Cibercartas, el espíritu nacional e hipócritas (con corona o sin ella)

Mango

Es probable que alguien se pregunte, como yo, si los últimos acontecimientos mediáticos no se habrán orquestado, bajo una batuta invisible, para sonar de tal modo que hagan inaudibles los verdaderos tambores que nos resuenan en el pensamiento y el estómago: el juego de ahora-sí-ahora-no del rescate; la burla de la clase política que, como máximo, mediodice, en casi todos los casos, mentiras; la represión policial, política, económica, educativa, sanitaria, cultural y laboral que estamos sufriendo, cada ciudadano y TODOS, cuando asistimos a una manifestación; el fascismo, que ya sin tapujos, avanza a golpe de decretazo y de cállense-la-boca-o-les-dejamos-sin-aire; la dictadura, cada vez menos encubierta, de la derecha-reina-de-los-brokers, que pretende prohibirnos el expresarnos, el pedir la independencia y el cuestionar este estado de falsa libertad…

Al escribir últimos acontecimientos mediáticos me estoy refiriendo a hechos, detalles, frases que han sido dichas y otras medidas que indiscutiblemente, y porque los políticos nos creen ciudadanos con tragaderas infinitas, se lanzan e imponen para tapar la verdadera situación de emergencia que vivimos. Pueden ser vistos, escuchados y analizados como contradicciones del “sistema” o, como es mi opinión, directamente actos de terrorismo, burlas insoportables, desvergüenza y prueba irrefutable de que la clase política, su sentido del poder, ha más que ultrapasado los límites que pudieran resultar aceptables.

En el colmo de la caradura y de la falta de cualquier tipo de ética, por distintos flancos (y nunca mejor elegido un término militar relacionado con la formación de un ejército) los políticos despliegan su terrorismo sobre un país que agoniza, agonía de la que no pueden ni deberían eludir su responsabilidad directa, que se despierta cada día con una nueva medida “que ha sido pensada para aminorar el daño y las consecuencias negativas de…”, ellos dixit, y que nos va apretando, cada vez más, la garganta. Y lo hacen, como decía, sin ningún tipo de medida, sin pudor. Si estos nos han permitido llegar hasta aquí y no han reaccionado, ¿por qué no ir más allá y exprimirlos aún más?, deben preguntarse antes de salir de sus casas lujosas y subirse a sus mercedes con cristales tintados.

En tan solo 48 horas, estos irresponsables con cargo, nuestros ineludibles guías (vestidos de negro o no) hacia el camino sin retorno de la ruina han sido autores de las muestras de que la situación es de un total terrorismo de estado: del estado  sobre los ciudadanos, un terrorismo que no es perseguido sino, por el contrario, legalizado, aceptado e incluso, me atrevería a decir, practicado con tanta frecuencia que si continuamos sin pararles los pies, terminará por propiciar que hagamos lo que hizo el farmacéutico griego junto a un árbol: suicidarnos como ente social.

Les relato y resumo los actos terroristas, de estado, cometidos por quienes se llenan la boca al decir que nos “representan”:

-Ayer se leía y escuchaba por doquier una telenovela hipócrita, dirigida a terminar de anestesiar nuestra conciencia y a intentar que los “revoltosos empeñados en la independencia y otras rebeldías” se quedaran entretenidos con un reality caldoso y falso: «Ha sido una decisión dura, durísima». Con la voz entrecortada y visiblemente emocionada, la presidenta madrileña, presentaba su dimisión y afirmaba su decisión de abandonar la política activa”. Beatificación del terrorismo, la manipulación política, la extorsión a los políticos que opinaban distinto a ella, las amenazas esperanzadas para lograr, de cualquier forma sus “caprichos y cumplimiento de filias”. Beatificación de los errores que nos afectaron a todos. Mistificación del error, no solo ortográfico, sino político, social, ausencia de respeto por los “pobres” que no tienen el patrimonio que ella posee, y la influencia que ha utilizado para lograr trepar y aspirar, como aspiraba, a ser la Thatcher española, azafata sustituta del seseante Rajoy. “Ha sido un verdadero animal político”, decían  ayer los amnésicos, olvidadizos o inconscientes, advenedizos fans o clásicos admiradores, con voz circunspecta. Hipocresía con voz impostada, salida de gargantas arropadas con camisas mil rayas que, un día después, sin ningún respeto ni objetividad histórica, describían a un Carrillo recién fallecido como un asesino y “nada más”. Un verdadero animal político. Beatificación en tele y radio difusión. Un verdadero animal. Lo de político, me van a perdonar, lo voy a borrar por coherencia con mi manera de interpretar la realidad (yo, al menos reconozco la inexistencia de una realidad y la existencia, por el contrario, de la interpretación de cada uno, aunque quedarse sin puesto de trabajo, pasar hambre o no llegar a fin de mes no es ninguna “interpretación”). Preguntada Celia Villalobos sobre si pensaba que la marcha de Aguirre escondía la intención de “hacer daño a” a su enemigo Rajoy y otros ex amigos, la respondiente en cuestión decía que “si hubiese querido hacer daño se habría quedado y no habría presentado su dimisión” Moraleja, expresada con total descaro: los políticos no se quieren ir de la poltrona, entre otras cosas, porque estar sentados en ella les da poder, dinero, influencia y, además, pueden jugar al yo-te-pego-y-tu-te-aguantas entre ellos. Y van y lo aceptan. Y explícitamente aceptan que son unos impresentables. Y explícitamente nos dicen que nos consideran imbéciles.


-Escucho que su majestad el rey (será la suya y la de quien lo dijo, que no la mía) ha participado en la apertura del año judicial. Ya no me queda capacidad de sorpresa. Frente a una manada de jueces, supuestamente los masters del universo de la justicia, estaba un señor con corona (juro que yo no se la puse) y un yerno supuestamente ladrón, de guante blanco, eso sí, pendiente de un proceso judicial que, esperemos, pondrá a cada uno en su sitio. Para colmo del terrorismo de estado, el fiscal general del Estado prometía tolerancia cero con los «pupilos» de ETA y con la corrupción (mirando al yerno del noos-todavía-supuesto ladrón) y exigía “criterios de política de Estado en defensa del interés general”. ¿Se preguntan, como yo, que entenderán estos señores-que-se-creen-por-encima-del-bien-y-del-mal por “interés general”?

El monarca viajero y cazador, habitante de una casa real (yo solo frecuento la república independiente de mi casa) que, repentinamente se preocupa por sus súbditos (exclúyanme a mí, por favor, jamás lo fui de este amigo de la muerte a rifle de paquidermos), preso de un ataque de modernidad se apunta al carro de las TIC y abre nueva página web real para recordarle a sus “vasallos” que no tienen que hacer amago alguno de “espíritu crítico”, que nada de diadas, de reclamar derechos y expresarse, que nada de sublevarse. El señor con corona nos instaba a recobrar el espíritu de la unidad nacional y regresar a los valores que presidieron la transición: “Desde la unión y la concordia, hemos de recuperar y reforzar los valores que han destacado en las mejores etapas de nuestra compleja historia y que brillaron en particular en nuestra Transición Democrática: el trabajo, el esfuerzo, el mérito, la generosidad, el diálogo, el imperativo ético, el sacrificio de los intereses particulares en aras del interés general, la renuncia a la verdad en exclusiva”. Debe haberse confundido al pedirnos lo que ni la monarquía ni la clase política hacen ni dan y, por el contrario, se une con sus palabras al carro de aceptar sibilinamente que sí, que esta falsa democracia que nos dejan ilusoriamente vivir es , en realidad, una DICTADURA FASCISTA y nos pide, con mucho acierto, que nos levantemos contra ella y busquemos una transición, AL FIN, ¿o no ha querido decir eso su majestad?)

Quien se ausenta en los momentos claves y vive la realidad virtual de un monarca de cuento y de castillo, se permite el lujo de dirigirse al vulgo con una cibercarta que, si la leen con detenimiento, además de avergonzarse de la supuesta desvergüenza que pudiera supuestamente intuirse en la supuesta esencia del mensaje, es idéntica a las no-ciber-cartas que nos remite, cada navidad, pero con leves toques de maquillaje, yo diría que con cierto aire incluso vintage. Y, para finalizar, como un padre amoroso, nos aconseja sobre lo que deberíamos hacer: “En estas circunstancias, lo peor que podemos hacer es dividir fuerzas, alentar disensiones, perseguir quimeras, ahondar heridas. No son estos tiempos buenos para escudriñar en las esencias ni para debatir si son galgos o podencos quienes amenazan nuestro modelo de convivencia”. Mire usted, como diría uno de los suyos,  si es que puede ver-mirar: Ya somos millones, muchos de nosotros estaban en la manifestación de la diada, la de los mineros, la de los profesores, la de los sanitarios, los que sabemos que no son galgos SINO PODENCOS quienes nos dirigen y nos han hecho llegar a este shock social, a esta dictadura, a la represión y al retroceso de los derechos que tanto les costó a las generaciones anteriores conseguir. PODENCOS, con P de políticos, de poder, pero no de pueblo.

PS: Y recuerde que somos millones ya quienes no aceptamos vivir en esta mala versión de El Planeta de los Simios que están rodando con nosotros. Recuerde. Recuerde.

Enlace del artículo: http://lamoscaroja.wordpress.com/

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