La auto-organización social arrasará a la Anarquía quimérica

Si no os gusta algo de lo que leeréis más abajo, por favor comentadlo y enviadnos vuestros argumentos políticos sobre las razones por las que estáis en desacuerdo. Damos por hecho que la mayoría del llamado espacio anarquista estará en desacuerdo. Lo que queremos saber es si se escucharán argumentos políticos que no hemos escuchado en ninguna parte.

Una de las razones por las que hay mucha queja en este “movimiento” no organizado de los proyectos sociales, locales, sindicatos de base, grupos anarquistas, e.tc., es porque es difícil de conseguir concretar sus objetivos, alcanzar su concientización, lograr que ellos sean específicos y que respeten el campo de la lucha. A menudo varias personas que participan en asambleas barriales, sindicatos, locales, okupas, consideran que todo se hace con el fin de que prevalezca y gane la lucha política. Y a pesar de haber grupos políticos que tratan de definir el campo de la lucha de una manera concreta, los objetivos de esta lucha a corto plazo son inconcretos, mientras que los objetivos más profundos (mediante el derrocamiento del Estado y del capitalismo) de la liberación social parecen diferir respecto a las etapas y los caminos que deben seguir. Esta diferenciación y la confusión que conlleva, al modo de que ven la cosas los luchadores nuevos y más viejos tiene varios impactos en los campos de la lucha, los cuales no pueden integrarse automáticamente en la lucha política anarquista. Muchos consideran (estos campos de lucha) los bastiones de la lucha anarquista y los conciben como instrumentos de esta lucha. También, tratan a todos los no “iniciados” en esta conspiración (que nunca ha tenido lugar) como si fueran estúpidos. O sea, que son tratados como estúpidos (los que no son nuestros son llamados izquierdistas) los que respetan una lucha social o un sindicato por la lucha que ha iniciado y sigue realizando, y son listos los que quieren predominar en esta lucha para ejercer su política, la cual muchas veces es irrelevante o contradictoria con la agenda política propia de un proyecto semejante.

Las palabras clave son respeto e instrumentos (herramientas). Los que conciben las luchas en general como instrumentos así que triunfe la lucha política (o sea la anarquía), por un lado no respetan las propias luchas, y por otro lado no pueden llegar a entender qué significa anarquía. El hecho de que el Partido “Comunista” y los demás partidos marxistas o izquierdistas usan las luchas sociales y de clase para extraer plusvalía en beneficio de la lucha de su partido (su lucha política), no quiere decir que los anarquistas tengan que hacer lo mismo. A menudo son víctimas exactamente de este antagonismo, que en vez de haber surgido como la salvaguardia (defensa) de las luchas contra cualquier tentativa de su manipulación por parte de estructuras de Poder jerarquizadas, se convierte en una manipulación igual de jerarquizada. Y los que no se identifican como anarquistas no son necesariamente estúpidos: Se dan cuenta de este proceso y a menudo optan por abandonar el campo (de la lucha) en vez de enfrentarse a él. La doble derrota que surge cuando prevalecen los anarquistas y consiguen echar a todos los demás, es que lo que queda es una agrupación de individuos anarquista e informal, bajo un techo falso, sin objetivos claros y sin ningún acuerdo político claro. O sea, que es inevitable que se retiren también ellos mismos, ya que para los anarquistas la extracción de una plusvalía semejante no tiene la mínima utilidad. Deberían aceptar asumir esta responsabilidad con sinceridad y valentía: Luchamos contra los partidistas, los derrotamos, nos hemos quedado solos y como anarquistas finalizamos esta lucha insignificante para nosotros. Esto nunca ha sido dicho, y nadie espera escucharlo. Los sindicatos que se componen de un puñado de anarquistas de todo tipo, las asambleas barriales y proyectos de anti-estructuras auto-organizadas pierden su sentido y son incapaces de atraer de nuevo a gente. El maltrato del concepto de la auto-organización social y de clase es hecho por los mismos anarquistas que la propusieron.

¿Y cómo concibieron la auto-organización que ellos mismos propusieron? Como una estructura de organización social más democrática, horizontal, anti-jerárquica, y como un intento de emancipación. Lo mejor que pueda dar un movimiento político anarquista por la liberación social es reprimido por los mismos anarquistas. Algunos se preguntan si podría surgir un movimiento masivo de organización horizontal sin los anarquistas. El germen (la semilla) y la idea de la organización horizontal sí que surge históricamente de las ideas y propuestas de los libertarios y los anarquistas sobre el cómo podrían organizarse políticamente ellos mismos sin jerarquías y relaciones autoritarias. No obstante, la semilla no es propiedad de los anarquistas. Hasta los reformistas o quizá personas aún más conservadoras puede ser que quieran organizarse entre sí de una manera semejante. Aún más extremo sería el ejemplo de los clubs cerrados o las organizaciones de los industriales y los empresarios, algunas de las cuales puede ser que en el futuro se organicen de una manera semejante. Pero esto no acarreará ningún cambio social. Por eso a menudo se emplea el término desde abajo. Los que no tienen poder, aquellos a los que la manipulación y la organización vienen siempre desde arriba, son los que tiene sentido organizarse para liberarse de la explotación y la opresión. Para que surja la codiciada revolución social, estas relaciones humanas, o sea las sociales, tendrán que cambiar y para que venga la igualdad la participación y la organización de ellos tendrá que ser equitativa. Es decir, que el objetivo de los anarquistas no debería ser su organización como anarquistas, sino convencer a la sociedad que debe organizarse de esta manera para derrocar el sistema de explotación y opresión. En otras palabras, no es tan necesaria la presencia y la participación de los anarquistas. Tampoco debería ser su objetivo que todos los miembros de la sociedad llegasen a ser miembros de la organización política anarquista. Es importante el modo del que los explotados y los oprimidos podrán organizarse para liberarse colectivamente.

Desde luego aquí surge la siguiente reflexión: Para que un movimiento político organizado pueda elaborar tales cuestiones, para que pueda comunicárselos a sus miembros como una lógica común (que puedan respetar y promover la auto-organización más allá de la formación de grupos políticos, que puedan salvaguardar los procesos con respecto a su verdadera organización horizontal y su autonomía política, y que puedan producir su propio discurso político donde les corresponde), primero tendrá que surgir una organización política semejante. Y esto lo decimos si anteriormente hemos considerado que es de suma importancia la organización social y no la política. También, estos campos de lucha podrían desarrollarse simultáneamente, paralelamente y con mutuo respecto. Lo importante, sin embargo, es la situación actual como ha surgido históricamente y el hecho de que algunas prácticas tienen que eliminarse. La incapacidad de producir un proyecto importante de organización política no puede ser prohibitiva para el desarrollo de otros campos de lucha. No puede ser que el aformalismo de las relaciones personales en el que está basado el espacio político anarquista sea un impedimento para la lucha social y de clase. No puede ser que la invención ideológica y la obsesión que la organización y la burocracia son rasgos propios de mecanismos partidistas torpedeen cualquier tentativa de creación de una organización social.

Por esta razón he escrito este texto. Por si estas reflexiones se difunden (propagan), por si se debaten en algún lugar y en algún momento, así que algunas prácticas empiecen a cambiar. Por desgracia, nuestra lucha contra las estructuras de Poder y contra cualquier jerarquía informal ha llegado a darse diariamente contra algunos anarquistas enfermizos (componentes de la Patogénesis). Es un derroche de energía y de recursos hecho para acabar con esta estrangulación de los argumentos por los componentes de la “anarquía quimérica”, como decía algún compañero. Las personas que individualmente llevan la identidad del anarquista, mientras que son totalmente incapaces de organizarse políticamente, se han convertido en el mecanismo de represión principal del movimiento libertario. Nuestra cotidianidad en estos proyectos ha acabado siendo una pelea continua con estas personas. Son unos ideólogos del aformalismo, unos individualistas que creen que la organización política se basa sólo en relaciones personales de confianza, como una organización-telarañas que se va extendiendo constante y eternamente, basándose tan sólo en las relaciones personales. Esto funciona cuando unos cientos de personas funcionan dentro de una urbe sobre la base de estas relaciones. Sin embargo, cuando unos miles de personas tienen la voluntad de organizarse, unas doscientas o trescientas personas funcionan de una manera disolvente para todos: “Si no te puedo controlar, no tienes por qué organizarte. Tienes que seguir siendo como yo. Tienes que someterte, porque si no tienes muchos conocidos o amiguetes, no puedes hacer nada con nadie”. Esta es la noción del caudillito insignificante que tiene la obsesión ideológica de que una persona puede ser anarquista en sí sola y que diez puñados de personas que se conocen entre sí constituyen un movimiento. Millones de individuos no organizados no tienen ningún poder y no pueden influir en la realidad social por la simple razón que no pueden coordinarse y moverse en común en el tiempo y el espacio. Esta es la razón por la que una pequeña y organizada clase de personas (la clase burguesa) puede imponerse sobre las millones de personas en la Tierra que siguen sin organizarse.

Compañeros (si sois compañeros), ¿acaso deberíamos velar por hacer constantemente propuestas de organización en cada barrio, en cada lugar de trabajo, y sobre cómo podríamos organizarnos como vecinos y como trabajadores? ¿Acaso deberíamos proponer procesos que asegurarían la estructura y el funcionamiento horizontales, contribuir a su inicio y a su continuación, o sea buscar la colaboración con otros grupos similares, y desear que ellas produzcan su propia política, olvidándose hasta de nuestra identidad anarquista dentro de ellas? ¿Acaso la existencia de tales organizaciones no es lo que queremos decir con el término emancipación social? ¿Acaso nuestro papel debería ser detectar cualquier jerarquía informal de todo tipo que surja en estos proyectos sociales, y machacarla? ¿Acaso deberíamos convertir cualquier relación personal en política, detectar el individualismo en los proyectos y sustituirlo por la comunicación política horizontal? Si no podemos hacerlo en común, y si los autodenominados anarquistas y antiautoritarios siguen haciendo cada vez más daño al movimiento, que sepáis que nosotros no vamos a dimitir, no vamos a retroceder, vamos a enfrentarnos a vosotros y ajustaremos cuentas. Y entonces los argumentos políticos serán los que convencerán a la sociedad y no las relaciones personales y el apoyo de los otros “agentes” y “personalidades” del movimiento. Y sería muy inoportuno un enfrentamiento entre la sociedad auto-organizada y la plaga de los anarquistas aformalistas. Pero la revolución (cuando venga, ¡y vendrá!) no prestará la mínima atención a compañerismos, confianzas y relaciones personales entre los pocos. La revolución nacional pasará por encima de la anarquía quimérica y la arrasará, si ella le obstaculiza el camino. Y entonces os cantaremos “whose side are you on boys, whose side are you on?”

Texto publicado en la página web https://elef0eriako.wordpress.com.

 
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