¿Es el esperanto una lengua revolucionaria?

Este artículo pretende esbozar un recorrido por la historia del esperanto desde el punto de vista de sus potencialidades comunicativas y especialmente en los medios revolucionarios, libertarios y anarquistas en concreto. Para ello se compara su utilización en los distintos sectores sociales y políticos y en su caso con los acontecimientos históricos que influyeron en su difusión. En concreto las dos guerras mundiales y los intentos internacionalistas entre ambas y después de la segunda. A partir de ahí se intenta una proyección al presente y al futuro próximo de la lengua.

En los últimos años aparecen aquí y allá en publicaciones libertarias (en papel y en la red) artículos o al menos alusiones a la importancia del esperanto y su potencial revolucionario. Muy a menudo esas apariciones vienen de la mano de simpatizantes de dicha utopía lingüística, que a menudo no conocen mucho del idioma y desde luego nunca lo han hablado; lo cual no les desdice lo más mínimo. Mucho más a menudo en foros, tertulias y desde luego en chácharas cerveceras gente, que por supuesto tampoco conoce ni habla el idioma, despotrica a sus anchas contra ese invento tan poco práctico y sus posibilidades de «triunfo». La polémica está servida.

Aquellos locos utópicos

ZamenhofLa idea más extendida sobre el esperanto (sobre todo entre sus detractores, pero también entre los ignorantes) es que se trata de un idioma que nació para ser la lengua de todo el mundo y evidentemente fracasó estrepitosamente1. Eso en parte es cierto, pero el peso de los matices puede invertir del todo el panorama. Para empezar, la intención del oscuro oculista Zamenhof no era anular las lenguas ya existentes, sino dotar a la humanidad de una segunda lengua auxiliar neutral, que ayudara en la comunicación internacional; algo así como el inglés de hoy, pero sin ingleses ni norteamericanos que sacaran provecho de ello.

En segundo lugar el fracaso también es relativo. Los seguidores del proyecto lingüístico neutral del oculista Zamenhof, medio ruso, medio polaco, medio judío (sí, ya veo: las matemáticas no cuadran, eso fue el comienzo de la historia) durante el último cuarto del siglo XIX proliferaron en cierta medida y desde luego desbancaron a los otros proyectos similares más o menos contemporáneos, como el del volapuk. En la primera década del siglo XX esos seguidores ya organizaban congresos en donde el esperanto era la lengua común tanto en actos más o menos solemnes como en conversaciones cotidianas. Simultáneamente la producción escrita se multiplicó tanto en traducciones de las principales obras literarias y científicas de la humanidad, como en producción propia originalmente escrita en esperanto.

En esas primeras décadas de vida de la nueva lengua el movimiento obrero (y específicamente el libertario) vio una herramienta útil para el contacto con compañeros de otras latitudes y otras lenguas. Rápidamente se crearon redes de contacto de anarquistas esperantistas por toda Europa, y no solo, también en China, Japón y América. Aún recuerdo una escena de una película de los años setenta, que no he vuelto a ver, «La ciutat cremada» en catalán, «La ciudad quemada» en castellano, sobre la Semana Trágica. En dicha escena unos obreros estudian esperanto en los ratos que permite la acción revolucionaria; se les ve entusiasmados.

¿Es esa la respuesta a la pregunta del título? ¿Fue o es el esperanto la lengua de los revolucionarios? Pues sí y no. Sí, porque es cierto que desde entonces hasta hoy, con altibajos y a menudo en conexión con los avatares políticos, grupos de revolucionarios, a menudo anarquistas, encontraron un medio de unión para la lucha. Se crearon infinidad de grupos, clubes, asociaciones, revistas esperantistas obreras en Europa e incluso alguna en China y Japón. Si ello sirvió para una mejor coordinación del internacionalismo revolucionario o no, quizá dependió de las propias estructuras de las organizaciones obreras y no de la misma idoneidad de los intentos esperantistas. En cualquier caso el esperanto quedó para la historia como un elemento más del imaginario colectivo del anarquismo junto con la acción directa, el pacifismo, el sindicalismo, el igualitarismo, etc.

Por otro lado el esperanto no fue patrimonio de los revolucionarios. Otros movimientos internacionalistas, como en su campo el catolicismo, también vieron las posibilidades del esperanto. Y no solo ellos, también otros sectores conservadores, militares, policías, la burguesía liberal, etc., consideraban la nueva lengua como un adelanto. El mismo Alfonso XIII, de infausta memoria, fue algo así como Alto Protector de un congreso universal celebrado en Barcelona en 1909.

Curiosamente cuando toda esa gente bien situada empezó a proponer en altas instancias la adopción o fomento del esperanto, muchos políticos franceses pusieron el grito en el cielo y boicotearon esos intentos. Entonces el francés era la lengua de la diplomacia y en general la lengua internacional. Ha recibido justo castigo el chovinismo galo. Durante el siglo XX el francés ha sido destronado, aunque el resultado no ha sido lo que se podría haber esperado.

Por lo tanto y resumiendo, por lo que a sus comienzos se refiere, todo quedó en empate. Revolucionarios adoptaron el esperanto, pero no mayoritariamente. Por otro lado también sectores conservadores, pero tampoco mayoritariamente. De manera que la sociedad vio un nuevo potencial, pero todavía no se decidió a arrancar. El francés seguía siendo lengua internacional, pero también despuntaba el inglés, mientras en determinadas regiones también funcionaban el alemán, el ruso, el español, etc. Parón para la lengua internacional.

¿Y qué pasó después?

La Gran Guerra de 1914 supuso una primera prueba para las potencialidades extralingüísticas del movimiento esperantista. Por un lado es cierto que el espíritu fraternal e internacionalista se tradujo en esporádicas acciones antimilitaristas y sobre todo de protección a inocentes amenazados (niños, desertores, etc.). Pero por otro lado también es cierto que potentes sectores de esperantistas en los países implicados (especialmente de Francia y Alemania) no solo se embarcaron decididamente en la defensa del militarismo de cada uno de sus países, sino que incluso a veces llegaron a utilizar el esperanto como medio de difusión de sus ideas partidistas2. Es decir, la lengua de la paz para la guerra.

De esta primera prueba el esperanto salió tocado. A pesar de que en Europa durante década y media se había hecho propaganda de que la difusión de un idioma internacional y neutral (que no beneficiara en particular a las potencias) podría servir para limar asperezas entre estas, a la hora de la verdad, la fuerza de la economía, la política y las ansias territoriales se había impuesto por encima de toda consideración humanitaria o igualitaria. Ante la fuerza de las armas el esperanto nada pudo.

Hubo serios intentos de llevar el esperanto a la Sociedad de Naciones, al menos como lengua experimental o de ayuda. Lo consideró tanto la propia organización supranacional como determinados gobiernos3. Los franceses dieron al traste con todo ello, como queda dicho, aunque también es verdad que franceses fueron gran parte de los defensores del esperanto tanto desde el principio como ahora. En Francia se celebró el primer congreso universal de esperanto en 1905 en Boulogne-sur-Mer.

Si desde arriba no había funcionado el invento, habría que intentarlo desde abajo. En los años veinte y treinta el potente movimiento obrero europeo de España a Rusia o de Suecia a los Balcanes tomó la alternativa. El esperanto ya había prendido en esos medios desde el principio, pero ahora al socaire de nuevos acontecimientos y situaciones se apostó decididamente por la experiencia lingüística. Proliferaron asociaciones obreras esperantistas, revistas, congresos…, e incluso frente a la interclasista UEA (Asociación Universal de Esperanto) se creó SAT (Sennacieca Asocio Tutmonda, algo así como Asociación Mundial Anacional)4.

En la Unión Soviética (entonces patria de muchas utopías) el espíritu internacionalista del esperanto arraigó firme entre quienes vieron la potencialidad comunicativa y propagandística de la lengua utópica. Pero sobre la marcha, el régimen estalinista se fue dando cuenta tanto antes, como durante y sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial, de que el esperanto permitía a los ciudadanos soviéticos interaccionar con conocidos y amigos del mundo capitalista. Y empezaron las purgas, también de esperantistas5.

Por su lado el movimiento obrero esperantista (y dentro de él SAT) se debatió entre las luchas intestinas de las diversas corrientes (socialdemócratas por un lado, comunistas por otro, anarquistas por otro, pero sobre todo estalinistas contra todos) a veces juntas, a veces separadas y alguna vez incluso enfrentadas. A veces junto con el movimiento esperantista burgués o interclasista, a veces no.

La Segunda Guerra Mundial supuso un nuevo varapalo al espe-rantismo. De nuevo el espíritu fraternal de la «idea interna» fue minoritario e insuficiente. Es cierto que el esperanto permitió contactos personales entre alemanes y ciudadanos de las «nacionalidades oprimidas», polacos, checos, rumanos, etc. Pero en general no solo esos contactos fueron barridos por la apisonadora nazi, sino que incluso cierto sector de los esperantistas germanos se decantó en favor del régimen nazi, para desencanto, estupor y terror de los demás; aunque también es cierto que unos se esfumaron ante la explosiva extensión del alemán por toda Europa a la sombra de los tanques y los otros se escondieron en las catacumbas a esperar mejor tesitura, por la cuenta que les tenía. Bien es cierto que en casos aislados la intercomunicación que posibilitaba el esperanto permitió contactos entre antifascistas de diversas procedencias y especialmente en el caso de la guerra civil española y la participación en ella de las Brigadas Internacionales6.

No hubo ningún intento conocido por medio del esperanto para evitar la catástrofe universal. No pudo haberlo. Ni a título individual ni como experiencia local. El papel antimilitarista inicial del esperanto había quedado totalmente en entredicho (como el antimilitarismo en general). En el futuro los objetivos de la lengua utópica tendrán que ser más realistas y menos ambiciosos, pero la ilusión es lo último que se pierde.

Con medio siglo de historia a la espalda ya se puede esbozar una respuesta provisional a la pregunta del comienzo ¿Es el esperanto una lengua revolucionaria? Pues en cuanto al uso que se ha hecho de ella, en principio se puede decir que sí es revolucionaria por el papel supranacional y fraternal que en origen se le dio. No es revolucionaria, porque en cuanto a ese papel inicial no se puede hablar más que de fracaso desde un punto de visto global (mundial). Sí es revolucionaria porque sectores obreros revolucionarios la utilizaron como tal, sobre todo durante los años veinte y treinta, aunque no solo entonces. No es revolucionaria, porque igualmente la usaron sectores burgueses, conservadores y hasta fascistas. Vayan echando cuenta. Por otro lado en sectores revolucionarios (y más concretamente comunistas o estalinistas) se produjo un debate cultural y político que enfrentaba a los partidarios del fomento de una lengua internacional como elemento interrelacionador de organizaciones revoucionarias contra los partidarios del uso de una lengua nacional ya consolidada, como pudiera ser el inglés o el ruso. La afición marxista al debate teórico produjo diversos focos de dicha polémica en la que intervinieron hasta Lenin o Stalin,7 o en otro nivel en Italia Gramsci8.

Por lo pronto hay que reconocer que el varapalo de la Segunda Guerra Mundial fue por partida doble: además del fracaso planetario en cuanto a la pérdida de millones de vidas humanas, sufrimiento, empobrecimiento, etc., desde el punto de vista lingüístico el triunfo aliado supuso el desembarco yanqui, es decir de la lengua inglesa, de la lengua del imperio (el Nuevo Imperio, el Nuevo Orden Mundial o como quiera que lo llamemos) en Europa, Japón y otras partes del mundo con armas y equipaje, es decir, la música, el cine, las modas, la hamburguesa, el hot dog, el jazz, el rock, el «the end» para las posibilidades de que una lengua internacional neutral (de ningún país o estado) fuese adoptada como medio de nivelación de los distintos pueblos y sociedades.

En los años sesenta un soplo de aire fresco recorrió el mundo: en Norteamérica, en Europa Occidental y en Europa Oriental un cierto espíritu fraternal, de camaradería, de igualdad, de oposición a la impostura política y a las guerras acogió al socaire el renacer del movimiento esperantista, que nunca había desaparecido. Los congresos universales (los mayoritarios: de 2.000 a 4.000 personas) se fueron sucediendo a ambos lados del telón de acero. La producción editorial (libros, revistas, música, etc.) fue aumentando el acervo cultural de lo que ya no era solo una lengua, sino también una cultura y una historia de al menos un siglo (¡cuántos estados y sociedades no han durado menos!) y con millones de hablantes, considerando cálculos más optimistas y la sucesión ya de diversas generaciones.

Compitiendo en las décadas finales del siglo XX con la imparable expansión del inglés como lengua internacional (que no neutral), el objetivo de los nuevos esperantistas es nuevo y de nuevo doble: por un lado siempre será válida y actual la presentación de un idioma neutral, que permite a un japonés y a un español entenderse en una lengua que ni es de ninguno de los dos (por lo tanto igualmente de ambos), ni es de «Mr. President of the United States ofAmerica», como experimento de nivelación social, política y personal. Por otro lado el esperanto permite una activa vida de enriquecimiento personal por medio de la lectura, de contactos internacionales, de participación en congresos, de alojamiento en casas de esperantistas, etc., lo que ninguna comunidad exclusivamente lingüística ofrece en todo el mundo.

Dicho de otra manera, cuando me comunico con un japonés en inglés (dado mis nulos conocimientos de la lengua nipona) pues bien, más o menos nos entendemos y cada uno sigue su camino; no ha habido más. Pero si me comunico con un japonés en esperanto (lo que he hecho a menudo), los dos percibimos un sentimiento especial, que es el de haber conectado con alguien aparentemente lejano en el idioma propio; es decir, yo he sentido que he hablado mi idioma, porque el esperanto es mi idioma, y mi amigo japonés ha echado al mismo tiempo la misma cuenta. Esa conexión permite relaciones que no permite el uso de ninguna otra lengua internacional o la comunicación en cualquier lengua que no sea la propia. O sea, el esperanto es la lengua propia además de la propia, dicho con cierta carga paradójica.

Ese uso provechoso y práctico del esperanto ha tenido que convivir a finales del siglo XX con una sensación de minusvalía
frente a la arrogante elevación del inglés a los altares. Sobre la marcha, el francés (y otros idiomas potentes) han sido o están siendo absolutamente relegados de organismos internacionales, del deporte, de la moda, de la fama, de la guerra… Hasta en la Unión Europea el inglés es de hecho (si no de derecho) la lengua oficial, cuando no es ni la primera ni la segunda lengua más hablada en los países miembros, ni los políticos ni el pueblo inglés pueden destacar por su europeísmo.

La caída del muro de Berlín, es decir del bloque socialista, abrió una enorme y utilísima brecha para la expansión del capitalismo occidental y de la lengua inglesa en su versión más far west de la mano. Desde entonces los poderosos (políticos, económicos, famosillos, etc.) de ambos lados del histórico límite sienten un casi orgasmo cuando oyen los balbuceos de la lengua gutural y nasal, muy a menudo en detrimento de la propia. El torpe uso del inglés no sólo contamina desde el punto de vista cultural muchas lenguas a lo largo del planeta, sino que a veces hasta las hace desaparecer. Es verdad que lo propio hicieron a lo largo de la historia otras lenguas como el latín, el español, el árabe o el ruso, pero es innegable que en la sociedad actual ese desdichado papel le corresponde a la lengua que alguna vez fue de Shakespeare.

Y todo porque se pasa demasiado fácilmente de lengua auxiliar a lengua única. El mundo actual es un mundo lingüísticamente desequilibrado porque por razones militares, económicas, políticas, demográficas y culturales (en ese orden) se ha elegido una lengua, con muchos defectos en comparación con otras, para ser no solo la lengua auxiliar internacional, sino también para ser la lengua única y para ello impuesta por la fuerza (a veces de las armas). Ejemplo son las imágenes, que han dado la vuelta al mundo, de soldados estadounidenses gritándoles en inglés órdenes a aterrorizados iraquíes, que ni entienden ese idioma ni qué les está pasando en general.

Entonces el esperanto, ¿vive o sobrevive?

En este negro panorama a caballo de los dos milenios ocurrió una revolución cultural que todavía no nos ha mostrado sus últimas posibilidades. Internet. De nuevo cuando quizá parecía que las esperanzas del uso del esperanto se veían limitadas a nivel personal o esporádico, la posibilidad de contactar, enviar y recibir material con rapidez, eficacia y economía permitió una inusual recuperación del movimiento esperantista. Enseguida se multiplicaron los contactos, se facilitaron los cursos y sistemas de enseñanza y aprendizaje y aumentó la organización y participación en eventos.

En contrapartida bajó la afiliación directa en las organizaciones clásicas sea la universal UEA, sea la izquierdista SAT, sea las federaciones nacionales o las más específicas asociaciones esperantistas de cristianos, comunistas, ferroviarios, vegetarianos, amantes de los gatos, etc. Ello dificulta la pregunta del millón, que no es la del título, sino la que todo interesado (o escéptico) se hace enseguida: ¿cuánta gente habla esperanto?

Siempre ha sido difícil contabilizar a los hablantes de esperanto. Para las lenguas con un funcionamiento digamos «normal» todo es más fácil. Islandia, tantos millones de habitantes, tantos millones de hablantes de islandés. Para otras lenguas no tan fáciles de contabilizar, como el ruso o el español, también hay sistemas más o menos aproximativos y fiables. Lo mismo se puede decir de minorías, pueblos nómadas o diásporas. En el caso del esperanto, y especialmente después de la explosión de Internet, todo es más difícil. Antes las organizaciones esperantistas servían de punto de partida para el cálculo. Ahora en algún punto del planeta alguien oye algo sobre el esperanto, explora, se interesa, localiza un curso, en unas semanas o unos meses puede ser un nuevo miembro activo de la comunidad lingüística. No está registrado en ningún sitio, nadie lo contabiliza.

Hay otra dificultad añadida. Para cualquier lengua, por ejemplo el inglés, hay mecanismos estadísticos para determinar cuántos hablantes tienen el inglés como única lengua, como lengua materna o propia, como segunda lengua, lo usan con fluidez, rudimentariamente, etc. En el caso del esperanto la primera categoría no existe. Que se sepa, no hay nadie en el mundo que sepa y hable solo esperanto. Todos los esperantistas son al menos bilingües, lo cual hace de esa comunidad lingüística algo muy especial9. Y eso hace que el resto de categorías no tengan la misma consideración que para la mayoría de lenguas naturales.

No es lo mismo hablar cantonés como segunda lengua (porcentaje probablemente mínimo) que hablar esperanto como otra lengua (todos). Este fenómeno se ve matizado por un elemento muy disperso y poco conocido (a veces incluso entre esperantistas recientes) y es el llamado «denaskulo» o «denaska», es decir de nacimiento. Por todo el mundo familias y parejas, especialmente mixtas, deciden hablar a los niños en esperanto y en esa lengua se crían esos privilegiados. Normalmente y de forma simultánea junto con otra u otras lenguas fuera o dentro del ámbito familiar. Eso no es nada del otro mundo, porque personas, familias y grupos sociales bilingües siempre los ha habido y los hay por doquier. Lo curioso es que también ocurre en el mundo del esperanto.

Muchos esperantistas fervorosos acostumbran a amplificar las supuestas estadísticas de hablantes, yendo de miles de «denas-kuloj» [denaskúloi] a millones de hablantes. Una estadística también aproximativa pero más fiable aparece en un estudio desmitificador que en castellano se titularía «El esperanto sin mitos». Según ese estudio habría en el mundo unos mil «denas-kuloj», unos diez mil hablantes activos y con fluidez (lengua propia), unos cien mil hablantes no tan fluidos (como segunda lengua no propia), un millón de conocedores del idioma (no necesariamente usuarios activos) y hasta diez millones de conocedores de parte del idioma («komencantoj» [komentsántoj] o principiantes, que de ninguna manera se pueden considerar hablantes del idioma)10.

Con esos datos en la mano y esbozados el pasado y el presente del esperanto, se puede retomar la pregunta del comienzo. El esperanto no es una lengua revolucionaria (desde el punto de vista de la sustitución de la propiedad de los medios de producción y de la sociedad de clases y jerárquica), a pesar de las experiencias realizadas y por cuanto también sectores ideológicos adversos lo utilizan de forma activa. Pero tampoco deja de serlo por cuanto sus potencialidades siguen ahí. El esperanto sí es una lengua revolucionaria desde el punto de vista social y lingüístico (tan unidos) como propuesta de una solución igualitaria, antijerárquica y de oposición al sistema dominante fast food y Windows.

Pero quizá la faceta revolucionaria del esperanto no lo es por sus valores intrínsecos, sino por comparación con otras lenguas y los intereses que llevan aparejadas. Es evidente el interés económico, político y social que determinados estados angloparlantes (y en especial el Reino Unido para Europa y los Estados Unidos para todo el mundo) tienen en que el inglés sea cada vez más la única lengua internacional; no hay más que ver que el paralelo enfado en Francia, Alemania o países en que se hablan sus lenguas). Parecido se podría decir del interés del estado español por la situación del castellano en el mundo (Instituto Cervantes) o de Portugal por el incipiente desarrollo de la enseñanza del portugués en regiones limítrofes (Extremadura).

Por contra, detrás del esperanto no hay estado ni corporación empresarial. Esa es la base de su neutralidad e igualitarismo. Por eso hablantes de Mongolia o de Getafe se pueden identificar con esa lengua en la idea de que ninguna superestructura extraña o ajena saca provecho de ello. Las otras lenguas son la punta de un iceberg, que no vemos; el esperanto es un helado tutifruti que nos podemos comer entero y sin sorpresas.

¿Y no podría ser el inglés una lengua revolucionaria?

Por supuesto que sí. Y no. Definitivamente las lenguas no son más revolucionarias (desde el punto de vista socio-político) unas que otras, sino los usos que hagamos de ella. En esperanto bendice el papa «urbi et orbe» (penúltima lengua de una larga serie) todos los años y en esperanto se veía alguna cartela del 15-M; evidentemente no son comparables ambos usos de la lengua internacional. En inglés se desarrollan los debates de los FSM, algunos contactos internacionalistas11, pero también las conspiraciones del Banco Mundial o del G8.

Es inevitable comparar la vida (y las potencialidades revolucionarias) del esperanto con las del inglés. Es una obsesión de los esperantistas, pero también una evidencia. Y la cuestión no es ahora ver qué se hace con cada una de las lenguas, porque eso podría cambiar en cualquier momento. Sino cuál es el uso social que se está haciendo ya y ahora.

En otras palabras: sabemos del esfuerzo que nos cuesta a los españolitos aprender inglés, cada vez en edad más temprana, cada vez dedicándole más horas, esfuerzo, dinero, etc. Toda una vida, como quien dice. Y lo mismo los portugueses, los marroquíes, los iraquíes, etc. ¿Qué hacen mientras tanto ingleses, estadounidenses, australianos, etc.? ¿Aprender español, portugués, árabe? Seguro que no. La inmensa mayoría no. Adelantan, aprenden técnicas y utilidades, se divierten, progresan… Que aprendan los demás su lengua. Ellos adelante. Lo cual supone unos privilegios cuantificables en miles o millones de horas de trabajo, de euros, de dólares…

O sea que la hegemonía lingüística del inglés supone la jerarqui-zación, la explotación de unos pueblos por otros, pero no solo eso, sino que en cada pueblo también se reproduce la supremacía de unas castas, grupos o individuos: los que saben inglés sobre los demás. Algún malpensado podría argüir: «Bueno, eso pasaría también con el esperanto». Efectivamente, pero en mucha menor medida. Es verdad que siempre habría gente que supiera esperanto y gente que no, gente que sabría más y gente que sabría menos. Pero para empezar, las desigualdades para con los pueblos ya angloparlantes desaparecerían; la nivelación igualaría a los pueblos. Además las desigualdades sociales (clases instruidas y clases no instruidas) también se reducirían de forma automática por cuanto la dificultad de la lengua es intrínsecamente diferente: el esperanto es más fácil que cualquiera de las lenguas más extendidas12.

A título de ejemplo, ¿qué lengua se puede permitir el lujo de resumir su gramática en un párrafo? En esperanto cada letra tiene solo un sonido y cada sonido solo una letra. Los sustantivos acaban en -o, los adjetivos en -a, los adverbios en -e y los verbos en -i; cualquier cambio en la terminación cambia la categoría gramatical. Los verbos solo tiene presente en -as, pasado en -is, futuro en -os, imperativo en -u y condicional en -us. La adición de sufijos o las palabras compuestas multiplican hasta el infinito las posibilidades léxicas o expresivas del idioma. Eso es todo. O casi13.

Entusiastas defensores del esperanto subrayan la facilidad del idioma. Se puede aprender en días. Tostoi lo aprendió en una tarde. Etcétera. Aunque hay una base real, tampoco hay que exagerar. Se trata de un idioma y hay que estudiarlo. Hay que memorizar palabras (raíces más bien), ejercitar la pronunciación y hay que dedicarle tiempo.

A partir de ahí la comparación con el inglés de nuevo es inevitable: las dificultades de la fonética, de la ortografía («spelling»), la cantidad de excepciones, etc. Algo parecido se podría decir de la complejidad del sistema verbal de las lenguas romances (la endiablada conjugación española, que ni el hablante medio comprende o al menos titubea ante ella), la lejanía del sistema tonal chino, por no decir de la escritura… Ante todo ello el esperanto aparece como un juego de niños.

Y efectivamente el sistema de creación de palabras permite, partiendo de algunas raíces, ir creando palabras que nunca se han estudiado ni visto (o incluso ni existen hasta entonces), lo cual convierte el aprendizaje del esperanto en una especie de juego de creación de palabras. Te las inventas y aciertas. Como botón de muestra, si sabes que los antónimos se forman con mal-, lo que ahorra la memorización de cientos de palabras, y sabes que «bela» es guapo y «malbela» feo, cuando aprendes que «dika» es gordo y «fermi» cerrar, ya sabes cómo se dice delgado y abrir, sin haberlo estudiado nunca.

Este sistema y la facilidad general del esperanto permite su aprendizaje en enseñanza básica o media, sin agobios frente al aborrecimiento que a veces genera la enseñanza del inglés u otras lenguas. Y lo mismo facilita el fenómeno del «denaskulo». Si uno bucea en YouTube encontrará fácilmente el vídeo de un bebé de un año que sin saber todavía encadenar dos sílabas seguidas entiende perfectamente esperanto y reacciona adecuadamente, como lo podría hacer cualquier coetáneo avispado en su propia lengua.

A pesar de todo lo dicho, la sociedad, como en muchos otros aspectos, da la espalda a la evidencia y se enfrasca cada vez más en la lucha por el inglés, como si eso fuera la lucha por la supervivencia, por la modernidad, por el triunfo. Secciones bilingües, campamentos de inmersión, congresos internacionales (es decir en inglés), publicaciones científicas (es decir en inglés)… Por no hablar del papanatismo universitario, cada vez más cegado por los intereses empresariales y estatales.

Y que no se me malinterprete. Como buen amante de las lenguas, he disfrutado con el inglés (y de otras lenguas) y me parece bien que se utilice en beneficio propio y ajeno. Lo malo es cuando se convierte en las orejeras del burro que da vueltas a la noria. No solo que impida ver la posibilidad del esperanto (y de otras lenguas), sino que a menudo anula la potencialidad de la lengua propia y cercena las de las otras lenguas, cercanas o no.

¿Qué nos queda entonces? ¿La revolución personal?

Siempre les digo a mis alumnos de esperanto que ojalá lo hubiera conocido con 18 o 20 años en lugar de con 40. Lo que me perdí. Pero bueno, nunca es tarde, si la dicha es buena.

El panorama general de la sociedad puede cambiar de un momento a otro, al menos en cuestiones coyunturales. También la enseñanza, el uso de las lenguas, etc. De hecho está siempre cambiando, evolucionando. En ese contexto, del esperanto
se pueden extraer dos beneficios. Uno social, al participar en congresos, asociaciones, foros en la red, etc. Uno de los más conocidos es la lista de esperantistas «Pasporta Servo», que ofrece alojamiento gratuito por todo el mundo, si se habla esperanto.

Y en otro nivel, más personal, a veces me pregunto y me respondo que aunque yo fuera el único hablante de esperanto en el mundo quizá me gustaría seguir leyendo y escribiendo por mi cuenta y disfrutando de las posibilidades expresivas y comparativas de esta lengua que siempre será mi lengua. Tanto el carácter neutral de su concepción como el funcionamiento mecánico y lúdico de sus elementos (lo que conlleva facilidad suprema) me animan a usarla a diario por encima de mis necesidades y hacia simplemente mi disfrute.

Y  para terminar, qué placer el de hacer realidad el sueño de aquellos locos utópicos.

Bibliografía

•    CENTASSI, R; MASSON, H (2005): El hombre que desafió a Babel, Madrid. (Biografía de Zamenhof e información sobre el esperanto en apéndices).

•    LINS, U (1988): La dangera lingvo, Gerlingen. (La lengua peligrosa, en esperanto, sobre la historia del esperanto y las persecuciones sufridas sobre todo por parte del nazismo y del estalinismo). Ver en inglés http://donh.best.vwh.net/Esperanto/ Literaturo/Refenzoj/dangxera_lingvo.html

•    MONTAGNER, A (2009): Gramsci kaj Esperanto. Kion oni scias kaj kion oni devas scii. Gramsci e l’Esperanto. Quello che si sa e quello che si deve sapere, Milano. (Gramsci y el Esperanto, Lo que se sabe y lo que se debe saber, bilingüe en esperanto e italiano).

•    SIKOSEK, Z (2003): Esperanto sen mitoj, Antverpeno. (Esperanto sin mitos).

•    VALÉN, A (2004): El esperanto: lengua y cultura, Santander. (En español, sobre la lengua internacional en todos sus aspectos). Ver en http://satenhispanio.eresmas.com/Libroservo/ Lenguaycultura.htm

•    http://www.esperanto.es/hef/index.php (web de la Federación Española de Esperanto, en español y en esperanto).

•    http://satenhispanio.eresmas.com/ web de SATeH (SAT en España, en esperanto, castellano y otras lenguas españolas)

•    http://www.uea.org/ web de UEA (En esperanto y en otras lenguas en margen izquierdo).

•    http://www.satesperanto.org/ web de SAT (En esperanto y en otras lenguas en margen derecho).

Notas:

1 «Este idioma nació con la vocación de trascender las culturas nacionales y servir de puente entre ellas sin suplantarlas». (Valén, 2004, 87)

2 «Francoj, germanoj kaj italoj dissendis esperantlingvajn informilojn por defendi la starpunktojn de la militantaj registaroj.» (Lins, 1990, 59)

3    «En decembro 1920, laü iniciato de Privat dek-unu delegitoj […] prezentis al la Unua Asembleo de Ligo de Nacioj projekton de rezolucio.» (Lins, 1990, 63)

4    «¿Qué es SAT?», en http://www.satesperanto.org/article467,467.html

5    (Lins, 1990, 383-459).

6    «Esperantistoj luktis kontraü la fasisma dangero ne nur plume: Ankaü al la Internaciaj Brigadoj aligis pluraj el la kvazaü proverbaj «pacaj bata-lantoj», venintaj al Hispanio el […].» (Lins, 1990, 138)

7    (Lins, 1990, 316-383)

8    (Montagner, 2009)

9 Pero tampoco tan extraordinaria. En otras comunidades lingüísticas, como la catalanoparlante o la euskaldún sucede algo similar.

10 (Sikosek, 2003)

11 Es la segunda lengua oficial de la AIT junto con el español.

12    (Valén, 2004, 14-15)

13    (Centassi, 2005, 279-281, ¡solo 3 páginas!)

 

José Salguero

Publicado en: Estudios · Revista de Pensamiento Libertario

http://cnt.es/estudios/estudios-1-2011-revista-de-pensamiento-libertario

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