JMJ: La vuelta a la superstición no es la solución

“El catolicismo en ninguna de sus manifestaciones es compatible con la libertad” José Nakens

Papa no Este mes de agosto en Madrid ha sido cuando menos peculiar. En vez de disfrutar de la tradicional tranquilidad de este mes, debido a las vacaciones mayoritarias hemos sido invadidos por una horda católica que ha tomado la ciudad a su servicio. El poder les ha puesto toda una ciudad a sus pies. Todos los poderes del estado han participado en este montaje, desde el Rey y toda la familia real que han ido a recibirlo al aeropuerto, lo han agasajado en su palacio, han asistido a sus liturgias, etc. Familia real que no se conforma con parasitar esta sociedad, viviendo de lujo a costa del erario público, sino que cada vez que tienen ocasión se pavonean por Mallorca, Baqueira Beret, etc, sin que nadie les haya elegido. Bueno, nadie no, los eligió Franco “el criminalísimo”.

También el gobierno “socialista” de Zapatero, el “líder” de la oposición Rajoy, la Presidenta de la Comunidad de Madrid Aguirre y el Alcalde-faraón Gallardón se han puesto a los pies del impostor Benedicto XVI. Y decimos impostor porque no hay nada más absurdo que presentarse como “el representante de Dios en la Tierra”. Representar a alguien que no existe, más que absurdo es imposible.

Y sin embargo en el año 2011 aún hay quien sigue, como en la Edad Media, defendiendo una doctrina que enseña a sufrir y resignarse en este mundo real para gozar en otro mundo que no existe. Cerca de millón y medio de jóvenes nos han venido a decir esto. Los han traído, que no han venido, para hablarnos de conceptos caducos como la caridad cristiana, antítesis de la solidaridad e hipocresía mayúscula, cuando todos estamos asistiendo a la muerte por hambruna en el cuerno de África, y ellos se dedican a despilfarrar cerca de 100 millones de euros públicos en este macroespectáculo religioso, que para nada sirve. Han venido a recordarnos esos dogmas que el franquismo tenía como bandera y que tienen en su “DEBE” la friolera de un millón de muertos en nuestro país. Han tenido toda una ciudad a sus pies, se les ha permitido ocupar las plazas con chiringuitos y escenarios y las calles que han querido, han podido hacer en el Metro lo que a nadie nunca se le ha permitido, han sido los amos sin lugar a dudas de todo cuanto han querido: iglesias, colegios, medios de transporte, plazas, calles, parques, restaurantes, etc. Hasta las diversas policías han estado a su servicio, la nacional, la municipal, los secretas… se han hinchado a hacer horas extra para facilitar que nadie les molestase lo más mínimo.

Con los problemas reales que todos tenemos que enfrentar, nos viene esta verdadera plaga a hablar de resignación cristiana, que es lo único que no nos hace falta. No han aportado ni una sola propuesta para acabar con la injusticia social, sólo han repetido su creencia sin sentido en la alegría de ver al viejo nazi Ratzinger que no parece que esté para muchos milagros. Ni una palabra para las víctimas de su histórica intolerancia que aún están por las cunetas de España. Tampoco para las víctimas de la pederastia, enfermedad tan extendida en esta secta. Todo ostentación y prepotencia. Lo único bueno que han hecho es irse, esperemos que no vuelva la pesadilla.

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