Bajo llave veintitrés horas al día
Sólo una de recreo,
Encerrado en una celda fría
Se entumecen su carne y sus huesos.
No hay día que no se repita:
¡Yo no me merezco esto!
Mientras va perdiendo la vista
Por no ver más allá de dos metros.
Se oyen voces de amnistía,
Derrama lágrimas cada preso
Alejado de su familia.
Adrián Kerouac