La insurrección anti-policial de San Bartolo Ameyalco

Demián Revart

El 21 de mayo del 2014 conocimos el descontento que desembocó en un episodio de violencia entre vecinos del pueblo de San Bartolo Ameyalco al surponiente de la Ciudad de México y elementos de la SSPDF. La razón; el intento de instalación de obras hidráulicas para la distribución del agua potable, que tanto afectarían a los obreros denominados ‘piperos’ de este pueblo originario como a la comunidad en general, pues en realidad esto representaba una estrategia delegacional para ocultar el hurto extractivista del agua del manantial milenario del lugar, para llevarla en bandeja de plata y con tubos de oro a la alta colonia de Santa Fe.

Es claro que ante el hurto de lo existente, debe nacer la guerra de clases. No obstante, esta nota no es para analizar la función proceso de cambio en la conciencia histórica de Ameyalco, sino, el nacimiento de la inherente colectivización de las decisiones que existe en las comunidades ante un territorio lleno de sangre, presos políticos y con la mass-media cuidando cada uno de los movimientos disidentes. El poder buscará aniquilar y criminalizar todo paso hacia la formación de una autonomía política en defensa del territorio y los recursos naturales.

Resultaría muy iluso pensar que esta revuelta fue un enorme triunfo, pues los objetivos de bloquear el proyecto de aguas no se lograron en su totalidad, sin embargo, la politización comenzó a recorrer cada una de las puertas del barrio. (1)

Entre las consecuencias del altercado, 60 policías fueron hospitalizados (¡bravo, ningún policía le sirve al pueblo!), 1 perdió la vida y 5 ciudadanos llegaron a las rejas del Reclusorio Oriente. Entre ellos, se encontraba Alberto Miguel Pérez Linares, herrero y padre de 38 años con tres pequeñas hijas. En el trayecto a su trabajo, una horda de granaderos lo pateó y le abrió la cabeza, fue subido a una patrulla y no se percataría en ese momento que pasaría en prisión casi un año de su vida. En toda agitación popular, los gobiernos toman medidas para desvirtuar los verdaderos intereses; el uso de las prisiones es una de sus estrategias.

Refugio Linares –la madre de Alberto Miguel- no habría conocido lo que es una asamblea sino hubiera sido por la organización de la comunidad y otras instancias independientes de Derechos Humanos que se dieron cita en el pueblo con diversos eventos de conciencia para lograr la libertad de los 5 presos políticos. (2)

La asamblea –ekklesia, para los griegos- ha sido la más eficiente forma organizativa en cualquier geografía y época histórica; el conjunto de éstas forma una federación y así, mediante el trabajo colectivo moldearía un verdadero gobierno desde abajo y construido por el proletariado. La palabra gobierno resulta ser un dolor de cabeza para muchos lectores (y para otros individuos “anárquicos”) pero es real que deba existir un órgano que decida y ejecute todos los servicios públicos cuando el Estado tradicional sea puesto en duda. En San Bartolo a través del “Grupo de Trabajo Permanente de SBA” se propusieron ciertas ideas por la construcción de democracia popular y vías no-electorales.

San Bartolo sigue en pie de lucha y con vigencia de retomar sus métodos asamblearios. La defensa de los recursos naturales no la harán los grupos ideológicos ni radicales: SERÁ TAREA DE LAS COMUNIDADES MISMAS.

¡¡¡VIVAN LOS PUEBLOS REBELDES!!!


(1) No es la primera vez que surge agitación en el pueblo. Las batallas de Ameyalco han sido principal- mente en tribunales y han logrado revertir dos decretos expropiatorios del agua, uno de 1976 y otro de 1991, pero no la autorización del cambio de uso de suelo de 1991 por lo que el crecimiento urbano ha absorbido en mayor medida a la comunidad rural.

(2) Los 5 ya han sido liberados incondicionalmente. Eduardo Mejía, el último de ellos, salió del Reclusorio Oriente el martes 21 de abril por la noche.

Publicado el 21 de Mayo de 2016 en:

http://rupturacolectiva.com/la-insurreccion-de-san-bartolo-ameyalco/

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