La extrema derecha llama ‘proetarras’ y ‘zorras’ a las activistas contra la Iglesia

Estudiantes en topless frente a la Iglesia: más razón que un santo

Activistas en capillaEl pasado jueves, coincidiendo con el final de un ciclo de conferencias sobre feminismo organizado por diversos colectivos universitarios, unas setenta estudiantes entraron pacíficamente en la capilla del Campus de Somosaguas de la Universidad Complutense de Madrid. Mediante una representación teatral protestaban contra el machismo y la homofobia de la Iglesia Católica y contra los privilegios de los que goza esta institución en un espacio público y laico como la universidad pública.

Los estudiantes protestaban contra los que goza la Iglesia en un espacio público y laico Parece que el hecho de que varias de las jóvenes se desnudaran de cintura para arriba durante la performance ha encrespado los ánimos de ciertos sectores ultracatólicos y una avalancha mediática conservadora ha tratado de criminalizar a las estudiantes. Varios medios han hablado de «asalto» y «allanamiento» de la capilla, de «delito contra la libertad de culto», han denunciado que el rector de la Complutense ampara la «persecución religiosa» y algunos columnistas no han dudado en calificar a las alumnas de «zorras». El sindicato de extrema derecha Manos Limpias se ha atrevido incluso presentar una querella criminal contra las estudiantes.

Más allá la relevancia simbólica y anecdótica de la iniciativa estudiantil, lo que está claro es que las alumnas han puesto sobre la mesa una cuestión que tiene que resolverse y frente a la que los demócratas tenemos que posicionarnos de manera contundente: la existencia de centros de culto católicos en las universidades públicas.

El problema no es que la Iglesia Católica sea la institución que más legitimó y se benefició del franquismo o que, sistemáticamente, haya combatido con fe ciega el reconocimiento de derechos a las mujeres y a las personas homosexuales, o que callara el 23-F, o que entre sus miembros los casos de abusos sexuales a menores hayan alcanzado niveles escandalosos. Con todo eso, en una sociedad democrática, la Iglesia y los católicos tienen, como cualquier persona o colectivo, perfecto derecho a practicar su religión, a organizarse y a defender sus ideas, incluso cuando éstas son claramente antidemocráticas, como ocurre con buena parte de los planteamientos de la Iglesia.

Lo que es intolerable es que, en el marco de un Estado que se dice laico, sigan disfrutando de los privilegios que les otorgó su franquismo en las universidades públicas.

Se podrá estar en desacuerdo con la forma en la que las estudiantes llevaron a cabo su protesta pero, permítasenos el chiste, tenían más razón que un santo en sus reivindicaciones. Gracias a su audacia y a su compromiso democrático, del que debiéramos aprender algo los profesores, se ha presentado una ocasión inmejorable para que las autoridades académicas tomen nota y acaben de una vez por todas con los privilegios de la Iglesia en las universidades públicas.

Como demócratas y como profesores no podemos tolerar además que se criminalice y amenace a las estudiantes que, organizando jornadas, seminarios, debates y ¿por qué no? también movilizaciones, protestas y performances, nos recuerdan que la universidad debe ser un espacio laico y democrático para la crítica y la diversidad.

Pablo Iglesias Turrión es Profesor de Ciencia Política de la Complutense

Las autoridades de la Iglesia y la Universidad indignadas con las estudiantes que tomaron la Capilla

Al menos cincuenta mujeres protestaron desnudas contra la iglesia en la capilla de la Universidad. Las autoridades han puesto el grito en el cielo.

El Arzobispado de Madrid ha condenado en un comunicado los «ataques» perpetrados este jueves por una cincuentena de jóvenes, en su mayoría mujeres, en la capilla del Campus de Somosaguas de la Universidad Complutense de Madrid, en el que algunas chicas «se desnudaron completamente de la cintura para arriba».

El grupo irrumpió hacia la una de la tarde en esa capilla «gritando eslóganes con un megáfono y una vez dentro, rodearon el altar y leyeron textos y frases que, según decían, eran de autores cristianos sobre la mujer», señala el Arzobispado en un comunicado.Además de leer «un manifiesto con afirmaciones y juicios contra la Iglesia y sus enseñanzas», pusieron carteles en los tablones de anuncio de la entrada a la capilla y en los bancos de la misma.

Al terminar de leer el manifiesto, señala el Arzobispado en el comunicado, «algunas chicas se desnudaron completamente de cintura para arriba y se pusieron a cantar rimas y eslóganes ofensivos contra la Iglesia, el Santo Padre y la fe cristiana, acompañados de blasfemias».Todo la escena, que duró en torno a un cuarto de hora o veinte minutos, según fuentes de la Pastoral Universitaria, fue fotografiada y filmada por personas que los acompañaban.

Ante estos hechos «absolutamente reprobables, que son objeto de delito, y que denigran en primer lugar a quienes los cometen», el Arzobispado de Madrid ha elevado su queja al Rectorado de la Universidad.Sin embargo, aún no se ha interpuesto denuncia por los hechos, según ha explicado un portavoz de la Pastoral Universitaria, para quien esa decisión corresponderá al Arzobispado en caso de que éste considere que pudiera tener «una función preventiva con objeto de disuadir acciones de este tipo en el futuro».

En su comunicado, el Arzobispado de Madrid recuerda que estas acciones son un atentado a la libertad de culto y una profanación de un lugar sagrado, lo cual conlleva «penas canónicas en el caso de que quienes las han cometido estén bautizados».El Arzobispado considera «indigno que, en una sociedad democrática donde se pide el respeto a las personas, a las instituciones religiosas y al derecho de celebración pública de la fe», algunos jóvenes puedan «manchar con este tipo de comportamientos el buen nombre y trabajo de la comunidad universitaria».

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