Diez millones de hambrientos en el Cuerno de África

KenyaLa hambruna devasta la región del Cuerno de África por políticas corruptas y la complicidad de Occidente. La ONU pide 1.600 millones a la comunidad internacional.

La Agencia de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO, según sus siglas en inglés) estima que el Cuerno de África necesita 1.600 millones de dólares en doce meses, unos 120 de ellos para asistir urgentemente a 10 millones de hambrientos.

Ésa es la conclusión a la que llegó ese organismo internacional tras una reunión celebrada el mes de julio en Roma. Esto aumenta la presión a la comunidad internacional para que se comprometa a enviar más ayuda aún a los países del Cuerno de África “afectados por la peor sequía en 60 años”.

Desde el mes de junio, miles de somalíes han muerto por inanición y se calcula que más de 135.000 personas han conseguido huir andando a las vecinas Kenia y Etiopía, un éxodo de semanas en condiciones adversas.

La sequía en las zonas desérticas del Cuerno de África es un fenómeno cíclico, aunque no debería ser causa de hambruna, como no lo es en otras zonas desérticas del mundo. La hambruna la causan malas políticas, tanto de los gobernantes de los países afectados como de Occidente.

Una región castigada

El Cuerno de África lo componen Etiopía, con 82 millones de habitantes; Somalia, 10 millones; Eritrea, cinco millones; Yibuti, 500.000 habitantes, y, aunque no incluido administrativamente en la denominación de la zona, el norte de Kenia (con una población total de 34 millones) forma parte también de esta zona geográfica.

Pero no se habla de hambre en Eritrea, que sufre uno de los Gobiernos más represores. El silencio sobre la hambruna puede que se deba a que ésta no existe o a la falta de libertad de expresión. Según informa el medio gubernamental Shabait, en previsión de la sequía, el Gobierno de Issaias Afeworki ha rebajado el precio de los alimentos, ha importado determinados productos y ha limitado la exportación de otros. El periódico se congratula de la seguridad alimentaria garantizada en el país gracias a la producción propia y al trabajo del ejecutivo, mediante micropresas para la irrigación, subvenciones y control de los precios. Sin entrar a valorar las políticas en Eritrea, un país mucho más pequeño que sus vecinos Etiopía y Somalia, ¿por qué los Gobiernos de estos dos Estados no previenen?

Somalia sin Gobierno

En el caso de Somalia, la respuesta es: “No hay Gobierno efectivo desde hace 20 años”, ésta es la coletilla que se repite en los medios internacionales cada vez que se habla de ese país. EE UU acabó en el año 2000 con el pseudogobierno los Tribunales Islámicos, por estar incluidos en la “lista del terror”, un Gobierno Federal de Transición, impuesto por la ONU.

A pesar de ser el único del que oímos hablar, su control no pasa de unos barrios en la capital, Mogadiscio, y eso gracias a la protección de unos 8.000 soldados de Uganda y Burundi, de la misión de la Unión Africana en Somalia (AMISOM).

Los considerados terroristas de Al Shabaab y otros grupos islamistas controlan el resto de Somalia, sobre todo el sur. Y el enfrentamiento entre los soldados de la AMISOM armados, formados y pagados por donantes occidentales, principalmente EE UU y los islamistas, siembran el caos más absoluto en el país, uno de los más inseguros del mundo. El estado de guerra hace imposible ocuparse de asuntos agrícolas, por lo que Gobiernos regionales no reconocidos tienen más peso que el Gobierno Federal de Transición.

Así los Estados autónomos, como Somaliland, y semiautónomos, como Puntland, ambos al norte, no sufren el mismo dramático destino que el resto del país, y sus Gobiernos regionales se plantean incluso enviar ayuda humanitaria al resto de Somalia, como anunció el primer ministro de Somaliland el 13 de agosto.

Un tercio de la población de Somalia vive en Puntland, y en Somaliland se calcula que vive otro tercio. El resto es el que está sufriendo las políticas de guerra contra el terrorismo internacional, contra los piratas, enfrentamientos entre clanes para obtener el poder y la falta de una política agrícola y de seguridad para practicar agricultura de subsistencia.

En Etiopía, con el dictador Meles Zenawi al frente, como en la mayoría de los 55 países de África, la tierra es propiedad del Estado, es comunitaria. El problema viene cuando los mandatarios se dedican a especular con la tierra y la explotación de sus riquezas. Etiopía cuenta con abundantes recursos de tierra y agua.

Grandes multinacionales y países extranjeros están arrendando o comprando por precios irrisorios y con beneficios como la exención de impuestos, grandes extensiones de tierra virgen y fértil, como la compañía de la India, Karuturi Global, cuyo directivo hablaba así de los más de 2.500 kilómetros cuadrados que acaba de arrendar su compañía por 150 libras esterlinas a la semana: “Esta tierra es tan fértil que no hay nada que no pueda cultivarse aquí, no necesitamos fertilizantes, ni herbicidas”.

El inmenso potencial de cultivo de alimentos propio ha desaparecido en muchas zonas porque el Gobierno de Etiopía ha arrendado y vendido enormes extensiones de su mejor tierra a países y compañías extranjeras, y se ha desplazado a la fuerza a los etíopes que utilizaban estas tierras como medio de vida.

La política militar que desarrolla Etiopía también es culpable de la hambruna que sufre su población. A pesar de contar con el Ejército más grande del África subsahariana, el régimen de Zenawi invierte la mitad de su presupuesto nacional en más militarización. A comienzos de verano, cuando el mundo ya se hacía eco de la alerta humanitaria por hambruna en su territorio, Zenawi se gastó 100 millones de dólares en 200 tanques comprados a Ucrania. A los pocos días, Gran Bretaña anunciaba el envío de 60 millones de dólares al país para paliar la hambruna, sin cuestionar la compra de armamento.

EL HAMBRE ESTÁ ASOLANDO TAMBIÉN LA REGIÓN DE OGADÉN EN ETIOPÍA

Una parte de la población etíope ha lanzado estos días un llamamiento que no se ha hecho hueco en los grandes medios de comunicación: los habitantes de la región de Ogadén alertan a la comunidad internacional sobre que el Gobierno de Etiopía está impidiendo su acceso a la ayuda, a pesar de ser la región más afectada por la hambruna. La región de Ogadén, el centrosureste del país, limítrofe con Somalia, sufrió ya en las pasadas sequías que el Ejército se emplease a fondo para no dejar pasar la ayuda alimentaria, que enviaban los contribuyentes de Occidente. La ayuda se utilizó como arma de guerra por parte del Gobierno contra esta región rebelde, y en 2011 denuncian que se está volviendo a hacer: el Ejército impide a las organizaciones humanitarias la entrada a Ogadén “por razones de seguridad”. Representantes de dicha región lanzan una petición desesperada a la comunidad internacional y a la ONU para que intervenga y garantice un corredor de paso a la ayuda humanitaria a su olvidada región. Mientras tanto, los militares y sus aliados siguen asesinando a líderes de las comunidades somalíes de Ogadén, incluso, el último, en uno de los atestados e insuficientemente equipados campos de refugiados de Kenia.

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