.

vaticanoEl papa Bergoglio, el nuevo poverello de Asís, ha dicho que sueña con una «Iglesia pobre»; de pronto una manada de imbéciles, rodeada de políticos mafiosos y medios de comunicación compinchados, se ha hecho eco de esta «épica» y mentirosa afirmación, subrayando que resulta revolucionaria. La realidad es, sin embargo, muy distinta y, obviamente, nuestros arrastrados políticos y nuestros augustos medios de comunicación se guardan muy mucho de difundirla. La Iglesia no es solamente el mayor holding financiero del planeta -al que le resbala la «pobreza» a bombo y platillo de Bergoglio- sino también el mayor poseedor de lingotes de oro respecto a cualquier otra organización en los últimos mil años.

La Iglesia católica romana controla aproximadamete 60.350 toneladas de oro, dos veces el montante de las reservas totales oficiales de oro de todo el mundo, o aproximadamente el 30,2 por ciento de todo el oro existente en el planeta. A precios corrientes, es posible estimar el valor de tales bienes, que constituyen el más grande tesoro de la historia de la humanidad, en 1,245 billones de dólares estadounidenses.

En nuestros días, la Iglesia católica romana ha llegado a cifras que la han conducido nuevamente a una posición dominante en el sector del oro, de la que no se tenía noticia desde la caída del Sacro Imperio (hacia el año 1100), fase en la que controlaba poco menos del 30 por ciento del oro presente en el mundo.

Durante la mayor parte de los mil años transcurridos, la Iglesia católica ha asumido una posición dominante, que le ha permitido controlar los mercados del oro a nivel mundial, en relación con el hecho de haber poseído cerca del 50 por ciento de todo el oro, y en una posición predominante, a partir del siglo XIV hasta llegar al XVII, con el control del 60 por ciento del oro existente.

Tal tesoro ha sido subdividido en su totalidad entre las numerosas reservas declaradas y las también numerosas reservas no declaradas. Solo el 20 por ciento del total de las reservas de oro está almacenado a través de «terceras partes» en reservas oficiales, la mayor de ellas es la representada por el Federal Reserve Bank (Estados Unidos), seguida por las reservas de Italia, Suiza, Alemania y Francia. Las reservas privadas más importantes no declaradas son desconocidas, pero pueden ser colocadas en países de Occidente y, según parece, resultarían asociables a las más importantes reservas privadas de los bancos privados más antiguos, y de las sociedades financieras de Europa.

Podrían existir también reservas privadas gestionadas directamente por el Vaticano, aunque resulta una hipótesis poco probable.

En estos tiempos inquietos, el Vaticano ha podido permitirse el lujo de mirar con cierta serenidad y desde lejos la crisis y las tormentas financieras que están sacudiendo al resto del mundo: de hecho, está sentado -según revela el semanario británico Tablet- sobre una «roca de oro» porque ya en 2007, y con el consejo de hábiles consultores financieros, había transformado sus inversiones accionariales en lingotes de oro, aparte de en obligaciones y en dinero en metálico.

La revista del Reino Unido ha encargado a un analista económico el estudio de los datos contenidos en el informe anual de la gestión de las finanzas vaticanas relativa al mencionado año, preparado por la Prefectura de Asuntos Económicos de la Santa Sede y hecho público ya en julio de 2008. No se trata de cifras nuevas, sino de que de la lectura de los expertos emerge ahora que la Santa Sede, sabiamente aconsejada, había esquivado con anticipación los vientos adversos del mercado y convertido las propias inversiones accionariales, como un nuevo Rey Midas, en metal precioso. El Tablet ironizaba: «La roca de Pedro, sobre la que fue fundada la Iglesia, se ha transformado en una roca de oro».

Con todo el oro que el Vaticano posee, podríamos anular el déficit público, y con el resto se podría alimentar por entero a las naciones necesitadas.

Pero esta es otra historia: por ahora -y por bastante más tiempo- los imbéciles y los deshonestos seguirán creyendo en el «sueño» de Francisco Bergoglio.

Luigi Tosti
http://www.nodo50.org/tierraylibertad/2articulo.html
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