El Papa proclama: «Un Estado debe ser laico». ¿Cuál es el truco?, pregunto

Y añade que los “Estados confesionales terminan mal” y el Islam tiene el derecho de imponer a las mujeres el velo y cualquier forma de vestir, de comer o de follar, según una entrevista realizada a una revista católica “La Croix”. Se puede ser más cínico, después de haber elaborado, la Iglesia y sus papas, Gelasio I, Gregorio VII, Bonifacio VIII, Pío II… la teoría de los “dos poderes o dos espadas” y puesto en  práctica de la alianza entre el Altar y el Trono durante dieciséis siglos.

La Iglesia existe por decisión de varios emperadores y monarquías y dictaduras. Desde el siglo V. empezando por Constantino y llegando hasta Franco.  En 1832, Gregorio XVI, excomulgaba  a Lamennais en la encíclica “Mirari vos,  por defender la separación entre la Iglesia y el Estado. Los Estados democráticos son laicos, gracias a las revoluciones político-religiosas, burguesas,  republicanas y proletarias de los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX no porque el papa acabe de descubrirlo.

Fue en ese contexto de consolidación de las revoluciones burguesas frente a las monarquías católicas cuando se produce, no el cambio de pensamiento, sino el reajuste estratégico que la Iglesia vio necesario hacer para, por vías democráticas, conquistar el Estado e imponer la doctrina, apoyándose en los propios parlamentos. Es lo que llamaron catolicismo político, posibilismo o “tesis e hipótesis”.

La teoría no había cambiado. Sigue siendo, hoy, la misma. La concepción de la existencia de dos sociedades: la religiosa y la civil. Sometida ésta, el Estado, el derecho, la comunidad política y la voluntad de los ciudadanos a la sociedad religiosa. Al clero. Puesto que se considera superior por su misión de salvar las almas. El objetivo es irrenunciable para el clero.

Hoy día han llegado un paso más allá. Aceptan, accidentalmente, la democracia y concentran la atención en la denuncia de la Declaración de Derechos humanos e individuales. Este es, hoy, el principal enemigo, como dirían los marxistas. En realidad esta estrategia de conquista del Estado es el reconocimiento de una derrota Pero, ¿cuál es el truco que se esconde detrás de esta pública y desesperada proclamación a favor de que todas las iglesias o religiones se independicen o separen del Estado?

Incluso invoca el derecho de resistencia a las leyes aprobadas en los parlamentos en la forma camuflada de “objeción de conciencia”. Cuando esas leyes ignoren o ataquen la doctrina y valores cristianos, como el divorcio, aborto, anticonceptivos, feminismo, lesbianismo, homosexualidad, libertades sexuales, libertad de conciencia, de pensamiento… ¿Cómo puede un papa, como cualquier musulmán, reivindicar el ejercicio de unos deberes religiosos contra las leyes de los Estados democráticos?, cuando esos mismos ciudadanos en democracia, son súbditos de los dioses cristianos y musulmanes en sus Estados teocráticos, porque carecen de derechos. De esta manera, ponen en evidencia que para las religiones los derechos son sus enemigos.

Y como muestra las recientes declaraciones del arzobispo Cañizares. Un personaje patológico que ni se acuesta con nadie ni se levanta con nadie. Triste, gris. Un zombi que cada vez que abre la boca emite un rebuzno antifeminista y homófobo porque el estado de felicidad es el sufrimiento. Sufre y serás feliz, es el lema identitario de la Iglesia Católica S.A.

Dice este obispo que si las leyes no oprimen a la mujer, maldecida por dios en la Biblia, y no persiguen a los homosexuales, condenados por dios en la Biblia, como se hizo durante la Dictadura franquista y la dictadura milenaria de la Inquisición, esas leyes soberanas deben ser rechazadas, incumplidas por los católicos. Y si no lo hacen no se van al cielo. Cañizares cumple las órdenes del papa y no se anda con gestos diplomáticos y falsos a la hora de exigir la imposición de la dictadura moral católica. Es coherente con su doctrina. Lo que no se entiende muy bien es cómo no se acusan al papa y al obispo del delito de rebelión contra la soberanía popular.

Lo cierto es que todos los funcionarios, jueces, ciudadanos y clero de cualquier creencia deben jurar la constitución como condición previa para poder disfrutar de los derechos y libertades que se proclaman en esa constitución. En caso contrario, las libertades proclamadas por ella misma serían utilizadas contra ella por todos sus enemigos anti-constitucionales que, como el papa, los católicos y los musulmanes, reclaman, en nombre de la libertad religiosa y de la proclamación de derechos, el derecho a no cumplir con los derechos y libertades constitucionales. Quien no jura la constitución ¿por qué tiene que disfrutar de los derechos y libertades que ella proclama y cuyo ejercicio protege?

Al papa hay que hacerle una pregunta, ¿existe en el Estado Vaticano la libertad de conciencia, de pensamiento, moral, de imprenta y de palabra, así como libertad religiosa y derecho de resistencia o ejercicio de la objeción de conciencia contra el papa o la doctrina cristiana? No, porque es un Estado teocrático totalitario en el que todos sus miembros son súbditos, porque carecen de derechos en nombre del celibato y del voto de obediencia al superior. ¿Qué entiende el papa por libertad?, cuando la reivindica fuera del Estado Vaticano contra los parlamentos y derechos humanos y la niega dentro de su propio Estado teocrático.

Paradójicamente, en la neolengua papal y doctrinal, la Iglesia propone un Estado laico indiferente ante la cuestión religiosa para poder atacar, demoler y liquidar la ideología democrática y laica que inspira la declaración de derechos del Título I de la Constitución. Porque la ideología cristiana es incompatible con las libertades. El gobierno de la Iglesia es teocrático. Es verdad que las constituciones establecen el derecho a conquistar el poder, pero también los límites del poder legal: los derechos y libertades individuales y la soberanía nacional. Este es el obstáculo que tratan de derribar, en asociación a la derecha política, el papa y el Islam.

Las consecuencias de estas exigencias serían la sustitución del Estado de derecho por un Estado feudal. La feudalización de Europa, en la que coexistirían tantas soberanías como religiones. Cuestionando la legalidad y legitimidad parlamentaria pues sus leyes, siempre que entren en conflicto con las doctrinas religiosas no deben ser cumplidas. Anulando el principio de igualdad ante la ley, ya que habrá tantas leyes como doctrinas religiosas. Los derechos humanos son su objetivo a destruir. Son incompatibles con la sumisión al clero.

Jurara la constitución. Los ciudadanos son libres porque juran la constitución.

Javier Fisac Seco

¡Haz clic para puntuar esta entrada!
(Votos: 0 Promedio: 0)

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio