¿Anarcosindicalismo sin trabajadores?

El anarcosindicalismo jamás ha sido una «ideología» como ha sido, por el contrario, el marxismo-leninismo. Ha sido una práctica desarrollada por los libertarios en el movimiento obrero, sindicalizado o no. Ideologizar el anarcosindicalismo es esterilizarlo. Es convertirlo en una camisa de fuerza que dificulta cualquier respuesta en el mundo actual.

De un tiempo a esta parte, vamos viendo cómo para algunas personas el anarcosindicalismo es sinónimo de anarquismo, y confunden éste con aquél. Al contrario, el anarquismo inspira al anarcosindicalismo, pero éste se dirige a sectores más amplios a los cuales no llegará jamás, al menos no en estado químicamente puro como quieren algunos «ideológos», el anarquismo en tanto filosofía.

El anarcosindicalismo superó a aquella concepción, anidada en el movimiento forista de principios de siglo [XX], del «movimiento obrero anarquista». Redescubrirla, hoy, es como felicitarse de que se ha vuelto a descubrir América. ¡Enhorabuena!

El anarcosindicalismo se fundamenta en la actividad de los anarquistas en el seno de las masas trabajadoras. Si no hay masas trabajadoras, habrá culaquier variante de la llamada «diversidad anarquista» (tan diversa que nadie le hace caso, salvo las «páginas rojas» de la prensa amarillista), pero no habrá anarcosindicalismo.

El dogmatismo anarquista es tan estúpido como cualquier otro dogmatismo. Con dogmas no se influye en las gentes, no se les encarrila por las sendas emancipatorias. Y, quiérase o no, se trata de eso: de influir sobre el movimiento de los trabajadores de una manera decisiva.

Que se bajen de las nubes los que todavía se imaginan que la Revolución Anarcosindicalista de 1936 se debió a que «todo el pueblo era anarquista». Hay una historiografía especialmente diseñada para hacérnoslo creer. Pero nada más falso que esto.

Los anarquistas eran pocos, bien pocos. Pero su influencia sobre la masa trabajadora, rural y urbana, manual e intelectual, era superior a su número.

Porque el número cuenta, a la hora de las grandes batallas especialmente.

Resignarse a un anarcosindicalismo esterilizado por ideólogos que dicen qué es y qué no es anarcosindicalismo puede ser atractivo para algunos, pero lleva directo al entierro del anarcosindicalismo en tanto que alternativa sindical en el movimiento obrero mundial.

La experiencia de veinte años de dogmatismo y de sectarismo es ya suficiente. Por ese camino ni vamos a ninguna parte ni se nos permite regresar al punto de partida. O rectificamos o nos hundimos. Anarcosindicalismo sin trabajadores es una contradicción en los términos.

Floreal Castilla

21 de enero de 1997, revista CéNiT

¡Haz clic para puntuar esta entrada!
(Votos: 0 Promedio: 0)

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio