De los comités de defensa de CNT a Los Amigos de Durruti. Situación revolucionaria en 1936-37

Charla de Agustín Guillamón en el Ateneu Cooperatiu LA BASE (20 febrero 2014) sobre: Los comités de defensa de la CNT en Barcelona, la situación revolucionaria de julio de 1936 y la Agrupación de Los Amigos de Durruti

DefensaEl combate de los trabajadores por conocer su propia historia es un combate, entre otros muchos más, de la guerra de clases en curso. No es puramente teórico, ni abstracto, erudito o banal, porque forma parte de la propia conciencia de clase y se define como teorización de las experiencias históricas del proletariado internacional, y en España debe comprender, asimilar y apropiarse, inexcusablemente, las experiencias del movimiento anarcosindicalista de los años 30.

En la charla de hoy expondré el surgimiento de la Agrupación de Los Amigos de Durruti (LAD) como una oposición interna al colaboracionismo de la CNT, así como las principales aportaciones de esta Agrupación a la teoría revolucionaria anarquista, situándolo en el contexto de la historia del los comités de defensa y el desarrollo de un proceso revolucionario tras la insurrección obrera del 19 y 20 de julio de 1936.

1.- ¿Qué era un Comité de Defensa (CD)?: Los comités de defensa eran la organización militar clandestina de la CNT, financiada por los sindicatos y su acción estaba subordinada a éstos. No eran una organización de la FAI.

En octubre de 1934 (en una reunión del CN de los CD) se abandonó la vieja táctica de los grupos de acción, en favor de una seria y metódica preparación revolucionaria.

Y decían literalmente: “No hay revolución sin preparación. Hay que acabar con el prejuicio de las improvisaciones. Ese error, de la confianza en el instinto creador de las masas, nos ha costado muy caro. No se procuran, como por generación espontánea, los medios de guerra inexcusables para combatir a un Estado que tiene experiencia, fuerte armamento y mayor capacidad ofensiva y defensiva”.

El cuadro o grupo de defensa básico, debía ser poco numeroso, para facilitar su clandestinidad y agilidad.  Debía estar formado por seis militantes, con funciones muy específicas:

1.- secretario: contacto con otros cuadros, creación de nuevos grupos, informes.

2.- investigación de personas: determinar la peligrosidad de los enemigos.

3.- investigación de edificios: levantar planos y elaborar estadísticas.

4.- estudio de los puntos estratégicos y tácticos de la lucha callejera.

5.- estudio de los servicios públicos.

6.- investigar dónde obtener armas, dinero y abastos.

A esa cifra ideal de seis, podía sumarse algún miembro más para cubrir tareas “de sumo relieve”. La clandestinidad debía ser absoluta. Eran los núcleos básicos de un ejército revolucionario, capaces de movilizar a grupos secundarios más numerosos, y éstos, a su vez, a todo el pueblo.

Su ámbito de acción era una demarcación muy precisa dentro de cada barrio, marcada sobre plano En cada barrio se constituía un Comité de Defensa de la barriada, que coordinaba todos esos cuadros de defensa, y que recibía un informe mensual de cada uno de los secretarios de grupo. El secretario-delegado de barrio realizaba un resumen que entregaba al Comité de Distrito; y éste, a su vez, lo tramitaba al Comité Local de Defensa “y éste al Regional y al Nacional sucesivamente”.

La organización de los comités de defensa a escala regional y nacional, encuadraba a aquellos sectores de trabajadores, como ferroviarios, conductores de autocar, trabajadores de teléfonos y telégrafos, carteros y en fin, todos los que por características de su profesión u organización, abarcaban un ámbito nacional, destacando la importancia de las comunicaciones en una insurrección revolucionaria. Se dedicaba un cuidado especial al trabajo de infiltración, propaganda y captación de simpatizantes en los cuarteles.

Las funciones esenciales de los comités de defensa eran dos:

1.- Obtención, mantenimiento, custodia y aprendizaje en el manejo de las armas.

2.- Intendencia en el sentido amplio de la palabra.

Los CD podían considerarse como la continuidad, reorganización, profundización y extensión de los grupos de acción y autodefensa armada de los años del pistolerismo (1917-1923).

2.- ¿Cómo se pasó de los grupos de acción a los cuadros de defensa?: En enero de 1935 los grupos anarquistas Indomables, Nervio, Nosotros, Tierra Libre y Germen, en el Pleno de la Federación de Grupos Anarquista de Barcelona fundaron, en Barcelona, el Comité Local de Preparación Revolucionaria (CLPR).

Frente a un panorama histórico, realmente desolador; el auge del fascismo en Italia, del nazismo en Alemania, del estalinismo en la Unión Soviética, de la depresión económica con un paro masivo y permanente en Estados Unidos y Europa; la ponencia elaborada en ese Pleno, oponía la esperanza del proletariado revolucionario.

Decía el CLPR: “En la quiebra universal de las ideas, partidos, sistemas, sólo queda en pie el proletariado revolucionario con su programa de reorganización de las bases de trabajo, de la realidad económica y social y de la solidaridad”.

EL CLPR criticaba la vieja táctica, ya abandonada en octubre de 1934, de la gimnasia revolucionaria y de la improvisación de las insurrecciones de enero de 1932, y de enero y diciembre de 1933. Y decía ese Comité: “La revolución social no puede ser interpretada como un golpe de audacia, al estilo de los golpes de estado del jacobinismo, sino que será consecuencia y resultado del desenlace de una guerra civil inevitable y de duración imposible de prever”.

La preparación revolucionaria para una larga guerra civil exigía nuevos desafíos, impensables en la vieja táctica de los grupos de choque. Decía: “Dado que no es posible disponer de antemano de los stocks de armas necesarios para una lucha sostenida, es preciso que el Comité de preparación estudie el modo de transformar en determinadas zonas estratégicas las industrias […], en industrias proveedoras de material de combate para la revolución”. Ahí estuvo el origen de la comisión de industrias de guerra, constituida el 7 de agosto de 1936, que en Cataluña levantó de la nada más absoluta una potente industria bélica gracias al esfuerzo de los trabajadores, coordinados por los cenetistas Eugenio Vallejo Isla, metalúrgico; Manuel Martí Pallarés, del sindicato de Químicas, y Mariano Martín Izquierdo; aunque más tarde el éxito se lo quisieron apuntar los políticos burgueses como Josep Tarradellas.

De los grupos de acción y de choque para la práctica de la gimnasia revolucionaria, anteriores a 1934, se había pasado a la formación de cuadros de información y combate, considerados como células básicas de un ejército revolucionario, capaz de derrotar al ejército y sostener una guerra civil.

3.- ¿Podían los anarquistas tomar el poder?: Durante el primer semestre de 1936 el grupo Nosotros se enfrentó al resto de grupos de la FAI, en Cataluña, en agrios debates sobre dos concepciones fundamentales, en un momento en el que se conocían con certeza los preparativos militares para un cruento golpe de Estado. Esos dos conceptos eran la “toma del poder” y el “ejército revolucionario”.  El pragmatismo del grupo Nosotros, más preocupado por las técnicas insurreccionales que por los tabúes, chocaba frontalmente con los prejuicios ideológicos de otros grupos faistas, esto es, con el rechazo a lo que denominaban “dictadura anarquista” y un profundo antimilitarismo, que lo dejaba todo a la espontaneidad creativa de los trabajadores.

Este duro ataque a las “prácticas anarco-bolcheviques” del grupo Nosotros se expresó ampliamente en la revista Más Lejos, que publicó las respuestas a una encuesta que había planteado en su primer número, de abril de 1936, que consistía en dos preguntas sobre la aceptación o rechazo del abstencionismo electoral, y una tercera sobre la toma del poder, que decía así: “¿Pueden los anarquistas, en virtud de tales o cuáles circunstancias, y VENCIENDO TODOS LOS ESCRÚPULOS, disponerse a la toma del Poder, en cualquiera de sus formas, como medio de acelerar el ritmo de su marcha hacia la realización de la Anarquía?”

Casi todos respondieron negativamente. Pero ninguna respuesta ofrecía una alternativa práctica a esa negativa generalizada a tomar el poder. Teoría y práctica anarquistas parecían divorciadas, en vísperas del golpe de Estado militar.

En el Pleno de Grupos Anarquistas de Barcelona, reunido en junio de 1936, García Oliver expuso que la organización de los cuadros de defensa, coordinados en comités de defensa de barrio, en la ciudad de Barcelona, eran el modelo a seguir, extendiéndolos a toda España, y coordinando esa estructura a nivel regional y nacional, para constituir un ejército revolucionario del proletariado. Ese ejército debía complementarse con la creación de unidades guerrilleras de cien hombres. Muchos militantes se oponían a las concepciones de García Oliver, confiando más en la espontaneidad de los trabajadores que en la disciplinada organización revolucionaria. Las convicciones antimilitaristas de muchos grupos de afinidad, produjeron un rechazo casi unánime de las tesis del grupo Nosotros, y muy especialmente de García Oliver.

4.- ¿Cómo se transformaron esos Comités de Defensa en Milicias Populares y comités revolucionarios de barrio?

El 19 de julio de 1936, la guarnición militar de Barcelona contaba con unos seis mil hombres, frente a los casi dos mil de la guardia de asalto y los doscientos “mossos d´esquadra”. La guardia civil, que nadie sabía con certeza por el lado que se decantaría, contaba con unos tres mil. La CNT-FAI disponía de unos veinte mil militantes, organizados en comités de defensa de barriada, dispuestos a empuñar las armas.  En 32 horas los CD derrotaron al ejército, y al apoderarse de los 30.000 fusiles depositados en el cuarte de San Andrés la resistencia armada al golpe militar se convirtió en una insurrección obrera victoriosa.

Hubo una doble TRANSFORMACIÓN de esos cuadros de defensa. La de las Milicias Populares, que definieron en los primeros días el frente de Aragón, instaurando la colectivización de las tierras en los pueblos aragoneses liberados; y la de los comités revolucionarios que, en cada barrio de Barcelona, y en muchos pueblos de Cataluña, impusieron una “nueva situación revolucionaria”.

El auténtico poder de ejecución y resolución estaba en la calle, era el poder del proletariado en armas, y lo ejercían los comités locales, de defensa y de control obrero, expropiando espontáneamente fábricas, talleres, edificios y propiedades; organizando, armando y transportando al frente los grupos de milicianos voluntarios que previamente habían reclutado; quemando iglesias o convirtiéndolas en escuelas o almacenes; formando patrullas para extender la guerra social; guardando las barricadas, ahora  fronteras de clase, que controlaban el paso y manifestaban el poder de los comités; poniendo en marcha las fábricas, sin amos ni directivos, o reconvirtiéndolas para la producción bélica; requisando coches y camiones, o alimentos para el comité de abastos; recaudando impuestos revolucionarios y financiando obras públicas para paliar el paro; sustituyendo a los caducos ayuntamientos republicanos, imponiendo en cada localidad su absoluta autoridad en todos los dominios, sin atender órdenes de la Generalidad, ni del Comité Central de Milicias Antifascistas (CCMA). La situación revolucionaria se caracterizaba por una atomización del poder.

En la ciudad de Barcelona los comités de defensa, transformados en comités revolucionarios de barrio, en ausencia de consignas de cualquier organización y sin más coordinación que las iniciativas revolucionarias que cada momento demandaba, organizaron los hospitales, desbordados por la avalancha de heridos, constituyeron comedores populares, requisaron coches, camiones, armamento, fábricas y edificios, registraron  domicilios privados, detuvieron sospechosos y crearon una red de Comités de abastos en cada barrio, que se coordinaron en un Comité Central de Abastos de la ciudad, en el que adquirió notable presencia el Sindicato de Alimentación.

Esos comités de barrio no hacían o dejaban de hacer la revolución; su propia existencia y su actividad, sustituyendo todas las funciones estatales, hacía que encarnaran la revolución social.

El 21 de julio, un Pleno de Locales y Comarcales había renunciado a la toma del poder, entendida como  dictadura de los líderes anarquistas, y no como imposición, coordinación y extensión del poder que los comités revolucionarios ya ejercían en la calle. Se decidió crear un CCMA, que posteriormente, en el verano de 1937, LAD definieron muy acertadamente como ORGANISMO DE COLABORACIÓN DE CLASES en el que participaban todas las organizaciones antifascistas.

El 24 habían partido las dos primeras columnas anarquistas, al mando de Durruti y Ortiz. Durruti hizo un discurso por radio en el que alertaba sobre la necesidad de estar vigilantes ante una posible intentona contrarrevolucionaria. Había que congelar la situación revolucionaria en Barcelona, para “ir a por el todo” después de tomar Zaragoza.

El Pleno Regional del día 26 confirmó, por unanimidad, que la CNT seguiría manteniendo la misma posición, aprobada ya el 21 de julio, de participar en ese nuevo organismo de colaboración de clases llamado CCMA. Ese mismo pleno del día 26 creó una Comisión de Abastos, dependiente del CCMA, a la que debían someterse los distintos comités de abastos surgidos por doquier, y ordenaba al mismo tiempo un fin parcial de la huelga general. El resumen de los principales acuerdos alcanzados en este Pleno se editó en forma de un Bando, para su general conocimiento y acatamiento.

El CC de Abastos era una institución fundamental, que aseguraba un requisito indispensable para unos obreros voluntarios que abandonaban sus puestos de trabajo para ir a combatir al fascismo en Aragón: asegurar en su ausencia la alimentación de unos familiares que dejarían de percibir el semanal del que vivían.

5.- Cronología.

26 de septiembre. Tres anarquistas entran en el gobierno de la Generalidad de Cataluña: Doménech, Fábregas y García Birlán.

1 de octubre de 1936 se produce la disolución del CCMA.

El balance real dejado por el CCMA en sus nueve semanas de existencia era desastroso para los revolucionarios:

1.- Se había  pasado de unos comités locales revolucionarios, que ejercían todo el poder en la calle y las fábricas, a su disolución en beneficio exclusivo del pleno restablecimiento del poder de la Generalidad.

2.- Se había pasado de unas Milicias obreras de voluntarios revolucionarios a un ejército burgués de corte clásico, sometido al código de justicia militar monárquico, dirigido por la Generalidad

3.- Se había pasado de las expropiaciones y el control obrero de las fábricas a una economía centralizada, controlada y dirigida por la Generalidad.

El 9 y 12 de octubre se emiten decretos de supresión de los comités locales  y su sustitución por ayuntamientos frentepopulistas. El 24 de octubre se emiten los decretos de militarización de las Milicias y el de Colectivizaciones y control obrero.

El retraso en la aplicación de los decretos, provocada por la sorda pero enconada resistencia de la militancia confederal, que aún estaba armada, hizo que el gobierno de la Generalidad se planteara como objetivo prioritario el desarme de la retaguardia, impulsando una campaña de propaganda contra los llamados “incontrolados”, que derivó hacia el objetivo secundario contenido en el repetitivo eslogan: “armas al frente”.

La fuerte resistencia de la base anarcosindicalista a la militarización de las milicias, al control de la economía y de las empresas colectivizadas por la Generalidad, al desarme de la retaguardia y a la disolución de los comités locales se manifestó en un retraso de varios meses al cumplimiento real de los decretos del gobierno de la Generalidad sobre todos estos temas. Resistencia que, en la primavera de 1937, cristalizó en un gran malestar, al que se sumó el descontento por la marcha de la guerra, la inflación y la penuria de productos de primera necesidad, para desembocar entonces en una crítica generalizada de la militancia cenetista de base a la participación de los comités superiores de la CNT-FAI en el gobierno, y a la política antifascista y colaboracionista de sus dirigentes, a quienes se acusaba de la pérdida de “las conquistas revolucionarias del 19 de julio”.

En la ciudad de Barcelona el decreto de disolución de los comités locales afectaba teóricamente a los comités revolucionarios de barriada, aunque en la práctica continuaron funcionando como siempre. Aún eran demasiado fuertes y, además, estaban armados.

4 de noviembre de 1936. Cuatro ministros anarquistas en el gobierno de la República: García Oliver, Federica Montseny, Joan Peiró y Juan López. La posición de Durruti se expresa en un discurso radiofónico, de gran impacto entre los obreros barceloneses, en el que se opone al decreto de militarización de las Milicias Populares, amenaza con BAJAR A BARCELONA para frenar los avances contrarrevolucionarios de la burguesía e imponer en los mandamases de retaguardia la disciplina que se exige en el frente, critica la burocratización de la CNT, y aboga por un mayor compromiso y sacrificio de la retaguardia para ganar la guerra.

Al día siguiente (5 de noviembre) se convoca una reunión del Consejo de la Generalidad, ampliada a todas las organizaciones antifascistas, en la que se acusa veladamente a Durruti de INCONTROLADO que encarna una creciente y generalizada oposición a la militarización, la disolución de los comités, la desnaturalización de las colectivizaciones y el control de la economía por la Generalidad. Todos los reunidos, incluidos los cenetistas, acuerdan colaborar para conseguir que se cumplan los decretos de la Generalidad, y que no queden en papel mojado.

6 de noviembre. El gobierno de la República (con los cuatro nuevos ministros anarcosindicalistas recién incorporados) huye de Madrid y se establece en Valencia. El pueblo de Madrid responde con el grito de «¡Viva Madrid sin gobierno¡»

20 de noviembre de 1936. Muerte de Durruti en el frente de Madrid.

Finales de noviembre de 1936: El CR de la CNT señala a los comités de barrio, que se oponen a entregar las armas, como “a sus peores enemigos”. Los sindicatos deciden hibernar los comités de defensa, porque ya existen las patrullas de control, que eran la policía creada por el CCMA en las que los cenetistas cuentan con un 50 por ciento de efectivos.

6 de diciembre. Balius publica en Solidaridad Obrera un artículo titulado «El testamento de Durruti» en el que dice: «Durruti afirmó rotundamente que los anarquistas exigimos que la Revolución tenga un carácter totalitario».

16 de diciembre de 1936. El POUM es excluido del gobierno de la Generalidad. Nin y Fábregas salen del gobierno. Fábregas, cenetista, había sido el Consejero de Economía que había impulsado el Decreto de Colectivizaciones.

Enero de 1937. Josep Tarradellas emite 58 decretos de carácter financiero y tributario, conocidos como Decretos de S´Agaró, mediante los cuales domina todos los ayuntamientos de Cataluña (y los comités locales que se resisten a formar esos ayuntamientos frentepopulistas) y somete a todas las empresas colectivizadas al control del gobierno de la Generalidad.

26 de enero de 1937. Balius es nombrado director de La Noche.

5 al 8 de febrero de 1937. Asamblea plenaria de las columnas confederales y anarquistas, reunida en Valencia para tratar el tema de la militarización, que finalmente es aceptada.

A finales de febrero Pablo Ruiz abandona la 4 Agrupación de Gelsa de la Columna Durruti, bajando a Barcelona con 800 hombres armados.

2 de marzo de 1937. El diario La Noche publica una nota en la que se hace una presentación de los objetivos, características y forma de asociarse a la Agrupación de Los Amigos de Durruti.

4 de marzo de 1937. La Generalidad publica el decreto de disolución de las Patrullas de Control y de creación de un Cuerpo único de Seguridad, formado por los guardias de asalto y la guardia civil. Aunque la disolución de las patrullas no fue efectiva hasta junio del 37, ante esta clara amenaza los sindicatos deciden rearmar y reorganizar los comités de defensa.

17 de marzo de 1937. Constitución formal de la Agrupación de Los Amigos de Durruti. Balius es nombrado vicesecretario. Ruiz y Carreño son miembros de la junta directiva.

Los Amigos de Durruti fueron una numerosa agrupación anarquista, fundada en marzo de 1937, que podríamos caracterizar como una rama más del movimiento libertario, muy parecida a lo que era en aquel momento “Mujeres Libres”.  Sus miembros eran milicianos de la Columna Durruti opuestos a la militarización, y/o anarquistas, críticos respecto a la entrada de la CNT en el gobierno republicano y el de la Generalidad.

La importancia histórica y política de la Agrupación de Los Amigos de Durruti radica en su intento, surgido (en 1937) del propio seno del movimiento libertario, de constituir una vanguardia revolucionaria, que pusiera fin al abandono de los principios revolucionarios, y al colaboracionismo con el Estado capitalista; de forma que la CNT defendiera y profundizara las «conquistas» de julio de 1936, en lugar de cederlas poco a poco a la burguesía.

8 de abril. Balius publica en Ideas un artículo  titulado «Hagamos la revolución» en el que dice: «si [Companys] tuviese a su disposición un contingente crecido de fuerzas armadas, amarraría de nuevo a la clase trabajadora al dogal capitalista.»

El domingo, 11 de abril, en el mitin de la plaza de toros La Monumental, se vieron pancartas que exigían la libertad de los numerosos presos antifascistas, en su mayoría cenetistas. Federica Montseny fue abucheada y silbada. Los gritos favorables a la libertad de los presos arreciaron, una y otra vez. Los comités superiores culpabilizaron del “sabotaje” a la Agrupación de Los Amigos de Durruti. Federica, muy molesta, amenazó con no volver a dar un mitin en Barcelona.

El lunes, 12 de abril de 1937, se desarrolló, en la Casa CNT-FAI, una sesión del pleno local de Grupos Anarquistas de Barcelona, con asistencia de los grupos de Defensa confederal y de las Juventudes libertarias que acordó retirar a todos los cenetistas de cualquier cargo en los estamentos antifascistas gubernativos, ir a la formación de un Comité revolucionario para la coordinación de la lucha armada y socializar inmediatamente la industria, el comercio y la agricultura.

Esta reunión se le había escapado de las manos a la burocracia. En ese Pleno habían intervenido los Comités de Defensa de Barcelona, o lo que es lo mismo, la delegación de los comités revolucionarios de barriada, y también las Juventudes Libertarias, radicalizando, sin duda, los acuerdos tomados.

Y esa FAI de Barcelona, junto a las secciones de defensa de los comités revolucionarios de barrio y las Juventudes Libertarias, pese al escándalo y la histérica oposición de algunos burócratas presentes, como Toryho, había decidido terminar con el colaboracionismo, retirar a los consejeros (ministros) anarquistas del gobierno de la Generalidad y constituir un Comité revolucionario que dirigiese la guerra contra el fascismo. Era un paso decisivo hacia la insurrección revolucionaria, que estalló el 3 de mayo.

En esa reunión había particpado Pablo Ruiz, uno de los fundadores de Los Amigos de Durruti, y Santana Calero que se afilió a Los Amigos de Durruti después de los Hechos de Mayo

Esta radicalización era fruto de una situación cada vez más insostenible en la calle. El 14 de abril, una manifestación de mujeres, que esta vez no estaba manipulada por el PSUC, partió de La Torrassa para recorrer los distintos mercados de Collblanc, Sants y Hostafrancs, protestando por el precio del pan y de los productos alimenticios. Las manifestaciones y protestas se extendieron a casi todos los mercados de la ciudad. En días posteriores se reprodujeron, con menor virulencia, tumultos y manifestaciones en diverso mercados. Algunas tiendas y panaderías fueron asaltadas. El hambre de los barrios obreros de Barcelona había salido a la calle para manifestar su indignación y exigir soluciones.

Ese mismo día se distribuyó un Manifiesto de Los Amigos de Durruti contra la celebración del aniversario de la proclamación de la República.

18 de abril de 1937 (domingo). Mitin de Los amigos de Durruti en el Teatro Poliorama, presidido por Romero, en el que intervinieron Francisco Pellicer, Pablo Ruiz, Jaime Balius, Francisco Carreño y Vicente Pérez «Combina».

25 de abril de 1937. Asesinato del dirigente ugetista Roldán Cortada en Molins de LLobregat.

27 de abril de 1937. Enfrentamiento armado en Bellver de Cerdaña entre anarquistas y fuerzas de la Generalidad. Muerte a tiros de Antonio Martín, alcalde anarquista de Puigcerdá, que en los 20 había sido miembro del grupo Los Solidarios.

Finales de abril. La Agrupación, encoló un cartel en árboles y muros por toda la ciudad de Barcelona, en el que Los Amigos de Durruti difunden su programa: «Todo el poder a la clase trabajadora. Todo el poder económico a los sindicatos. Frente a la Generalidad, la Junta Revolucionaria.»

2 de mayo de 1937 (domingo). Mitin de Los Amigos de Durruti en el Teatro Goya, en el que se proyectó el film «19 de julio», glosado por Jaime Balius, y en el que intervinieron además «Liberto Callejas» y Francisco Carreño. Militantes de la CNT interrumpen una conversación telefónica entre Companys y Azaña.

El lunes, 3 de mayo de 1937, hacia las tres de la tarde, Rodríguez Salas pretendió tomar posesión del edificio de la Telefónica. Los militantes cenetistas de los pisos inferiores, tomados por sorpresa, se dejaron desarmar; pero en los pisos superiores se organizó una dura resistencia, gracias a una ametralladora instalada estratégicamente. La noticia se propagó rápidamente. EN MENOS DE DOS HORAS se levantaron barricadas en toda la ciudad. No debe hablarse de una reacción espontánea de la clase obrera barcelonesa, porque la huelga general, los enfrentamientos armados con las fuerzas de policía y las barricadas fueron fruto de la iniciativa tomada por los comités de defensa, rápidamente secundada gracias a la existencia de un enorme descontento generalizado, las crecientes dificultades económicas en la vida cotidiana causadas por la carestía de vida, las colas y el racionamiento. La lucha callejera fue impulsada y realizada desde los comités de defensa de los barrios, SIN QUE MEDIARA ORDEN ALGUNA DE LOS COMITÉS SUPERIORES, que habían sido desbordados.

Los Amigos de Durruti no iniciaron la insurrección, pero fueron los combatientes más activos en las barricadas, dominando todas la calle Hospital desde Las ramblas hasta LOS ESCOLAPIOS  y el Paralelo..

Los trabajadores confederales, desorientados por el llamamiento de sus dirigentes ¡los mismos del 19 de julio! optaron, al fin, por abandonar la lucha, aunque al principio se habían burlado de los llamamientos de la dirección de la CNT a la concordia y al abandono de la lucha, en aras de la unidad antifascista.

4 de mayo de 1937 (martes). El tiroteo ha durado toda la noche.

Numerosas barricadas y violentos enfrentamientos en toda la ciudad. En el barrio de Sants son desarmados 400 guardias. Companys pide al gobierno de Valencia aviones para el bombardeo de los edificios y cuarteles de la CNT. La artillería de Montjuic y el Tibidabo, controlada por la CNT, apunta al Palacio de la Generalidad. «Abad de Santillán», Isgleas y Molina consiguen detener en Lérida a las divisiones mandadas por el cenetista Máximo Franco (miembro de Los Amigos de Durruti) y José Rovira (del POUM), que pretendían «bajar a Barcelona». A las siete de la tarde, en el Principal Palace de Las Ramblas, incautado por el POUM, se reunieron Jaime Balius, Pablo Ruiz, Eleuterio Roig y Félix Martí, en representación de Los Amigos de Durruti, con «Julián Gorkin», Andrés Nin y Juan Andrade, como representantes del Comité ejecutivo del POUM. Tras analizar la situación, y dada la posición adoptada por la CNT, llegaron al acuerdo de proponer una retirada ordenada y armada de los combatientes en las barricadas. A las nueve de la noche la emisora de radio de la Generalidad emite el llamamiento de los líderes de distintas organizaciones (García Oliver por la CNT) para que cesen los combates. García Oliver emite por radio el discurso DEL BESO. Se hace público un manifiesto del CE del POUM. La Sección bolchevique-leninista lanza una octavilla. La noche del 4 al 5 la Agrupación de Los Amigos de Durruti redacta e imprime una octavilla.

5 de mayo de 1937 (miércoles). Los Amigos de Durruti distribuyen una octavilla. La CNT desautoriza por radio a la Agrupación de Los Amigos de Durruti. Se combate sólo en el centro; el resto de la ciudad está en manos de los Comités de Defensa confederales. A la 1 de la tarde el ugetista Sesé, recién nombrado consejero de la Generalidad, cae muerto a causa del tiroteo procedente del Sindicato de Espectáculos de la CNT. A las tres de la tarde la emisora de radio de la Generalidad emite un nuevo llamamiento a la paz de los líderes de distintas organizaciones (Federica Montseny por la CNT). Muerte de Domingo Ascaso. Berneri y Barbieri son detenidos por guardias y militantes ugetistas del Sindicato del Agua. Sus cadáveres aparecieron al día siguiente en la calle, cerca del Palacio de la Generalidad, con señales evidentes de que habían sido torturados.

6 de mayo (jueves). La Batalla reproduce la octavilla de Los Amigos de Durruti. En ese mismo número La Batalla hace un llamamiento para la retirada de los trabajadores. Solidaridad Obrera desautoriza la octavilla de Los Amigos de Durruti.

7 de mayo (viernes). La Batalla repite su llamamiento, condicionado a la retirada de la fuerza pública y a la conservación de las armas. Se reanudan los transportes y se produce cierta normalización. Hacia las nueve de la tarde llegan a Barcelona los guardias de asalto, enviados por el gobierno de Valencia. Companys cede el control del orden público. Las Patrullas de Control se ponen a las órdenes del delegado especial de Orden Público enviado por el gobierno de la República.

8 de mayo de 1937 (sábado). Se deshacen las barricadas, excepto las del PSUC, que permanecen hasta junio. Los Amigos de Durruti distribuyen un Manifiesto que hace un balance de las Jornadas de Mayo. En el Manifiesto se habla de «la traición» de los dirigentes de la CNT.

9 de mayo (domingo). Solidaridad Obrera califica el Manifiesto de demagógico y a los miembros de la Agrupación de provocadores.

17 de mayo. Negrín sustituye a Largo Caballero en la Presidencia del gobierno. El Comité Regional de la UGT de Cataluña exige la expulsión de su seno de todos los militantes del POUM, y apremia a la CNT para que haga lo mismo con Los Amigos de Durruti.

19 de mayo. Aparece el número 1 de El Amigo del Pueblo, con grandes espacios en blanco a causa de la censura.

22 de mayo. Reunión del Pleno de las Federaciones locales y comarcales de la CNT en la que se propone la expulsión de Los Amigos de Durruti. Sesión del Ayuntamiento de Sabadell en la que se acuerda el cese del concejal (y delegado comarcal de Economía de la Generalidad) Bruno Lladó Roca, por haber colgado en su despacho un cartel de Los Amigos de Durruti.

26 de mayo. Aparece, sin previo paso por censura, el número 2 de El Amigo del Pueblo. Balius fue encarcelado, días después, como director de una publicación clandestina, previa denuncia del PSUC.

28 de mayo. Se clausura La Batalla y la emisora de radio del POUM. Clausura de la sede social de Los Amigos de Durruti en Las Ramblas. Nota en la primera página de Solidaridad Obrera exigiendo la expulsión de la Agrupación de Los Amigos de Durruti.

6 de junio. Disolución de las Patrullas de Control.

12 de junio 1937. El Amigo del Pueblo número 3.

16 de junio. Detención de los miembros del CE del POUM. Ilegalización del POUM y persecución de sus militantes.

22 de junio 1937. El Amigo del Pueblo número 4.

22 al 24 de junio de 1937. Secuestro y asesinato de Andrés Nin, secretario del POUM, por la policía secreta soviética.

2 de julio. Octavilla de la Sección bolchevique-leninista de España (por la IV Internacional) que se solidariza con los militantes del POUM, perseguidos por el estalinismo.

20 de julio 1937. El Amigo del Pueblo número 5.

10 de agosto 1937. El gobierno disuelve por la fuerza el Consejo de Aragón.

12 de agosto 1937. El Amigo del Pueblo número 6.

31 de agosto 1937. El Amigo del Pueblo número 7.

20 de septiembre. Fuerzas de orden público y de los estalinistas asaltan con bombas, ametralladoras y tanques el edificio de Los Escolapios, sede del Sindicato de Alimentación y del Comité revolucionario del Barrio del Centro, el último que quedaba por ocupar. Los comités de defensa pasan a la clandestinidad.

21 setiembre 1937. El Amigo del Pueblo número 8.

20 de octubre 1937. El Amigo del Pueblo número 9.

23 de octubre de 1937. Aparece el número 1 de Alerta, órgano de los clandestinos comités de defensa. Denuncian las torturas estalinistas en las cáceles de los presos cenetistas, la desaparición de la CNT en comarcas como Cerdaña y Tierras del Ebro. La burocratización de los comités superiores, y repiten una y otras bvez que la revolución NO se hace desde el Estado, sino contra el Estado. Se publicará  siete números hasta el 4 de diciembre de 1937.

30 de octubre al 1 de noviembre. Congreso de la Union Anarchiste en la que los disidentes Mercier-Vega, Carpentier, Feuillade y Guyard se enfrentan a una mayoría que expresa su solidaridad total con los anarquistas españoles favorables al colaboracionismo con el gobierno burgués.

8 de noviembre 1937. El Amigo del Pueblo número 10.

20 de noviembre 1937. El Amigo del Pueblo número 11.

enero de 1938. Se publica Hacia una nueva revolución, folleto redactado por Balius, y editado por Los Amigos de Durruti.

1 de febrero de 1938. El Amigo del Pueblo número 12.

febrero de 1939. Révision nº 1. Nueva revista teórica anarquista dirigida por Mercier-Vega y Feuillade.

abril de 1939. Révision nº 3. En un estudio sobre el Estado se expone el programa de Los Amigos de Durruti. En la contraportada se anuncia una conferencia de «Ridel» (Mercier-Vega) sobre «La posición y el programa de Los Amigos de Durruti».

junio-julio 1939. Solidarity. El órgano de la Anti-Parlamentary Comunnist Federation, publica «The Friends of Durruti accuse», firmado por el Grupo franco-español de Los Amigos de Durruti.

1 de agosto de 1939. Révision nº 6. Tras un año de no publicarse aparece de nuevo la revista, bajo el subtítulo «Courier des Camps» («Correo de los campos de concentración»). Aparecen varios artículos y comunicados firmados por «El Grupo franco-español de Los Amigos de Durruti».

julio a septiembre de 1939. L’Espagne nouvelle, subtitulado «L’Espagne indomptée», números 67-69. Publicación en francés de dos artículos de Jaime Balius, y de otros artículos firmados por «A.P.» (André Prudhommeaux), «Ridel», Hem Day y Ernestan.

En 1938, los Comités de Defensa, al igual que todos los revolucionarios estaban ya bajo tierra, en la cárcel o en la clandestinidad más absoluta. No fue la dictadura de Franco, sino la República de Negrín quien acabó con la Revolución.

6.- Las principales aportaciones teóricas de la Agrupación al pensamiento anarquista pueden resumirse en estos puntos:

1.- La necesidad de un programa revolucionario, claro y preciso, defendido por los fusiles. Todo el poder económico es gestionado por los sindicatos.

2.- Las revoluciones son totalitarias o fracasan. Totalitaria significa que abarca todos los campos: político, social, económico, cultural. Y también señala la necesaria represión violenta de la contrarrevolución burguesa y la necesidad de una dirección revolucionaria.

3.- La sustitución del gobierno de la Generalidad por una Junta Revolucionaria, que es entendida como un organismo revolucionario unitario de la clase obrera, opuesto a la colaboración de clases, sin participación de la burguesía ni de los estalinistas, y al margen de las estructuras estatales.

El tradicional apoliticismo anarquista hizo que la CNT careciera de una teoría de la revolución. Sin teoría no hay revolución, y no tomar el poder significó dejarlo en manos del Estado capitalista. Para la Agrupación el CCMA fue un órgano de colaboración de clases, y sólo sirvió para apuntalar y fortalecer al Estado burgués, que no se quiso ni se supo destruir. De ahí la necesidad, propugnada por Los Amigos de Durruti, de constituir una Junta Revolucionaria, capaz de coordinar, centralizar y fortalecer el poder de los múltiples comités obreros, locales, de defensa, de empresa, milicianos, etcétera, que fueron los únicos detentadores del poder entre el 19 de julio y el 26 de setiembre. Un poder atomizado en múltiples comités, que detentaban localmente todo el poder, pero que al no federarse, centralizarse y fortalecerse entre sí, fueron canalizados, debilitados y transformados por el CCMA en ayuntamientos frentepopulistas, direcciones de empresas sindicalizadas y batallones de un ejército republicano. Sin la destrucción total del Estado capitalista, las jornadas revolucionarias de julio del 36 no podían dar paso a una nueva estructura de poder obrero. La degeneración y el fracaso final del proceso revolucionario eran inevitables. Sin embargo el enfrentamiento, entre el anarquismo de Estado y reformista de la CNT-FAI y el anarquismo revolucionario de Los Amigos de Durruti, no fue lo bastante preciso y contundente como para provocar una escisión que clarificara las posiciones antagónicas de ambos.

CONCLUSIONES

1.- En julio de 1936, la cuestión esencial no era la toma del poder (por una minoría de dirigentes anarquistas), sino la de coordinar, impulsar y profundizar la destrucción del Estado por los comités.

Los comités revolucionarios de barriada (y algunos de los comités locales) no hacían o dejaban de hacer la revolución: eran la revolución social.

La destrucción del Estado por los comités revolucionarios era una tarea muy concreta y real, en la que esos comités asumían todas las tareas que el Estado desempeñaba antes de julio de 1936. Y ESA ES LA GRAN LECCIÓN DE LA REVOLUCIÓN DEL 36: LA NECESIDAD DE DESTRUIR EL ESTADO-

2.- Durante la guerra civil, el proyecto político del anarquismo de Estado, constituido como un partido antifascista más, utilizando métodos de colaboración de clases y de participación gubernamental, organizado burocráticamente con el objetivo principal de ganar la guerra al fascismo, fracasó estrepitosamente en todos los terrenos; pero el movimiento social del anarquismo revolucionario, organizado en comités revolucionarios de barrio, locales, de control obrero, de defensa, etcétera, constituyó los embriones de un poder obrero que alcanzó cotas de gestión económica, de iniciativas populares revolucionarias y de autonomía proletaria, que aún hoy iluminan y anuncian un futuro radicalmente diferente a la barbarie capitalista, el horror fascista o la esclavitud estalinista.

Y aunque ese anarquismo revolucionario sucumbió finalmente a la represión coordinada y cómplice del Estado, de la burguesía, de los estalinistas y de los comités superiores, nos legó el ejemplo, la reflexión y el combate de algunas minorías, como Los Amigos de Durruti, las JJLL de Cataluña y determinados grupos anarquistas de la Federación Local de Barcelona, que nos permiten teorizar hoy sus experiencias, aprender de sus errores y reivindicar su lucha y su historia.

Agustín Guillamón
Charla en el Ateneu Cooperatiu LA BASE
(20 de febrero de 2014)
Fuente: http://www.alasbarricadas.org/noticias/node/27928

Los libros de A. Guillamón en los que se fundamenta la charla son:

Los comités de defensa de la CNT en Barcelona (1933-1938). Aldarull, 4ª edición 2013.

Los Amigos de Durruti. Historia y antología de textos. Aladarull, 2013.

La revolución de los comités. Aldarull, 2012.

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