El Papa y su particular visión de la libertad religiosa

El papa Benedicto XVI se reunió este lunes con los embajadores ante la Santa Sede con motivo del inicio de 2011, retomando el discurso sobre la libertad religiosa que ha marcado sus últimas intervenciones.

PapaSin embargo, la opinión sobre lo que es libertad religiosa para Ratzinger sigue siendo muy particular. El papa ha cargado contra los países que obligan a los jóvenes a estudiar educación sexual y ha criticado a los Estados que han eliminado los símbolos religiosos de la vida pública porque según él se limita la expresión de la fe de los creyentes católicos.

“Otra manifestación de marginación de la religión y, en particular, del cristianismo, consiste en desterrar de la vida pública fiestas y símbolos religiosos, por respeto a los que pertenecen a otras religiones o no creen. De esta manera, no sólo se limita el derecho de los creyentes a la expresión pública de su fe, sino que se cortan las raíces culturales que alimentan la identidad profunda y la cohesión social de muchas naciones”, dijo el pontífice.

Atentados y educación cívica

El papa ha proseguido su discurso avisando de que se produce “otra amenaza a la libertad religiosa de las familias en algunos países europeos, donde se ha impuesto la participación a cursos de educación sexual o cívica que transmiten una concepción de la persona y de la vida pretendidamente neutra, pero que en realidad reflejan una antropología contraria a la fe y a la justa razón”.

Respecto a estos dos temas, ha concluido que “todavía menos justificables son los intentos de oponer al derecho a la libertad religiosa unos derechos pretendidamente nuevos, promovidos activamente por ciertos sectores de la sociedad e incluidos en las legislaciones nacionales o en directivas internacionales, pero que no son, en realidad, más que la expresión de deseos egoístas que no encuentran fundamento en la auténtica naturaleza humana”.

De manera conciente, el papa ha equiparado estas situaciones sobre la libertad religiosa a “los atentados que han sembrado la muerte, el dolor y la angustia entre los cristianos de Irak y Egipto” o “la ley contra la blasfemia en Pakistán”.

Y no ha evitado dar un mensaje contradictorio al afirmar después que “el peso particular de una determinada religión en una nación jamás debería implicar la discriminación en la vida social de los ciudadanos que pertenecen a otra confesión o, peor aún, que se consienta la violencia contra ellos”.

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