Disruptores endocrinos: la interferencia de Estados Unidos

Los EEUU no lo ocultan. En algunos casos, les gustaría escribir la ley europea en lugar de dejarle a Europa la tarea. Uno de los casos: los disruptores endocrinos (EDC), estos productos químicos que están presentes en nuestro entorno cotidiano y son capaces de secuestrar el sistema hormonal de los seres vivos. Desde 2009, la Comisión Europea (CE) ha estado trabajando en la cuestión de su regulación. El tema es muy sensible ya que esta regulación no tiene precedentes, imponiendo nuevos estándares para el resto del mundo. Todos los socios comerciales que deseen continuar exportando sus productos a la Unión Europea (UE), incluido EEUU, tendrán que cumplir con ellos.

En documentos altamente técnicos, el gobierno estadounidense expresa su posición con críticas sin reservas y peticiones que bordean la interferencia política. De particular interés es este texto , transmitido a la CE el 16 de enero de 2015 en el marco de una consulta sobre las diferentes opciones reguladoras previstas. Dice: «Si se proporcionara a la Comisión evidencia que respalde una opción que no esté entre las presentadas, ¿se considerará esto?» La pregunta es enrevesada, pero la implicación es clara: los EEUU no sólo proponen la reescritura de la ley, sino que ponen en tela de juicio el principio mismo del reglamento en lo que se refiere a los EDC.

El origen de la tensión es la regulación europea sobre plaguicidas de 2009 . Muy estricta, prevé la prohibición de los plaguicidas que tengan propiedades de disrupción endocrina. Este principio de «evaluación de peligrosidad» a priori antagoniza al gobierno de EEUU. «La implementación de cualquier opción de corte basada en la peligrosidad podría tener consecuencias graves para las importaciones de bienes agrícolas de los Estados Unidos.» Contrario a la voluntad política de Europa, el gobierno de EEUU pide un retorno a la filosofía tradicional de «evaluación del riesgo», que se lleva a cabo a posteriori.

Esta presión estadounidense sobre la UE comenzó en junio de 2013 en la reunión del Comité sobre Obstáculos Técnicos al Comercio de la Organización Mundial del Comercio (OMC). El representante de EEUU comparte las «preocupaciones» de su gobierno, pero también los de su industria, que temía «dislocaciones significativas e injustificadas en el comercio«. En los meses que siguieron, la preocupación estadounidense se extendió a otro comité de la OMC específicamente responsable de plaguicidas y alimentos. Los «ataques agresivos y bien orquestados» se registran en una nota interna de la CE de agosto de 2015 vista por Le Monde. Nadie puede estar equivocado, hay una amenaza de persecución.

Es en estos comités de la OMC donde se plantea la cuestión del incumplimiento de las «medidas sanitarias y fitosanitarias internacionales«, conocido como SPS. Un informe de marzo de 2016 dice que Canadá considera que la regulación «sólo sirvió para socavar el comercio internacional de productos agrícolas y violó el principio fundamental del Acuerdo SPS de la OMC, que era el de basar las medidas en las evaluaciones de riesgos científicos y no para su mantenimiento sin justificación científica«. De hecho, los EE.UU. han puesto a otros países de su parte: en el verano de 2016 la heterogenea alianza incluía a más de veinte países, entre ellos China, Togo y Jamaica.

Si la propuesta que causa tanta amargura fue adoptada en 2009, ¿por qué los EEUU esperaron hasta 2013 para quejarse de ello en el marco de la OMC? Porque 2013 fue, de hecho, un momento crucial en el proceso europeo de toma de decisiones sobre los EDC. A principios de 2013, la CE emprendió un camino muy diferente. Su Dirección General (DG) de Medio Ambiente, que era responsable de este asunto, acababa de proponer su opción. Basándose en la clasificación utilizada para las sustancias químicas carcinógenas, permitiría dividir las sustancias en dos categorías: EDC «sospechosos» o EDC «conocidos». Esta opción está respaldada por la comunidad científica, ONGs y algunos estados miembros, incluida Francia, mientras que la industria se opone violenta y abiertamente a ella. En junio de 2013 se llevó a cabo una campaña blitzkrieg por los lobbies.

Fué una carta de CropLife America, el lobby de la industria de plaguicidas de EEUU, lo que sugirió por primera vez a las autoridades estadounidenses que desafiaban la opción con la ayuda de normas de la OMC. «El Gobierno de los Estados Unidos debe defenderse utilizando la autoridad del Acuerdo SPS en el marco de la OMC si la UE persigue su nuevo régimen normativo propuesto… Sin un enfoque basado en la evaluación del riesgo«, escribió CropLife America el 10 de mayo de 2013 a la oficina del representante de comercio de EEUU. La carta agregó: «CLA está listo para proporcionar documentación de apoyo».

Sorprendentemente, la hostilidad de EEUU y sus aliados ha cambiado poco mientras que la posición de la CE ha cambiado radicalmente. La opción de la DG de Medio Ambiente, desde entonces relevada del asunto, fue enterrada en julio de 2013. La nueva propuesta de la CE, anunciada el 15 de junio de 2016 -a pesar de que se considera muy protectora de los intereses de las empresas- continúa sin satisfacer ni a la industria ni a los críticos en la OMC. Una delegación de embajadores ante la UE llegó a la oficina del Comisario Europeo de Salud en julio de 2016 para expresar su descontento. A finales de agosto, un último disparo de alerta se produjo a través de la OMC. Mientras que Canadá evocó un «impacto negativo, innecesario e injustificado en el comercio«, el gobierno de EEUU continuó desafiando la «solidez del enfoque de la UE«. Como «documentación de apoyo»: las cartas de varias organizaciones industriales, incluyendo a American Chemistry Council y CropLife America .

 

Traducción al español del artículo de Stéphane Horel Perturbateurs endocriniens : l’ingérence des Etats-Unis, publicado por Le Monde el 29 de Noviembre de 2016 y traducido al ingles por Health & Environment Alliance (HEAL). Es la tercera parte de una serie de tres artículos. La primera parte disponible AQUI, la segunda AQUI

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