La urgencia de la anarquía

anarquíaEl concepto de revolución típico de los anarquistas invita a intervenir tanto para destruir el poder como para reconstruir la sociedad sin dominio. Esta práctica de revolución proyecta la afirmación de una sociedad libre fuera de y contra las instituciones, encarnándose en dinámicas sociales en las que se puedan valorar iniciativas de libertad, aunque sean mínimas. Los lugares para la ciudadanía son arrancados de las garras de la burocratización política y administrativa, pero sin delegar la necesaria gestión cotidiana de la vida asociada por los individuos a un hipotético mañana liberado y liberador, sino asumientdo esa tarea como práctica estratégica y táctica de liberación local, coordinándola al nivel federalista más alto.

El sistema social jerárquico que encuentra expresión en el Estado, que por su propia naturaleza niega el federalismo y el autogobierno comunitario, no podrá jamás apoyar dichos valores.

El federalismo de los Estados y sus dependencias encuentra su razón de ser en la regulación del reparto de los beneficios entre industriales y terratenientes, entre beneficio industrial e intereses bancarios, entre el monopolio de los medios de producción y el monopolio de la tierra y los bienes inmuebles.

La solución a problemas como la vivienda o el medio ambiente no puede prescindir de la lucha contra los intereses bancarios.

El verdadero federalismo y el autogobierno comunitario no pueden ser instituidos por decreto. De federalismo y autogobierno se llenan la boca todos los politicastros, pero realmente desprecian la esencia de estos dos conceptos: el proyecto de construcción de una red mutua y solidaria de comunidades autogestionadas y autogestionarias que se autogobiernan en los ámbitos político, económico y cultural, programando sus deseos de ser sociedad fuera de y contra el recinto en que el Estado central quiere tenerlos encerrados.

Sólo una iniciativa que parta de abajo, sólo un proyecto social gradualista revolucionario capaz de construir con propuestas posibles aquí y ahora células de sociedad libertaria, puede edificar un federalismo económico y político real, un federalismo que no nazca de la ilusión de transformar un Estado «centralista» en un Estado «federal» o de dividir un Estado en varios Estados. El federalismo verdadero no podrá jamás ni ser concedido por el Estado, ni conseguirse por la fractura de un Estado en varios Estados.

Federalismo verdadero es el que se construye desde la base, horizontalmente, que niega al Estado para sustituirlo por una red de municipios libres autogobernados en sentido extrainstitucional y articulados en los principios del apoyo mutuo y la solidaridad.

Por todo ello, entendemos que el anarquismo social:

-Debe saber promover con propuestas e iniciativas políticas y sociales la formación de estructuras abiertas de masas, de base y autogestionarias, proyectadas hacia un mundo nuevo, hacia una sociedad sin dominio.

-Debe saberse abrir a cuantos se reconocen en valores genuinamente anticapitalistas y de acción social alternativa fuera de cualquier recinto jerárquico.

-Debe saber estar entre los trabajadores, entre los desposeídos, en estructuras de lucha territorial y medio ambiente, en los barrios, en nuestras comunidades, no sólo con el objetivo de hacerse visible con la propaganda de los propios ideales o con el apoyo a reivindicaciones dirigidas a mejorar las condiciones de vida, sino también para comenzar a realizar esta práctica gradualista de autogobierno.

-Debe saber estimular y actuar, cuando y donde sea posible, estructuras sociales de lucha global, estructuras comunales y de autogobierno.

Declaración de la Federación Anarquista Italiana tras su XXV Congreso en la ciudad de Carrara en 2006.
Fuente: http://www.nodo50.org/tierraylibertad/210.html#articulo4
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