El robo en un convento de Zaragoza de 1.500.000 euros en billetes de 500 podría terminar con las monjas imputadas por blanqueo de dinero.
En plena crisis económica, y con Cáritas -la ONG financiada casi en su totalidad por el Estado que usa la Iglesia para lavar su imagen- de Zaragoza lanzando la voz de alarma por la escasez de recursos y el aumento de las personas necesitadas, un grupo de religiosas guardaba en su convento una colección de billetes de 500 euros mayor que lo incautado en efectivo en el peor escándalo de corrupción política que se ha producido en Aragón, el del municipio de La Muela.
La orden cisterciense a la cual pertenecen se caracteriza por su ostentación del voto de pobreza y austeridad. Quien haya estudiado Historia del Arte sabe que es una norma que también caracteriza la arquitectura de sus monasterios. Ausencia de lujo total y de ornamentos. Los religiosos que moran en ellos presumen de vivir con lo justo o con carencias producto de su apuesta por seguir a rajatabla el “voto de pobreza“.
A esta orden religiosa pertenecen las monjas del monasterio de clausura de Santa Lucía que lleva casi medio siglo ubicado en el barrio zaragozano de Casablanca. La incomunicación con el mundo exterior no ha evitado que las religiosas copiasen el método de guardar el botín que utilizaba el ex novio de Pantoja: esconderlo en bolsas de basura.
La cantidad de dinero en efectivo tan elevada resulta bastante sospechosa al tratarse de una comunidad religiosa de este tipo. Si en vez de un convento llega a ser la casa de un político, el escándalo ya estaba montado. Y los billetes de 500 guardados en bolsas de plástico dentro del armario en el que escondían el avaricioso botín también llama la atención de los encargados de la investigación policial.
La decisión de asaltar con intención de robar un edificio sin aspecto ostentoso, de gruesas paredes y plano desconocido habitado por una comunidad que presume de no tener nada también hace pensar en la colaboración “desde dentro” o dicho de otro modo, en la existencia de “Sor Latrocinio” que puso fuera -burlando la incomunicación de la clausura- de los muros del convento una información tan precisa como el lugar en el cual las devotas de la austeridad guardaban su tesoro. La policía por supuesto también investigará un posible delito cometido por las monjas de blanqueo de dinero.
