Post-Expo 2008, galería de esperpentos

Ladrillo14 de junio de 2012, a cuatro años de la triunfal inauguración de la Exposición Internacional 2008 de Zaragoza, pocos defensores le quedan al evento. Cuatro hooligans nostálgicos, el alcalde Belloch y algunos supervivientes del ejército de expo-vividores que siguen cobrando de su legado. Legado consistente en edificios vacíos y solares, cuando no espacios institucionales metidos con calzador para desesperación de sus funcionarios.

Echar una mirada puede ser desolador, sobre todo para los que advertimos sobre el posible fiasco en que podría convertirse el futuro (agoreros nos llamaban). No ya sólo el recinto de Ranillas, sino a sus daños colaterales, como la permuta de terrenos con Ibercaja que permitió la construcción de Arcosur (1). Como en tantas cosas, conviene mirar que hubo un antes para entender este ahora y pensar en el después.

La sensación que se tenía en Zaragoza con relación a la Expo es que se le debía a la ciudad, tradicionalmente abandonada en cuanto a inversiones. La mayoría de la ciudadanía pensaba que iba a ser una especie de gratis total y que Madrid corría con todos los gastos. No fue cierto y la financiación, en teoría, iba a salir de que las empresas comprasen después locales en
los pabellones, para instalarse.

Una euforia ladrillera desmedida, especie de cuento de la lechera, ha terminado en descalabro y en un grifo que se abrió en 2005 con el comienzo de las obras y aún no se ha cerrado a fecha de hoy, pues se siguen invirtiendo ingentes cantidades de dinero público en la reforma del recinto, al que no han ido más que instituciones públicas, con lo que el dinero de todos seguirá manteniendo el despropósito.

La DGA se ha ido entrampando en sucesivas líneas de crédito y ha tenido que optar por una incomprensible solución. Se venden edificios para obtener liquidez y luego esos mismos propietarios los alquilan a la propia DGA, con lo que el ahorro en sedes institucionales termina perdiéndose por el camino. (2)

También aún hoy siguen sin aclararse las cuentas, parte de las cuales siguen sometidas a investigación de la Fiscalía del Tribunal de Cuentas que detectó posibles irregularidades contables en seis actuaciones impulsadas por el Ayuntamiento de Zaragoza. (3)

Es imposible saber el volumen de dinero invertido, aunque se habla de unos 700 millones de euros en pérdidas. Tampoco hay cifras ciertas de lo que está costando la reconversión del recinto de Ranillas, gestionado por la sociedad pública Expo Zaragoza Empresarial, que ha terminado integrándose con las demás empresas públicas dedicadas al ladrillo.
Los edificios conocidos como iconos Expo, por otro lado, han seguido una senda lamentable y han pasado a constituir una suerte de galería de esperpentos que desgranar, aunque con sonrisa amarga.

La Torre del Agua, edificio hueco y absurdo, está en manos de la CAI, que hasta el momento sigue dando largas, aunque se habla de posibles empresas que pudieran aprovechar el espacio. La escultura que contenía la Torre, el Splash, permanece despiezada en un almacén municipal a espera de saber qué hacer con el inmenso mamotreto. El Pabellón-Puente, ahora cedido a Ibercaja, también sigue sin uso, anclado en mitad del Ebro y convertido en un monumento a la vanidad humana: una construcción carísima, sin utilidad ninguna, puente que no une nada. En principio será un espacio para nuevas tecnologías, poco más se sabe.

Peor aspecto tiene el pabellón de Aragón, ahora mismo abandonado y con restos de obras, basura y refugio eventual de sin techo. Este pabellón, además, es el que tiene un destino menos claro, pues su aprovechamiento se antoja muy difícil, aunque a lo mejor se termina encajando en la futura
ciudad de la Justicia. (4)

Lo que fue el Pabellón de España ha tenido que ser vallado porque las losas de su fachada se están desprendiendo y amenazan la integridad de los trabajadores y paseantes. En teoría iba un Instituto del Cambio Climático, anunciado a bombo y platillo y del que nunca más se supo. (5)

Otra de las ideas geniales fue el telecabina de ningún sitio a ninguna parte, que nadie quiere financiar y debería ser desmontado. Se balancea vacío y acumulando polvo como perfecto recordatorio para los visitantes que llegan a la estación de Delicias.

Mucho más caro que el telecabina y costeado por el Ayto de Zaragoza, sigue el azud del Ebro, obra olvidada que estaba prevista como generador de energía y que, básicamente, no tiene utilidad conocida, al margen de remansar una lámina de agua para que naveguen los barquitos del Ebro. Barquitos que son otra de las ocurrencias de la Expo. Funcionan tres meses al año a duras penas, con cada vez  menos afluencia de público y ni tan siquiera podemos prescindir de ellos, pues habría que indemnizar a la concesionaria con al menos 1,2 millones de euros.

El cuadro lo completa el acuario de la Expo, ahora mismo cerrado tras la la renuncia de la empresa gestora por considerarlo directamente ruinoso y que mantiene unas cifras cada vez más bajas de visitantes, una mortandad preocupante de ejemplares y denuncias por soltar especies exóticas al río
Ebro, además de carecer aún hoy de licencia de apertura. La guinda ha sido la condena por parte del Tribunal Europeo de Justicia (6), amén de la investigación abierta por el Seprona de la Guardia Civil.

Pese a lo esperpéntico de la situación no hace ninguna gracia ¿Verdad?

Aún así no son menos esperpénticas las explicaciones atribuyendo a la crisis económica la actual situación del espacio de Ranillas. Una estupenda excusa para intentar tapar el dislate de recursos públicos y el atentado ecológico que terminó con una zona de huerta y soto tradicional.

Pero no es menos cierto que todo este tipo de eventos tienen un final muy parecido. El Fórum de las Culturas de Barcelona 2004 fue una operación especulativa en toda regla, ruinosa para el ayuntamiento y ahora casi abandonada. La Expo 92 de Sevilla se vendió como un hecho deslumbrante, sin embargo buena parte del recinto fue abandonado y demolido y así sigue
(7). Lo que ahora existe, el Parque Tecnológico Cartuja 93, se hizo a coste de miles de millones de inversión pública.

La Post Expo zaragozana parece que seguirá la senda de los otros macroeventos: eventual abandono de parte del mismo e inversión astronómica para su reconversión y mantenimiento. Hasta cuándo, el tiempo lo dirá. Mientras tanto ahí tendremos su carísimo sky-line para que nos recuerde
aquel carísimo sarao del verano de 2008.

(1)http://expo-no.noblezabaturra.org/cuestionando-el-urbanismo/%C2%BFdonde-queremos-vivir/la-barbarie-de-arcosur/
(2)El Periódico de Aragón 18/03/12 La DGA venderá en el 2013 la Ciudad de
la Justicia por 52,6 millones de euros
(3)Heraldo de Aragón 21/01/2011 El Tribunal de Cuentas destapa múltiples
«irregularidades» municipales en la Expo
(4)El Periódico de Aragón, Heraldo, legadoexpo y otros 27/12/2011
(5)Heraldo de Aragón 16/02/2012 La caída de losetas obliga a reforzar el
vallado del pabellón de España
(6)El Periódico de Aragón 24/05/2012
(7)http://espaciosdeshabitados.blogspot.com.es/2009/01/recinto-expo-92.html

Leo Vargas AV de la Madalena Calle y Libertad
http://www.alasbarricadas.org/noticias/node/21214
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