Veganismo, pastoreo extensivo y antiespecismo

Las personas veganas que eligen un modo de vida donde no entran los productos de origen animal realizan una acción difícil. Algunas de estas personas lo hacen porque consideran que es mejor para su salud y otras por un pudor ética determinado. Sobre los discursos de estos últimos quiero enfocar la atención.

El veganismo surge de un ámbito urbano influenciado en extremo por el individualismo. De tal manera que le cuesta transcender en el hecho de que los animales no somos individuos aislados, sino que formamos parte de un todo, tenemos un rol en el ecosistema y que quebrantar el ciclo de la naturaleza no es inocuo.

En el ámbito rural, en cambio, el humano tiene la capacidad de jugar un papel positivo con el resto de seres vivos. Ciertas ideas veganas nos alejan de la convivencia con los animales, hasta el punto que desconocen estos tipos de vínculos. Vínculos milenarios que se ven atacados por la modernidad. El resultado final es dejar que el medio natural del humano sea inevitablemente la ciudad.

Se confunde “equivalencia” con igualdad. No somos iguales al resto de animales. Ni siquiera entre ellos son iguales. Ni debiéramos pretender humanizar a los animales. Cada animal tiene sus propias características, necesidades y rol con el medio. Pero sí, tenemos el mismo valor. Por ello somos seres sujetos a un respeto en el cual no es aceptable moralmente la masacre o el exterminio. Pero esto no implica que no tengamos ningún tipo de relación de interés o que incluso no nos comamos los unos a los otros. Este tipo de relaciones son parte de la naturaleza. La muerte se ha convertido en un tabú en esta sociedad y el ciclo de la vida ya no se comprende.

¿Qué ocurre cuando el animalismo juega un papel de Poder, utilizando el aparato del Estado, Imponiéndonos sus ideas como si fuera una Verdad incuestionable?

Su crítica a la gran Industria hiperdestructiva entra en una contradicción permanente pues es, hoy por hoy, la única forma de alimentar las megalópolis donde suelen vivir. La defensa a los animales se convierte en una moda estética y política que usa a los animales para obtener Poder. Al final gente que no le importa lo mas mínimo los animales moviliza a través de discursos para conseguir nichos de poder. Las mentes se polarizan. Surgen los enemigos, y la caza de brujas. Al convertirse en una ideología instrumentalizada, los valores de defensa animal son pervertidos, y en la práctica, están contribuyendo a la extinción de los mismos animales y del ecosistema.

Su renuncia a la domesticación y su apuesta total por territorios prístinos y salvajes1 sin influencia humana2 significa destruir la milenaria gestión antrópica de la que dependen muchísimas especies, animales y vegetales. Todo un legado cultural arrojado a la basura. Prácticas que conservan bien el medio natural, que pueden ser la clave en un futuro para la supervivencia y la soberanía alimentaria y política. Actualmente con el fomento disparatado de las importaciones-exportaciones se puede hacer que un territorio enorme lleno de gente no produzca apenas comida. Mírese, por ejemplo, al País Vasco que importa el 80% de la comida que necesita.

Que el toro de lidia se extinga puede que no sea extremadamente grave, pero que se extinga éste, las vacas, los cerdos, las miles de razas de gallinas adaptadas a cada clima, las cientas de ovejas, cabras, caballos, conejos con los que convivimos… altera, y mucho, el medio. Someterlos a una salvajización forzada toca también el maltrato, ya que no es entender sus necesidades reales3.

Tener estos animales como mascotas no es factible. Y tampoco les otorga una dignidad mayor.

Crear unos funcionarios que los cuiden sólo para conservar las razas es antieconómico, y les atrofiaría como especies ya que han sido seleccionados a lo largo de siglos para tener una función. Y acabaría, además, jugando el papel de los zoos. Desde el prisma antiespecista seguiría siendo una práctica no ética.

La muerte de múltiple biodiversidad vegetal seria una tragedia. Y los Parques Naturales que tanto gustan y que sirven de ejemplo serían destruidos finalmente, porque están asociados durante miles de años a estas especies domesticadas. No se puede negar 9.000 millones de años de sopetón a golpe de decretazo o por imposición.

Un cabrero amigo mío me explicaba hace pocos días que le están intentando expulsar de una red de grupos de consumo por presiones y tejemanejes de los adeptos a la teoría “antiespecista”. Le acusan de explotador por ser pastor.

En plena sierra de Gredos, mi amigo es un pastor (aunque es mucho más que su profesión) que sale al monte sí o sí: en plena lluvia invernal, con nieve, cuando tiene fiebre, en navidad o en el primero de mayo, sin vacaciones ni fines de semana. Él hace pastoreo y no ganadería. No las deja sueltas a la deriva como se hace con las vacas sino que las guía en un careo pensado previamente que incluye multitud de variables. El careo permite una gestión excelente del monte y su pasto pues se lleva a los animales en el momento adecuado al sitio adecuado, rotando, alternando y dando su tiempo de regeneración a cada espacio del monte. Cuando surgen momentos de emergencia grave en que no puede estar aquí o allí no le faltan los amigos para ayudarle.

Antes de seguir, he de explicar que los grupos de consumo son uniones directas de consumidores y productores muy beneficiosas para rebaños pequeños como el de mi amigo. Estos grupos tienen un potencial enorme y son de un gran valor. Suelen estar formados por personas interesadas en productores alejados del mundo nocivo del lucro a toda costa.

Mi amigo sale todos los días y no guarda como forraje más que algo de ramón de olivo y alguna alpaca de heno. Sus cabras, que son pocas para el ratio actual, están lustrosas, gordas y dan una leche magnífica que le permite fabricar unos quesos muy apreciados. Es necesario añadir el hecho de que casi nunca enferman.

No recibe subvenciones de ninguna clase que, como nos recordaba Pedro Montserrat “tanto condicionan, esclavizan”.4

No paga la fortuna que hay que desembolsar a los miembros del comité regulador de lo “ecológico” aún siendo su queso uno de los más ecológicos de lo que llaman España.

No usa antibióticos para el secado de las ubres; la esperanza de vida de sus cabras es altísima comparada con las cabras estabuladas de la industria; cría a los cabritos de forma natural y no usa leche en polvo de laboratorio; da pienso a las madres en lactación de forma moderadísima (y necesaria para que las mamás no sufran desgaste); no alarga el periodo de ordeño de forma interminable; ordeña a mano y esquiva las mastitis producidas por máquinas que, (a pesar de la destreza y esfuerzo de engolados ingenieros y facultades brahmánicas), no han conseguido igualar, en cuanto a bacteriología se refiere, al ordeño manual.

Sacrifica él mismo a los cabritillos con la conciencia de que el sufrimiento debe ser el menor posible, ¡faltaría más!; no lleva a los cabritos al matadero industrial donde se encuentra la muerte desespiritualizada y deshumanizante5.

Una pequeña cooperativa hortícola agroecológica de las cercanías cierra maravillosamente el ciclo del estiércol acumulado en su cuadra y su corral, llevándoselo para mejorar la calidad de su compost; no pasteuriza la leche ni usa lisozima ni conservantes en sus quesos6; cuida el sonido de su cencerrada y se preocupa por la belleza de sus animales.

Entiende el pastoreo como una obra de arte y un acto de jardinería serrana donde la floresta del monte se va podando, el suelo se va fertilizando, la biodiversidad aumentando, los coprófagos avanzando, los descomponedores dinamizando, las aves criando y las raposas proliferando.

Su queso no se exporta a miles de kilómetros para saciar el goce insaciable de una élite sibarita cubierta de vergüenza que se revuelca satisfecha en su fiemo mientras cientos de millones de personas pasan hambre diaria y soportan la esclavitud.

Sufre una crisis cada mes, doce al año, porque propietarios, rentistas y funcionarios se alimentan de su sudor. Lleva cinco años lidiando para que el ilustre y excelentísimo arquitecto municipal le legalice su humilde tenado. Por supuesto, ellos pueden tardar meses y años en contestar a una instancia o solicitud de un simple plebeyo pero si una de estas egregias autoridades te hace una exigencia tienes quince días hábiles, tic tac, tic tac.

La presión que sufre este compañero es altísima, a pesar que muchos miren su oficio de forma bucólica, idílica o paradisíaca, ya que tiene que controlar miles de pautas para que todo salga bien. Todos los días necesita una energía vital fundamental para que su trabajo funcione, y a veces se juega el cuello en situaciones que podrían ser fácilmente solucionables si las eminentes y prestigiosas potestades no se hubiera dedicado a entorpecer y eliminar infraestructuras antiguas que funcionaban bastante bien.

Una cosa demencial de la Sierra de Gredos son las siete pruebas de Hércules a las que te somete la Administración (forma suave, aguada, blandita, dulce, apacible, tierna de llamar al Estado) para la trastermitancia porque las montañas están partidas por una línea invisible, pero bien real, que separa la jurisdicción de las diferentes delegaciones del Estado central, llamados pomposamente “autónomos”.

Es disparatado que se trate como delincuentes y, se arruine de cuando en cuando, a los pastores por no tener una guía7, algún crotal8 o un inmundo papelajo, mientras a toda máquina, el Estado crea, impulsa, concentra y fomenta una industria ganadera hiperintensiva que un día de estos nos va a enviar una zoonosis9 apocalíptica.

A la acusación de ser un negrero con sus cabras que le lanza el veganismo, él contesta que sus cabras viven mejor que él y, que en todo caso, si hubiera que buscar un explotado, sería él mismo sin lugar a dudas. Pero no se siente un explotado por sus cabras ni un explotador para con ellas sino alguien que cumple con un deber para la pervivencia de algo valiosísimo para el presente y el futuro: esto es, la lucha diaria por el pastoreo extensivo y la defensa activa de una ruralidad más necesaria que nunca. Pues es en el ámbito rural donde se encuentran las mejores posibilidades de construir comunidad, libertad, democracia (no confundir con la actual dictadura parlamentaria y partitocrática), justicia y equilibrio con la naturaleza.

Mi compañero no discrimina a las cabras por ser de otra especie, al contrario, las ama y son su familia. Las cabras son un fin en si mismo, pero como todos los seres vivientes del planeta también son un medio para los demás. Son animales que han evolucionado junto al humano a través de la domesticación durante los últimos miles de años. El nivel del diálogo no hablado que se puede alcanzar entre cuidador y animales es asombroso y es el resultado de un esfuerzo y relación milenaria entre especies.

El baserritarra Xabi, del caserío Aritztizabal nos recuerda los deberes del pastor insertos en la palabra pastoreo en euskera, en francés, en inglés y en castellano:

“El ser humano ha de cuidar (artzain), debe elevar (eleveur), debe guiar (shepherd) y debe alimentar (pastoreo). El pastor no debe o no tiene derecho a depredar, a explotar a las ovejas o cabras. No debe mirar si puede, si no, si se debe”.

El veganismo como ideología concreta y definida, -no nos referimos al amor por los animales que desde siempre ha estado presente en nuestra cultura- es originario de la cultura anglosajona y llegó a España hace bastantes años. Se quedó en la marginalidad de un pequeño sector del mundo libertario ibérico, que además ya poseía una larga tradición vegetariana. Nunca llegó a ser mayoritario pero se ganó su sitio gracias a sus reflexiones sobre la relación con el mundo animal. Es posible que aterrizara en nuestra península de otras maneras pero las desconozco.

La influencia libertaria mantuvo al primer veganismo ibérico en la renuncia a la coacción estatal para la extensión de sus ideas y lo apostó todo al ejemplo personal, a la difusión, a la persuasión, a la disciplina, a la voluntad, a la moralidad y al fomento de la reflexión. Se renunció a la lucha por la conquista del Estado para imponer estos principios al resto de semejantes por considerarlo inmoral y nefasto para la libertad y dignidad de los miembros de la humanidad.

El veganismo cuajó en los ambientes libertarios más influenciados por el marxismo cultural posmoderno italiano y francés. Personajes como Derrida, Deleuze o Foucault mandaron destruir (deconstruir en su oscuro fetichismo linguístico) todos los pilares filosóficos positivos del humanismo europeo porque decían, coartaban su individualidad, su diferencia. El resultado fue dar legitimación y vía libre a la tiranía de unos individuos contra otros, idóneo para el capitalismo. Cualquier moralidad o código ético fue condenada por opresivo y se ensalzó la libertad negativa (no con los demás, sino contra los demás). Esto le hizo converger con el liberalismo burgüés mondo y lirondo.

Todo el posmodernismo en bloque procede directamente de Heidegger y Nietzsche. Este último autor caló seriamente en el veganismo libertario y machacó hasta hacer desaparecer la tradicional idea anarquista de amor al amor (legado axial del primer cristianismo). Los veganos se transformaron en un amasijo de seres odiantes. También, todo hay que decirlo, influenciados por la supuesta rebeldía y pose de la cultura punk anglosajona.

Es curioso que fuera Ortega y Gasset quien más hiciera por la difusión en España de las ideas del alemán Nietzsche. Se dio de esta forma rienda suelta al odio y este campó a sus anchas.

Ortega y Gasset fue el principal ideólogo del franquismo y enemigo número uno de lo que llamaba “aldeanismo” ibérico rural. Siempre recomendó extirpar este “plebeyismo” ruralista con un buen cirujano de hierro. Señaló al mundo rural popular tradicional como el auténtico problema de España, una anomalía comparada con el norte europeo. El Estado debía meter en cintura a un mundo rural que miraba de igual a igual a las élites, no las respetaba, las rechazaba y se negaba a obedecerlas.

Discípulo de Nietzsche desde siempre ha sido también el gran auctoritas romana Fernando Savater. Conocida de sobra es su monomanía individualista (pura deshermandad), porque se nos sembró al la fuerza durante años por decreto del Ministerio de Educación. Savater, enemigo implacable del “provincianismo” y partidario desvergonzado de un Estado todopoderoso, también se ha reconocido públicamente como discípulo de Max Stirner. Aquel que decía: “Yo no quiero ni la libertad ni la igualdad de los hombres; lo único que quiero es ejercer poder sobre ellos y convertirlos en mi propiedad, esto es, gozar de ellos”10.

Para Ortega y Gasset el problema radicaba en que “en España no ha habido apenas feudalismo; solo que esto lejos de ser una virtud, fue nuestra primera gran desgracia y la causa de todas las demás…11”. La resistencia milenaria de la sociedad concejil y comunal a la Iglesia, las monarquías y noblezas le daban la razón a este célebre liberal-fascista: para que el Estado prevaleciera y se alzara más alto era necesario convertir en polvo el mundo rural popular tradicional.

En su apología de las minorías selectas, Ortega identificará el problema ibérico con la falta de feudalismo, con la ausencia de verdaderos siervos. Las gentes de la ruralidad ibérica tradicional se criaban en la horizontalidad del concejo abierto, del comunal, del colectivismo; mientras que en su adorada Alemania -en la que él pasará siete años de su vida- la gente para aquél entonces, ya se criaba en la jerarquía y miraba con respeto y veneración a sus élites y, además, sabían desde pequeños que su función en la vida no es otra que obedecer. Cuando vuelva a la península ibérica añorará la obediencia y el respeto del Knecht (siervo) al Herr (señor).

Recomendará Ortega orientar toda la política del Estado español a cambiar esta situación, a destruir el foco (la ruralidad ibérica) de todo esto, dado que

“la masa ha venido al mundo para ser dirigida, influida, representada, organizada. Esa es su misión”… “no ha venido al mundo para hacer todo eso por sí. Necesita referir su vida a la instancia superior, constituida por las minorías excelentes”12.

Desde 1953 a 1978 entre seis y siete millones de personas engrosarán las grises ciudades. El Estado necesitaba trabajadores para la industria. Muchos se irán del campo avergonzados de ser unos “paletos atrasados” sin dinero, como decía la radio, el cine, los ingenieros, los funcionarios y los ricos. Muchos también, se montarán en su cabeza toda una imaginaria justificación de hambre extrema y miseria para poder explicar su decisión desde la exculpación y no como algo fruto del autoodio y las nuevas ansias de riqueza. Otros serán expulsados manu militari para construir pantanos, plantaciones de pinos industriales, minas, infraestructuras.

Ortega y Gasset y Nietzsche serán ambos unos enamorados del sistema de castas planteado por Platón y el Islam, y tendrán la misma concepción de la mujer. Ortega afirmará que la mujer es “una forma de humanidad inferior a la varonil”. Nietzsche en sus legados o Nachlass dejará escrito que:

“Es condición cruel fundamental de toda formación, que la Esclavitud pertenece a la esencia de una Cultura… la miseria de la masa que vive fatigosamente debe aumentar aún más, para que haga posible a un número restringido de hombres olímpicos la producción del mundo del arte. […] De la molicie del hombre moderno han nacido las tremendas crisis sociales del presente, contra las cuales me atrevo a recomendar un remedio que se encuentra en la esencia de la naturaleza: la Esclavitud”.13

La utopía política de este pensamiento alemán es una organización basada en la división de castas entre el trabajo forzado de la mayoría (Zwangs-Arbeit) y el trabajo libre o el ocio de la minoría (Frei-Arbeit). Nietzsche elogia el Manu Smriti (Código de Manú) escrito por los arios indios que codifica el sistema de castas hereditario y las etapas de la vida de los “nacidos dos veces” (miembros de las tres castas superiores). Afirma que la superioridad filosófica de este código hindú radica en que: “son los estamentos aristocráticos, los filósofos y los guerreros, quienes con ese Código controlan a la Multitud (Menge)”.14

Para Nietzsche la explotación del hombre por el hombre pertenece a la esencia de la Vida y por ello es una consecuencia real de la Voluntad de Poder. Para Nietzsche la forma-Estado debe ser metafóricamente un arco de hierro semicircular que sirve para asegurar una cadena a la garganta del esclavo. Lo definirá así: “lo que entendemos por Estado, únicamente son “grilletes de hierro”, que aprietan el proceso social” para buscar la generación y el mantenimiento de los Genios. Estos grilletes de hierro son la precondición necesaria para mantener a las castas separadas químicamente, es decir, conseguir que los trabajadores sean Nitch-Menschen (No-Hombres), un Über-Tier (Superanimal) o Sache (Cosas).

Nietzsche abomina del socratismo. Según él, en este filósofo griego, al que llama “plebeyo”15, se encuentra la perniciosa idea de la Democracia y su tendencia a la extinción del Estado. Nietzsche propone extirpar de Europa esta cosmovisión del pueblo llano que dificulta el dominio de “los Grandes Individuos”, de “los Genios” y entorpece el desarrollo del “Arte germánico” y de Alemania, la auténtica sede del oráculo del Arte.

Para extirpar el humanismo libertario que, según Nietzsche, ha infectado Europa corroyendo el poder de los “hombres escogidos”, propone básicamente tres medios.

Uno: reintroducir la esclavitud sin complejos con “la masiva importación de pueblos bárbaros de Asia y África”. Se fija en el Islam y en China (a la que califica de productor de “industriosas hormigas”), y en cómo ambos, le pueden dar a Europa trabajadores que se dejen explotar sin casi conflictos sociales ni cuestiones morales.

Dos: el Ejército “para tener al pueblo sometido, para hacerse someter y obedecer”.

Y tres: la Escuela. En 1872 presenta su plan educativo en Sociedad Académica de Basilea en la que hablará de un aprendizaje para la obediencia/sumisión y la anulación de todo atisbo de autonomía. A las castas inferiores, los no-Genios, se les debe proveer de educación estilo dórico, instrucción con sufrimiento. Explica que se les debe mantener en la sana ignorancia, la autorepresión, la carencia de ressentiment/envidia hacia los superiores y en el amor al destino que les tocó en el eterno orden jerárquico de la Naturaleza. 16

¿Porqué entonces el izquierdismo radical decía (y dice) tan alto, y tan insistentemente, ser seguidor de Nietzsche? En el individualismo extremo, hedonista y agresivamente antihumanista se encuentra la respuesta. El asunto es que el veganismo quedó indiscutiblemente influenciado por este filósofo y su porteador el izquierdismo posmoderno.

Notable es el caso de Ruth Toledano, escritora galardonada vitaliciamente con todos los honores de Estado por los dos grandes partidos al alimón. Actual referente del animalismo, también es vocera habitual del gran consorcio empresarial y banquero El País; defensora a ultranza del feminismo más sexista y draconiano; y partidaria de la corporación de jerarcas ultrasubvencionada, paraestatal y procensura llamada LGTBI.

Como Ortega o Nietzsche con su lucha contra el “aldeanismo” rural, Ruth Toledano levanta la bandera contra lo que ella ha llamado el “garrulismo” rural.17

Es ridículo que esta señora que frecuenta permanentemente los salones del poder de las estériles urbes, donde la élite decide el maltrato diario y generalizado a millones de seres, nos dé lecciones de trato a los animales.

Es asombroso que esta cronista, que se presta encantada a ser parte de de las tribunas mediáticas centradas en la domesticación mental y emocional, y en multiplicar al máximo los índices de dividendos, nos hable de garrulismo.

Es sorprendente que esta señora vaya al ámbito rural, con todo despliegue de medios, para dar lecciones de ética, cuando es fiel servidora “del más frío de todos los monstruos”, Nietzsche dixit.

Por otro lado, Toledano tiene el mérito de haber sido la primera en crear una sección antiespecista en un periódico de audiencia de masas. Sección que ella misma ha titulado El Caballo de Nietzsche.

Ortega y Gasset, nuestro Nietzsche ibérico, mamará la cultura alemana que tiene sobre todo de Hegel. Karl Marx también será un fiel discípulo de Hegel. Para Hegel, que se inspira en el modelo prusiano y en los aristoi de Platón:

“toda actividad tiene su principio y su ejecución en la unidad decisiva de un jefe” […] “En el Estado es donde se realiza concreta y positivamente la libertad” […] “El hombre sólo tiene una existencia racional en el Estado” […] “La moralidad del individuo consiste en cumplir los deberes de su condición social” […] “Todo lo que el hombre es se lo debe al Estado; sólo dentro de él tiene su ser. Todo el valor que el hombre posee, toda su realidad espiritual la tiene a través del Estado”.

El Estado es, como dice Hegel, nada menos que “das irdische-Göttliche”, lo terrenal divino.

Se comprende después de todo lo dicho que el actual izquierdismo medio marxista, medio nietzscheniano, no se sienta identificados ni un ápice con el sublime ejemplo humano y moral que nos han trasmitido nuestros antepasados del mundo rural popular tradicional. No esperemos mucho aprecio al pastoreo extensivo, a los pequeños apicultores o a los que cuidan gallinas camperas por especistas y explotadores.

Por otro lado, se ha de recordar que el veganismo también traía asuntos de enjundia: como por ejemplo, su crítica a los hábitos cotidianos y la complicidad con el maltrato animal; su oposición a la vivisección y la experimentación en animales, su preocupación por los animales presos de circos y acuarios; su apuesta por la acción directa contra la industria; su rechazo total al confinamiento ganadero; su interés por la trazabilidad de los alimentos, etc. Pero el centrarse en lo específico les impedía ver la amplitud de la realidad y esto les ha conducido al error, al error de no entender que existe una domesticación animal positiva y de gran altura moral.

El primer veganismo fue antiprogresista con algunos puntos de vista genuinos, que le unían al primitivismo. Pero con la llegada de organizaciones más pragmáticas y bien insertas en el estatu quo, estas ideas fueron desplazadas y se abrió paso la tradicional filosofía de la socialdemocracia y el liberalismo: esto es, el pensamiento de la ilustración, estatalizante, modernizante, industrial, tecnoentusiasta y seguidor de la Teoría del Progreso (que falsea la historia insistiendo en que es una curva ascendente desde lo malo a lo bueno).

Todo este ambiente ultraurbano y progresista no podía significar más que la condena del ámbito rural con su gente, su historia, sus luchas, sus tradiciones, sus positividades, sus peculiaridades. Todo esto quedó relegado al olvido y al desprecio más cruel e insensato. Al mundo rural popular tradicional se le hizo la damnatio memoriae (condena de la memoria) que hacia el imperio romano a sus enemigos.

Por otro lado, el franquismo con su desarrollismo y el enorme esfuerzo propagandístico antirural que lo acompañó, terminó por conseguir hacernos olvidar el campo y sus gentes, y con ello la importancia del pastoreo extensivo. El franquismo necesitaba seres humanos desarraigados y aculturados para sus planes industriales, militares, capitalistas y funcionariales. Este moldeamiento de almas desde el Estado ha sido un éxito indiscutible, que se ha mantenido después de la transición.

Por lo tanto, este primer veganismo vivió de espaldas a nuestra historia rural, asumiendo el relato liberal y mentiroso que a partir de 1812 se hizo de nuestra historia rural. De este modo era incapaz de diferenciar entre la relación de nuestros antepasados con los animales a través del pastoreo extensivo y la industria, sus ciudades, sus ejércitos y todo su aparato.

No le interesó al veganismo este mundo ibérico repleto de pastoreo extensivo. No le importó la existencia milenaria del concejo abierto o la igualdad jurídica de hombres y mujeres en el funcionamiento de este; o las decenas de prácticas de hacendera; o los bienes comunales-concejiles; o los fueros municipales y cartas de población con sus normas medioambientales, sociales y pastoriles; o las parzonerías, facerías, tratados o costumbres; no le interesó el derecho consuetudinario no romano, ni tampoco el sistema de dulas pastoriles comunitarias. Nada dijeron sobre la histórica confusión académica entre propiedad y jurisdicción nobiliaria. Nada sobre la diferencia abismal entre cristianismo y catolicismo.

No valoró la increíble solera, en cuanto a resistencia antiestatal se refiere, de nuestros ancestros rurales. Pasaba por encima la heroica y masiva resistencia que en estos últimos quinientos años se ha llevado a cabo contra el Ejército y sus quintas. Ninguna referencia se encuentra en sus principales textos a la resistencia antindustrial de las gentes de nuestra ruralidad, ni a la abolición de la esclavitud romana, ni a las milicias concejiles, ni al cuidado de los árboles.

Nada de la música, los bailes, los idiomas, las semillas, las multitud de razas animales locales, la enorme variedad de valiosas técnicas; o de la alta tecnología convivencial que se desarrollaba en comarcas, pueblos, vecindarios, familias extensas y nucleares. No quisieron valorar la relación impresionante que se había conseguido entre animales y humanos con la tracción animal y la condenaron en bloque.

Poco podían saber de las tres negaciones fundamentales de los campesinos navarros del XIX: no a los ricos, no a la ciudad, no al ejército. Aunque se podían haber preguntado porqué los más importantes círculos carlistas se terminaron convirtiendo en ateneos libertarios; o porqué escribió Joaquín Costa lo que escribió sobre el colectivismo agrario, las cofradías o las hermandades.

El Estado está obligado a fomentar el capitalismo puesto que cuanto mejor vayan los negocios de toda índole más puede fiscalizar, y por lo tanto, más dinero y más poder. Más clientelismo y más gobernabilidad; más capacidad a todos los niveles para competir con otros Estados a nivel global. Por eso era, -y es-, fundamental azuzar la codicia, la avaricia y la voluntad de poder que son los fundamentos del liberalismo industrial. El liberalismo es la ideología de la revolución industrial y el Estado es una corporación que por encima de todo busca dos cosas: mantener su poder y aumentarlo. Un error grave de nuestros días es pensar que el Estado se puede “asaltar” desde las buenas intenciones, cuando lo cierto es que él es el que asalta. Todos los que insisten en la lucha por la conquista del Estado son conquistados por él desde el primer momento.

Nuestro mundo rural no se extinguió por atrasado sino que fue extinguido contra su voluntad.

El mundo libertario cometió el error de no autogestionarse el saber y el conocimiento y delegó el estudio y la reflexión en la socialdemocracia y el marxismo cultural (apoltronados en las templos universitarios), con lo que sus miembros fueron instrumentalizados en multitud de ocasiones como cabezas de turco, tontos útiles, fuerzas de choque.

A su vez el Estado instrumentaliza al veganismo (como ya hace con los partidos, nacionalismos, ecologismo, feminismo) para dividir la sociedad porque la fortaleza de los vínculos sociales hace casi imposible la gobernanza. El Estado convierte ciertas corrientes de ideas en religiones políticas para atomizar y elevar el enfrentamiento interpersonal.

Este análisis no es fruto de una conspiranoia sino que se trata de dar luz a lo que significa la Razón de Estado, el sentido de Estado y la polemología.

Mantener la atomización con mil políticas directas e indirectas, sobre todo alimentando la degradación moral, hace casi inviable el cuajado de cualquier tipo de comunidad. Toda comunidad no institucionalizada representa una amenaza para el Estado.

La acción clave del Estado contra las fuerzas cohesivas de la sociedad es mantener una filosofía que carezca de una dimensión renovadora capaz de trascender el imperio de lo establecido y que aporte nuevos modos de ser y de pensar. Es necesario que el discurso político, mediático, cultural y epistemológico esté lleno de contenido polémico y erístico, pero que se mantenga lejos de una perspectiva antisistémica y, que no se conozca otra legitimidad normativa que la del propio “sistema”. No se ha de rebasar los estrechos límites impuestos por el discurso establecido y por los intereses del status quo. Se ha de discutir sin cesar sobre determinadas anomalías y disfunciones de la realidad, pero no sobre sus causas últimas. Todo está permitido, menos poner en duda los fundamentos del Todo. Las disputas entre los diversos individuos y grupos sociales no deben tener otro fin que el de sacar mayor provecho del “sistema”, y en modo alguno el de negarlo o abolirlo. Todo se debe reducir a luchas por el poder, no por un mundo más justo y humano.

La paradoja de nuestra sociedad no puede ser mayor: desmedidamente ambicioso e insaciable a la hora de exigir bienes materiales, el individuo medio se contenta, a nivel humano, moral y espiritual, con los pésimos valores que le ofrecen los administradores del poder.

El conocimiento de la realidad deja de ser conocimiento gestado por la propia conciencia para pasar a ser un producto de la opinión pública dominante. Una vez eliminado el intelecto independiente se elimina al individuo como praxis soberana. Unas masas que no reconozcan por sí mismas su verdadera condición existencial y la juzguen con el prisma de la clase dominante están condenadas a vivir en estado de subordinación y sumisión.18

A cualquier propuesta seria de levantar los cimientos de una revolución integral, que plantee la cuestión de la libertad, se le cierra inmediatamente la posibilidad de entrar en el debate. Editoriales, periódicos, televisiones, universidades lanzan un anathema sit19 para continuar como si nada su fomento y multiplicación del egoísmo, el espíritu de lucro, la insolidaridad y la guerra de todos contra todos. Se mira por encima del hombro y hasta se compadece a quienes todavía no han desterrado de su alma el amor al amor.

Motivos todos estos que por sí solos demuestran su carácter intrínsecamente nihilista, por mucho que se engalane y disfrace de democracia, de sociedad civil y de Estado de derecho.

Para permitir el crecimiento del poder Estatal se efectuaron dos cosas: los sólidos vínculos de la comunidad rural popular tradicional y la red de relaciones solidarias de la seguridad social autorganizada del movimiento obrero de principios del siglo XX, tuvieron que ser desmantelados. El segundo lo destruyó el ejército con una carnicería en 1936-39 y al primero se le dio la estocada en 1953 con la derrota de la última bolsa de resistencia maqui.

Para sustituir estas dos peligrosas redes comunitarias horizontales se importó las ideas alemanas bismarkianas: en especial la del estado de bienestar.

El militar Bismark ideó el welfare state porqué necesitaba hacer la guerra en dos frentes y para ello era necesario cancelar el frente interior o tercer frente. Desmanteló por decreto la red social autorganizada del movimiento obrero alemán llena de individuos no vinculados al Estado y la sustituyó por un aparato institucional de arriba a abajo. Todo esto se acompañó con un enorme esfuerzo propagandístico y escolar de nacionalización de masas repleto de un bombardeo mental extremo de chovinismo.

Esto permitió que millones de jóvenes se sintieran parte del Estado y marcharan sin rechistar a morir a las trincheras. Es curioso que esta idea militar de fusión pueblo-Estado sea hoy la idea insignia de todo el izquierdismo español.

Los militares españoles copiaron a Alemania una vez más, y en 1963 el ministro de Trabajo del Movimiento Nacional Gorría levantaba el estado de bienestar español, que continuarían los partidos políticos del parlamentarismo hasta nuestros días.

Otro aspecto a resaltar es que el veganismo procedía de las cosmovisiones angloamericanas dominantes como el neopositivismo y el pragmatismo y su culto obsesivo a la facticidad como único criterio de verdad.

Representante de estas cosmovisiones es Peter Singer, autor de Liberación Animal. Singer hunde su sistema de ideas en el hedonismo moderno y su pánico al dolor y al sufrimiento. Entiende la ética sobre todo como ausencia total de estos. Su maestro es el utilitarista Jeremías Benthan, padre de una variante del individualismo burgués que rinde culto a la privacy, al bienestar material, al interés propio y a la razón instrumental. Su contundente lema es: “la felicidad consiste en gozar de los placeres y en evitar el dolor”. Pensamientos a ras de suelo perfectos para erradicar todo propuesta emancipatoria.

Además, la cultura angloamericana trajo en su interior el pesimismo antropológico, algo casi ausente en nuestras tradición libertaria ibérica, humanista cien por cien. Este pesimismo antropológico abrió las puertas a la misantropía y desató todavía más el odio. Esto ayudó mucho a que el veganismo se desquiciara y fuera permitiendo la influencia de propuestas estatalistas como las animalistas.

Los animalistas jacobinos actuales están centrados en el endurecimiento del código penal, en la necesidad de más “sepronas”, nuevas cárceles, más jueces, más leyes integrales, nuevas normativas, nuevos requisitos, más clausulas y obligaciones, nuevas regulaciones, más requerimientos, más administraciones, más ministerios, nuevas consejerías, más observatorios, nuevos comisionados, más oficinas, nuevos paquetes de subvenciones, más cuerpos de especialistas, nuevas secretarias, nuevas mesas ejecutivas, más agencias, nuevos institutos, más sucursales, nuevas filiales, más delegaciones, más gabinetes y negociados, nuevos despachos e intendencias, y así hasta el esperpento y la más colosal desvergüenza. Más y más funcionarios para la loable “protección de los animales”.

Dentro de su definición de animales que hace este animalismo no entramos los seres humanos porque, si así fuera, tendrían en cuenta la megaexplotación fiscal que para la gente corriente suponen sus propuestas y, lo extremadamente liberticida que significa dar todavía más poder a la nomenklatura venal, paniaguada, hedonista, déspota, obsesionada patológicamente con el ocio, el bienestar y el confort, saqueadora, caprichosa, placerista, más que hiper-hiper-hiper burguesa, hipócrita, paternalista, clasista, con una voluntad de dominar infinita, garbancera, glotona, esclavista, cínica, corrupta, dura de corazón y extremadamente agresiva y desalmada cuando la gente común levanta mínimamente la cabeza.

La verdad es que las señorías de ambos sexos que rigen el mundo no hacen nada bien, con la excepción de velar por sus propios intereses, una faceta de su personalidad en la que se revelan como consumados expertos.

Con la expulsión histórica de los pastores y sus rebaños de Parques Nacionales, Naturales, Reservas, LICs, PRUGs, IGIs, PORNs… muchísimos animales silvestres se vieron gravemente perjudicados. Las bajas y animales de desvieje de los rebaños han sido y son muy importantes para buitres, alimoches, quebrantahuesos, córvidos, cuervos, chovas, piquigualdas y piquirrojas, cornejas, lobos, zorros, garduñas, jabalíes, melandros, osos pardos, bárragos, garrapatas, larvas, coprófagos, lumbrícidos, hongos, bacterias, y descomponedores y recicladores de todo tipo.

Es curioso que esta idea de montes sin pastores fuera compartida por los altos funcionarios del régimen franquista y, actualmente, por lo más granado del izquierdismo. Existe una convergencia total entre el famoso falangista Pedro Pidal, Marqués de Villaviciosa20, y lo más exquisito del izquierdismo “radical”.

El fuerte estatalismo de los animalistas les lleva, a toda máquina, a las tesis de Gaia de James Lovelock y su ecofascismo. Que el planeta es un ser vivo, es algo interesante de las tesis sobre Gaia pero Lovelock olvida la complejidad de los seres humanos y los reduce a plaga maligna a controlar por el Estado. Se debe recordar que el fascismo lo define Musolini en tres aspectos básicos: todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado.

Todo esto entronca magníficamente con la llamada “ecología profunda” que responsabiliza a los todos los humanos en bloque, -sin distinciones-, de este desastre, exonerando de esta manera a la Bestia21. No hay duda de que todo individuo lleva en su interior el mal y que todos tenemos una cuota de responsabilidad que hay que enfrentar y no olvidar jamás, pero esto no debe hacernos olvidar quienes son los principales responsables. Solo por vivir en este sistema e integrarse en él, uno incuba la barbarie y la lleva en su interior como un cáncer moral oculto e inconfesado.

Pero una vez más se cumple y confirma lo que Adorno dijo hace años en su obra «Mínima moralia»: “Al mecanismo del Poder pertenece prohibir el reconocimiento del daño que causa”.

Con el arrasamiento estatal de las comunidades y su vínculo interdependiente “persona-persona” y la sustitución obligatoria por el vínculo “persona-Estado-persona” del actual Estado del Bienestar, la soledad se ha hecho epidemia.

En las grandes ciudades esto es hoy un grave problema.

El animalismo y veganismo germina en este ambiente de manera excepcional.

Un ambiente caracterizado por el triunfo cada vez más arrollador del individualismo posesivo y abstracto ensalzado por el “sistema” como la más alta expresión de la autorrealización está conduciendo a la destrucción de la familia e incluso de la amistad. La desintegración cada vez más acelerada del hogar tradicional y de la amistad es el testimonio más rotundo del carácter irracional, inhumano y nihilista de la sociedad del consumo y del Estado del bienestar que los voceros del orden reinante glorifican como el cenit de la civilización.

La tenencia de perros y gatos es masiva y va en aumento. No sólo la soledad es apaciguada sino que sustituyen a los hijos que no se tienen. El instinto de tener hijos es fortísimo y proviene de la parte reptiliana de nuestro cerebro porque la reproducción es una necesidad básica humana. Para reprimir este instinto la fuerza terapéutica de perros y gatos es inigualable. La insociabilidad actual construida desde arriba fomenta y agranda todo esto.

Siendo el país con la natalidad más baja del mundo, es fácil imaginarse cuantas personas se sienten profunda e inmensurablemente agradecidas a sus perros y gatos por estar ahí, y ayudarles frente a la amenaza de la infinita tristeza por no poder amar a un hijo.

Otra razón del auge de la tenencia de perros se encuentra en el infierno laboral del trabajo asalariado que te lleva a añorar desesperadamente la amistad verdadera, el amor desintersado y la trascendencia que sólo en tu fiel amigo el perro encuentras.

El vacío existencial y la desespiritualización que impone este sistema monstruoso alimenta también el culto desequilibrado a los animales.

El Estado sabe a la perfección que aquí en España hay muchísima carne de cañón para un animalismo extremo que permite reorientar la ira popular hacia cualquier sitio que no sean ellos.

La gente al mirar a los ojos a sus animales en casa, en la calle o en el parque, se conecta con la naturaleza y puede imaginarse perfectamente cual será la mirada de los animales en las naves de engorde, en los camiones o en los mataderos…

¡¡¡¡Pero es que la mirada de las cabras andarinas de mi amigo nada tienen que ver con ese mundo de tortura e ignominia que es la zootecnia industrial del Estado y el Capital creadores de miles de Auschwitz ganaderos!!!!

Y los veganos deben comprenderlo.

Debemos salir de la ciudad e ir al actual ámbito rural, mirar el desierto que estamos creando, las consecuencias irreparables de la industria. Pararnos a mirar las granjas industriales y sus métodos que sobradamente conocemos por la avalancha de publicaciones que hoy circulan por muchos sitios; y acto seguido, pasar unos días con los pequeños pastores tradicionales.

Debemos comparar la vivencia de la industria de confinamiento permanente con las cuadras y los amplios montes y llanuras que señorean los pastores y sus rebaños.

¿Que hacer? Lo tenemos claro: desterrar el odio. Es necesario que los amantes de los animales veganos y los amantes de los animales pastores nos invoquemos unos a otros con la palabra que Don Quijote utilizaba para dirigirse a Sancho, y que no es otra que la de hermano.

Juntos saldremos de los errores y colaboraremos, por ejemplo, a desenmascarar la mentira estatal que mancha injustamente la memoria de nuestras cabras ibéricas, acusadas de la deforestación acaecida, para así, ocultar la voracidad de un Estado y un Ejército que con sus Leyes de Marina, Fábricas de Armas, Astilleros, y sobre todo, la nefasta Ley Desamortizadora de Madoz, hicieron avanzar al desierto.

María Bueno y Enrique Bardají

1Sin duda es importante que haya algunos, pero no todo el planeta dividido en ciudad-parque natural, como en la película Soylent Green de Charlton Heston.

2Salvo los guardas del futuro ministerio animalista, o el consumo de los turistas.

3. Como lo sería si soltasen a unos bebes en la selva para que fueran “libres”. Todo el mundo entendemos que los bebes deben estar con sus madres bajo un contexto de cuidado y amor. Pues los animales domesticados deben de ser cuidados de la mejor forma posible que su naturaleza implique.

4“La cultura que hace al paisaje” Pedro Montserrat Recoder.

5Donde además de jugarse el tipo, en favor de una moralidad y una mayor calidad en su oficio, también evita promover un sistema de producción que destroza a los pequeños productores, ya que en el matadero le dan cuatro perras por un producto de altísima calidad en el que, además, los animales sufren un estrés bárbaro.

6Porque entre otras medidas de higiene utiliza un mecanismo de elaboración artesanal muy usada en Francia, donde con fermentos naturales la leche fresca se conserva fuera de patógenos, además elabora el queso todos los días, lo hace con leche recién ordeñada y controlada en todos su procesos con gran pulcritud.

7Papelucho que emiten las Oficinas Comarcales Agrarias si les parece oportuno dártelo para poder mover un animal de un sitio a otro. Va acompañado de la desinfección previa de un remoque homologado en un punto certificado.

8Trozo de plástico con un número de identificación perforado en la oreja del animal que suele ir acompañado de un bolo electrónico que se les hace tragar para que se aloje de por vida en el primero de sus cuatro estómagos.

9Enfermedad de los animales que puede comunicarse a las personas.

10“El Único y su propiedad”

11“La España invertebrada”.

12“Historia de la filosofía española” Heleno Saña.

13“Nietzsche contra la democracia.” Nicolás González Varela.

14Ibid.

15“El nacimiento de la Tragedia” F. Nietzsche. En este libro también dirá: “No hay nada más terrible que un estamento bárbaro de esclavos que haya aprendido a considerar su existencia como una injusticia” y que “la mayor parte de los hombres no tiene ningún derecho a la existencia: sólo son una plaga para los Hombres Superiores”.

16“Nietzsche contra la democracia.” Nicolás González Varela.

17https://www.vice.com/es/article/3bmnnb/el-toro-de-la-vega-demuestra-lo-garrulos-que-somos-en-espana-907

18“La derrota de Dios” Heleno Saña.

19Apartado, maldito. Excomunión o sentencia mediante la cual se expulsa al hereje.

20Ideólogo de los Parques Nacionales estilo Yellowstone, esto es, fuera indígenas.

21 Forma bíblica para llamar a Roma, esto es, al Estado/Capital. Es curioso que ya hace miles de años tuvieran tan claras las cosas.

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