Sobre la responsabilidad en la educación y la coherencia antiautoritaria

niñosJosé Luis García Rúa contestaba en una conferencia reciente, con incuestionable acierto, a una pregunta que más o menos fue formulada de la siguiente forma: ¿Ejerce el Estado algún tipo de influencia (premeditada, se entiende) sobre los niños? Es decir, si se practica el adoctrinamiento en la escuela. García Rúa respondió que el Estado no tiene la necesidad de ejecutar un efecto directo. Apartando la manipulación de contenidos, y ciñiéndonos a la inculcación de un comportamiento social, y una actitud personal. Y no tiene esa necesidad porque el tratamiento que reciben los niños por parte de familiares y educadores ya supone la contribución suficiente al objetivo de desprogramar el libre pensamiento. La imposición de comportamientos competitivos con el aliciente de tener una mejor posición laboral y social en el futuro, o el simple fin del reconocimiento y el status, como justificación suficiente para desarrollar el recelo individualista desde edades muy tempranas.

Esta reflexión debe llevarnos al planteamiento de si incluso los mismos sujetos que se declaran contrarios a este sistema, pueden estar alimentando su maquinaria y perpetuando, sin intencionalidad propia, un legado que no deseamos testar. A la altura de los más peligrosos <> está ese trato que, aún pudiendo estar dándolo con el deseo o sentimiento de responsabilidad hacia ellos, los empuja a desarrollar la misma mentalidad capitalista que se desea erradicar.

Toda persona que se encuentra en un circulo familiar o cotidiano, tiene que enfocar ese aporte a la educación del niño como un frente vital más de la lucha.

¿Cómo puede alentarse a la abstención activa, a la construcción de una sociedad horizontal, incentivando un esfuerzo y una competitividad que no tiene otro fin que la conquista del poder para el disfrute del individuo, de alzarse con el papel de explotador, y no de crear una conciencia de rechazo a su pura existencia?

Lo que debe fomentar esa relación de aprendizaje es el rechazo a unos objetivos de los que se vale el sistema como anzuelo para perpetuar su funcionamiento, que pasa por plantearlos, no sólo como un fin merecedor de rechazo, sino como una opción que desnaturaliza cualquier comportamiento y contribución colectiva racional.

JKR
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