Reflexión sobre el Estado y la Democracia y la información

El Estado como indica su origen etimológico es una institución inmóvil, petrificada, que está sujeta a unas directrices que permanecen fijas y nunca se renuevan y cambian en lo esencial y que por lo tanto consolidan y perpetúan a una élite en el poder que rige el destino de la sociedad.

Es por esta misma causa que el Estado también es corrupto en esencia al ser la culminación de este estado de cosas que anulan e impiden constantemente al individuo y a la sociedad ser sujetos de cambio y de revolución.

El Estado simboliza la muerte de la vida, representa el mal en su versión bíblica, esto es, al Diablo en su máxima expresión.

 

El Estado como institución de poder suprema carece de ideología, es el Gobierno quien mediante los partidos políticos adquiere una ideología para que los ciudadanos mediante el voto puedan elegir al partido en el cual se identifican. El Estado siempre está por encima de los partidos políticos, por lo tanto quien gobierna realmente no es el Gobierno sino el Estado, el Gobierno está al servicio del Estado porque éste es quién decide en los aspectos más importantes de la vida política y económica de la sociedad a través de sus instituciones.

En esta coyuntura el ciudadano de a pie no decide absolutamente nada, es un individuo totalmente despersonalizado y deshumanizado que vive la ilusión política como espectáculo mayoritariamente a través de los medios de comunicación de masas, de esta forma cree participar en la vida política de la sociedad y el engaño al que es sometido por agentes externos se transforma en autoengaño, del que se acaba haciendo participe también (consciente o inconscientemente y en mayor o menor grado) de las injusticias, guerras, y de la crisis sistémica que origina y provoca continuamente el Capitalismo fundado por el Estado moderno.

Si la mayoría de la sociedad legitima con su voto el sistema que los domina y oprime significa que la democracia (aunque sea de forma representativa) es real, su consolidación como organización del Estado legitima el gobierno de la totalidad de la sociedad.

La realidad concreta no suele dar porque la conciencia crea multitud de realidades aparentes o abstractas a partir de la información. En la era de la información tampoco hay hechos, se dan interpretaciones de los hechos que producen multitud de teorías y especulaciones que originan desorden y suelen llevar al engaño. En estas circunstancias, la información es confusión.

 

 

 

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