Trump: aislacionismo, nacionalismo y racismo. ¿Por qué?

Lo sorprendente no es que Trump sea nacionalista, racista y aislacionista, lo que sorprende es que todos los periodistas y analistas o comentaristas de tertulia exclamen con sorpresa que Trump tiene ese sistema de valores, como si esos valores no formaran parte del pensamiento político norteamericano, representado, tradicionalmente, por los republicanos. Los demócratas son otra cosa, representan la sociedad más urbana y progresista de Estados Unidos. Que vive en ambas costas. Otra cosa es la América profunda. Profundamente religiosa y reaccionaria. Una parte de la cual también vive en la costa, pero irritada.

Trump es un fantasma de la Guerra civil norteamericana, donde se luchó contra el racismo, contra el aislacionismo y contra el nacionalismo por el federalismo. Su racismo lo pone de manifiesto levantando un muro de ladrillo contra las razas inferiores sudamericanas. Y construyendo otro muro legal contra las razas inferiores que pretenden entrar en Estados Unidos. Como si esta gran nación de Estados no hubiera sido construida por las razas inferiores de las que él mismo procede.

Nacionalismo y aislacionismo son dos rasgos ideológicos del populismo. Nacionalismo no debe confundirse con independentistas o emancipadores que son quienes quieren la independencia de su tierra para construir una sociedad democrática. El nacionalismo es todo lo contrario, como el populismo que lo contiene, es una ideología interclasista que invoca al pueblo en abstracto como fundamento de legitimidad, en lugar de invocar la defensa de las libertades como único fundamento. Se resume en el lema, de las monarquías ilustradas, todo para el pueblo, pero sin el pueblo. Sólo que éstos no son precisamente ilustrados.

A pesar de que hay comentaristas y periodistas que dicen, como si supieran de lo que hablan, que el populismo no es una ideología. Es una ideología porque tiene un sistema de valores, una moral, y una teoría del origen y forma del Poder. Elementos con los que se construye cualquier ideología. Es una ideología autoritaria, antidemocrática, machista, racista, antifeminista y homófoba.

Los republicanos son, ideológicamente, nacionalistas, aislacionistas y populistas. Precisamente porque cuestionan las libertades consagradas en la Constitución norteamericana invocan el pueblo americano, y pueblo americano no son ni los sudamericanos, ni los negros ni los asiáticos, sino los de origen anglosajón, irlandés y europeo central, sobre todo de origen alemán, aquéllos que viven en la américa profundamente religiosa opuestos a los cambios. Esta diferencia la pueden comprobar en la serie de televisión “Big Bang theory”, si observan el contraste entre la madre de Sheldon y la de Leonard. Es una foto fija de la sociedad americana. Hecha por ellos mismos.

Durante los años veinte se sucedieron tres presidentes republicanos que defendieron esos valores. El racismo, fomentaron el renacimiento del Ku-Klus-Kan y el nacionalismo asociado al aislacionismo. Al terminar la IIª Guerra Mundial, cuando se estaba potenciando la alianza económica, política y militar, entre Europa y Estados Unidos frente a la URSS, el expresidente republicano Hoover proclamó, a finales de diciembre, 1950, la vuelta al aislacionismo.

En su opinión los europeos debían concentrarse en su propia defensa en lugar de vivir a costa de los Estados Unidos. La bomba atómica minimizaba la importancia de la guerra terrestre, de manera que, en su opinión, la defensa debía concentrarse en el potencial naval y aéreo en el Atlántico y en el Pacífico, formando una muralla defensiva impenetrable para los ejércitos soviéticos. Según esta estrategia, Europa quedaba abandonada a su propia suerte (fuente MUNDO, nº 557, pg. 31 y 32 ).

Ojo con este argumento, si lo asociamos a lo que se conoció como “guerra de las galaxias” o IDE, Iniciativa de Defensa Estratégica, de Reagan. También republicano. Este argumento se fundamenta en la correlación de fuerzas atómicas en la actualidad. Y viene a cuento de las declaraciones hechas por los dirigentes chinos de ir a una guerra si América no cede a sus pretensiones. Los chinos no van de farol. Ese mismo argumento lo utilizaron cuando la crisis de los misiles cubanos, 1962, que criticaron a Kruschev de no haber desencadenado una guerra nuclear contra USA. Y se separaron de Moscú.

Acheson, secretario de Estado, le respondió que la “Doctrina Truman” había sido aprobada por el Congreso y que el Consejo Nacional de Seguridad había llegado a la conclusión de que las anulaciones de los compromisos contraídos por su país significarían la derrota no sólo de Europa, sino de América, porque la conquista de Europa por Rusia permitiría a los soviéticos reforzar enormemente su potencial con los nuevos recursos puestos a su disposición.

El 8 de enero de 1951, ante las dos Cámaras, reunidas en sesión conjunta, Truman, presidente demócrata norteamericano, expuso que la defensa de Europa, por razones estratégicas, económicas y morales, era la base de la defensa de todo el mundo libre y, por tanto, de la defensa de Norteamérica. El 26 de enero, Attlee ratificó la política británica de rearmarse para oponerse a una posible agresión. Días después, Pleven, Presidente del Gobierno francés, y Truman se reunieron en la Casa Blanca. Ambos estuvieron de acuerdo en la profunda comunidad de puntos de vista existentes entre los dos países y su confianza en el principio de la seguridad colectiva y en la importancia vital de Europa para la defensa del mundo libre. (fuente MUNDO, nº 559, p. 95).

Hitler también fue nacionalista, aislacionista y racista. Por lo tanto, populista. El nazi fue el partido más votado por 17.000.000. Después de jurar la Constitución de Weimar, invocó al pueblo alemán para acabar con la libertad y con los judíos, liberales, socialistas, demócratas, comunistas, homosexuales y anarquistas. Trump ha jurado la Constitución sobre la Biblia y a continuación ha puesto en marcha sus ideales racistas y aislacionistas, invocando, como fundamento de legitimidad, al pueblo profundo americano.

Los dos interrogantes ante los que nos enfrentamos son: ¿Existen contrapoderes constitucionales en USA para contener la deriva nacionalista de Trump? Y ¿Por qué 62 millones de americanos contra 65 millones de votos demócratas, han votado a un populista? El hecho de que la lista republicana menos votada frente a la demócrata haya ganado, refleja la distribución del voto que favorece a los Estados más conservadores.

Reflexionando sobre este segundo interrogante, ha ocurrido algo muy interesante, que ha pasado desapercibido a todos los analistas: el imperialismo, representado por USA, ha sido desplazado por una especie de neoimperialismo, llamado globalización. Donde ninguna potencia es hegemónica. Es paradójico que el escenario sea, a pesar de las enormes diferencias en tecnología, economía y armamentos, se parecido a los comienzos de la Iª Guerra Mundial, en el que los imperialismos luchaban por el espacio vital de cada uno. Se repetirá en la IIª, el espacio geopolítico.

Es interesante observar que las multinacionales ya no se identifican con una determinada nación porque producen en una y venden en otras. Necesitan de la globalización; pero los Estados, USA, Rusia, China, ya no están al servicio de ese viejo imperialismo sino al servicio de sus propias clases sociales, sean clases medias, sean burócratas, sean millonarios nacionales. Las clases medias están desapareciendo. Cumpliéndose, antes o después, las teorías sobre la proletarización de las clases medias y concentración del Capital. Contra esta concentración de Capital en las multinacionales están reaccionando las clases medias en Europa, en Inglaterra, en USA. Porque están amenazadas y sólo el mercado nacional, contra el libre comercio, les garantiza la supervivencia.

Trump reivindica el viejo imperialismo contra las multinacionales. Y es un millonario protegido por las fronteras nacionales y legales. Y sin embargo, el Capitalismo avanza, devorándose así mismo, hacia el Apocalipsis final. También lo describió Rosa Luxemburgo. Es cuestión de tiempo, no un error del análisis. Los trabajadores son cada vez más pobres y las clases medias están desapareciendo. Si no fuera así el Capital, que necesita acumular para vivir, no podría seguir teniendo beneficios. No podría sobrevivirse.

El otro interrogante es muy preocupante. ¿Existen contrapoderes constitucionales? para contener el populismo de Trump, que, además, tiene menos apoyo electoral que los demócratas. Este interrogante nos remite a Hitler y a un debate sobre las teorías del poder y el constitucionalismo que ni los políticos ni los constitucionalistas han tenido, nunca, en cuenta.

Hitler juró la Constitución de Weimar y en tres meses la vació de contenido. La anuló. Cómo es posible que no existan contrapoderes para impedirlo. Contrapoderes sí existían lo que ocurrió es que quienes debían ponerlos en marcha los partidos políticos y los constitucionalistas no quisieron. Los comunistas porque no pudieron, los socialistas porque creyeron en que se podría dialogar con Hitler no hicieron nada y los partidos de derechas, como el Zentrum católico, porque hicieron todo lo posible para que Hitler gobernara contra los comunistas, contra los anarquistas y contra las libertades y derechos individuales.

¿La legalidad es el fundamento de legitimidad? O dicho con otras palabras, lo que es legal por su origen puede utilizarse contra la legitimidad. Lo que es legal emana del sistema electoral, de la soberanía política, como diría Locke, sobre la que se construye la soberanía legal, residente en el parlamento; sin embargo, la legitimidad, en un sistema democrático de derechos individuales y no de deberes, no se fundamenta en la legalidad electoral, sino en el ejercicio de los derechos que nos hacen libres. Único fundamento de legitimidad.

Toda constitución democrática se construye, ideológicamente, sobre un fundamento de legitimidad que es el único que puede actuar contra todo intento de transformar un triunfo electoral en una dictadura política. Ese fundamento es la Declaración de derechos individuales, llamada derechos fundamentales o Declaración Universal de Derechos Humanos.

Porque es la única forma de ser libres y porque la constitución que garantiza el derecho a gobernar, establece límites al gobierno: el ejercicio de los derechos y libertades. Todo lo que se haga por suspenderlos, anularlos, desactivarlos, por ser una amenaza a las libertades individuales, es inconstitucional. Los derechos individuales, la ideología de la democracia, establecen los límites de todo gobierno.

Javier Fisac Seco 

¡Haz clic para puntuar esta entrada!
(Votos: 0 Promedio: 0)

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio