Fútbol y fascismo

El volumen de información de los grandes medios sobre la muerte de Jimmy, el hincha de los Riazor Blues, ha sido amplio y casi siempre sesgado e interesado, pero hay algo que no pueden ocultar: el problema de la violencia de los grupos ultra es algo que va mucho más allá del fútbol y que está indisolublemente unido a la ideología. Ahora bien, ¿Va primero lo uno o lo otro? ¿Son forofos convertidos en nazis o nazis convertidos en forofos?¿son simplemente forofos de un equipo, vacíos políticamente y que incorporan la ideología de los líderes del grupo como una seña más de identificación y motivo para dar rienda suelta a sus instintos violentos? ¿Se trata, por el contrario, de gente que utiliza el fútbol como cauce de expresión de sus ideas políticas? En este segundo caso, el fútbol sería una mera excusa, un instrumento que podría cumplir diversas funciones como:

  • – Fortalecer los lazos de unión entre los miembros del grupo en torno a un ente (el club de fútbol) que promueve sentimientos apasionados y de identificación difíciles de igualar en la sociedad actual.
  • – Aumentar el sentimiento de poderío y fuerza social al utilizar un acontecimiento social como el fútbol, marcado tradicionalmente como viril y de hombres, lo que muestra a las claras el sesgo nítidamente machista de estos grupos.
  • – Utilizar un altavoz inigualable como el fútbol y sus estadios, ofreciendo la posibilidad de visibilizar simbología y proclamas políticas que, de lo contrario, quedarían reducidas al gueto.  

Dada la heterogeneidad de los grupos ultra en España, no creo que haya una respuesta válida para todos los casos. En el caso de los grupos de extrema derecha, me atrevería a hacer una diferenciación entre, por ejemplo, los dos grupos de la ciudad de Madrid, los Ultra Sur y el Frente Atlético, y el grupo de los aficionados del Betis en Sevilla, los Supporters Sur. En los dos primeros casos me temo que estamos ante individuos claramente politizados y con algo más de nivel cultural (dentro del nivel cultural que se puede tener siendo fascista) que en el caso de los Supporters. Muchos de esos individuos seguramente ya tenían ideología nazi antes de militar en dichos grupos y no tengo dudas de que, aunque sean expulsados del fútbol, seguirán llevando a cabo acciones propias de su ideología y buscando otros vehículos de expresión. En el caso de los Supporters, que conozco algo más de cerca, pienso que se trata, en su mayoría, más de auténticos ignorantes políticos que adoptan la ideología que toca como podían adoptar cualquier otra. Esto no quita que dentro de los Supporters existan también nazis con sus ideas claras (como lo eran sus iniciadores hace treinta años), que probablemente aprovecharán el medio propicio para captar adeptos a su causa.

En cualquier caso, lo que está claro es que el problema de la violencia en el fútbol está unido a otro problema aún mucho más grave, que se llama fascismo y que goza de toda la permisión y la impunidad en este país. Da auténtica grima comprobar como en los medios de desinformación masiva se equipara una y otra vez a grupos fascistas y antifascistas, metiéndolos a todos en el mismo saco. Y lo peor es que ese discurso, el de «los extremismos violentos que, al fin y al cabo, son todos iguales», cala en la sociedad porque es el discurso fácil. Pues no. El antifascismo no existiría si no existiera el fascismo. Quien escribe este artículo se considera, desgraciadamente, 100% antifascista. Y digo desgraciadamente porque me gustaría vivir en un mundo en el que no tuviera que hacer falta gritar contra el fascismo. Vivimos en un país donde los fascistas nunca fueron derrotados, un país en el que se conviertieron en demócratas de la noche a la mañana. Y las consecuencias se muestran en la impunidad de la que gozan los nazis, en el peligroso crecimiento que están experimentando en los últimos años y en la dificultad para encontrar gente que se declare abiertamente como antifascista cuando es algo de lo que no debería tener ninguna duda nadie en una sociedad con un mínimo de valores asentados.

¿Dejaría de haber violencia en el fútbol si se eliminara el fascismo en este país? Probablemente no. Probablemente quien tiene instintos violentos seguirá expresándolo a través del fútbol, como lo expresará en cualquier otro ámbito, y seguirán existiendo descerebrados que arriesguen el físico por una abstracción tan absurda como un club de fútbol. Pese a todo esto, no tengo dudas de que eliminar el fascismo significaría extirpar una gran cáncer del fútbol y mucho mayor aún de la sociedad en general. Para ello, el primer paso es llamar a las cosas por su nombre y a la muerte de Jimmy como lo que es: un asesinato fascista en toda regla.

Rata de Kloaka
¡Haz clic para puntuar esta entrada!
(Votos: 0 Promedio: 0)

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio