Ateísmo, 2.500 años de lucha y persecución

Religión noCon motivo de la subvencionada visita del Papa Benedicto XVIII para las Jornadas Mundiales de la Juventud (Católica), líder de la secta a menudo fundamentalista y violenta conocida como Iglesia Católica-Apostólica Romana y líder del estado totalitario anclado en el Antiguo Régimen Ciudad del Vaticano, desde Emancipación queremos publicar un escrito sobre la historia de aquellos que a lo largo de las distintas épocas se han atrevido a alzar la voz en contra de la religión y que tan a menudo han sido perseguidos o incluso han llegado a pagar con sus vidas sus planteamientos.

Con este artículo no deseo atacar a nadie. Considero que la religión es una opción personal y respeto a aquellos que escogen esa opción. Sin embargo, el culto organizado y jerárquico ha sido ejecutor, como mostraré en este artículo, de muchísimas persecuciones hacia los que no compartían su doctrina. Y ahora, que tenemos que pagar entre todos los caprichos de una religión (de las miles que hay en el mundo y que, por cierto, todas dicen ser la verdadera), considero que un artículo como este es más necesario que nunca.

Se llamaba Diágoras, nacido en Melos en el 465 a.C, pensador sofista y primer ateo declarado de la historia de la humanidad, aunque es posible que antes de él haya habido muchos él es el primero, por desgracia no nos ha llegado ninguno de sus escritos.

Con Diágoras se inicia una importante batalla, la batalla de la razón contra la superstición y el engaño. Una lucha por negar las mentiras de una élite que basaba su poder en la ignorancia humana.

Y, nacido cinco años tras Diágoras, vino Demócrito, también griego, que tuvo la osadía de intentar explicar el mundo por medios meramente materiales, sin que explicaciones irracionales como Dioses o mitos interfirieran en ello.

Después vino Sócrates, el gran Sócrates, padre de la filosofía. Condenado a muerte por ingestión de cicuta de acusado de ser un atheos, de no adorar a los dioses oficiales de Atenas.

Otros pensadores griegos, como Teodoro de Cirenne, que negó la existencia de dioses, Évemero, que explicaba que los dioses eran tan solo antiguos gobernantes deificados por la tradición oral con el paso del tiempo, o Epicuro de Samos, que defendía la indiferencia frente a la existencia de dioses, fueron precursores de las posturas ateas.

Dios, dando una conferencia a la corte celestial.

Durante el periodo romano se consideró ateo a todo aquél acusado de insubordinación religiosa. Así, judíos y cristianos fueron acusados a menudo de ateísmo por negar a los dioses de la religión oficial del imperio, y perseguidos con la brutalidad y fanatismo que supone una religión al servicio de los poderosos.

El judaísmo fue y sigue siendo una de las religiones más intolerantes. Cualquiera que lo dude solo necesita echarle un vistazo a la Bliblia para encontrarse con la religión de un Dios racista, asesino e inmoral, que es capaz de exterminar a pueblos enteros por sus elegidos. La doctrina cristiana, que en un comienzo se muestra como una corriente en contra de ese judaísmo corrupto y al servicio de los poderosos, una religión de los pobres, es pronto hecha oficial por el emperador Constantino y reconvertida en una herramienta de control social. Las persecuciones se realizan ahora contra los que no se adscriben al cristianismo oficial: herejes, paganos y disidentes. Con la imposición del cristianismo y el neoplatonismo cualquier atisbo de pensamiento ateo acaba por ser reducido a la marginalidad en el Imperio.

Al caer el Imperio cae también gran parte de la cultura clásica. Sin embargo, la iglesia católica sobrevive, manteniendo su poder e influencias. Todos aquellos que no la siguen, paganos, herejes, infieles o ateos, son perseguidos duramente. Más aún a partir de la creación de la Santa Inquisición en el 1184, que masacró a los cátaros por rechazar ciertos puntos de la doctrina católica (como por ejemplo, el criticar la avaricia y apego a lo material por parte de la iglesia). La persecución a los cátaros dejó más de 20.000 muertos.

Aquellos que mantuvieron posturas en favor de la razón y en contra de la doctrina, ya fuera en el mundo cristiano o en el islámico, fueron tratados de herejes.

Sin embargo, la oscuridad cultural en la que Europa se sumió durante la edad media, y el férreo control que la iglesia ejercían sobre las mentes, hicieron que fueran pocos los verdaderos casos de ateísmo.

Divina comedia…

Es ya con el renacimiento y el retorno del pensamiento clásico cuando, insufladas por el humanismo, comienzan a surgir posturas contrarias a la doctrina de la iglesia.

Por publicar poemas satíricos contra el clero fue acusado de ateísmo y quemado en la hoguera el humanista Étienne Dolet en el 1546. También fue quemado el filósofo Giulio Cesare Vanini, por haber puesto en duda la inmortalidad del alma y haber sugerido que el hombre mantenía parentesco con el mono. Posturas que, aunque amparadas en la razón, iban en contra de la doctrina católica. No mucho después, el polaco Kazimierz Łyszczyński, publicó una obra en la que ponía en duda la existencia de Dios, siendo acusado de ateísmo y ejecutado, pero antes su lengua fue arrancada y sus manos, quemadas. Más conocido es el caso de Galileo Galilei, perseguido por la inquisición romana por negar «verdades» religiosas, al demostrar, gracias a la ciencia, que la tierra giraba alrededor del Sol y no al revés. El filósofo Spinoza fue también censurado multitud de veces por igualar a Dios a la naturaleza.

Durante este periodo, los pensadores procuraban evitar ser considerados ateos, pues tal declaración suponía por lo general la muerte, tal era la persecución que ejercían los «santos» tribunales.

Sin embargo, a partir de mediados del siglo XVIII, con la llegada de la ilustración, comienza una revolución en las mentes de algunos pensadores que los lleva a separarse cada vez más de las concepciones impuestas por la religión. Holbach fue el primero en atreverse a declarar su ateísmo. Publicó, bajo seudónimo, Système de la Nature, donde explicaba un universo sin Dios ni almas. Dicho libro fue incluido en la lista de libros prohibidos de la iglesia.

Y es que el desarrollo de la razón topaba con la iglesia, fundamentada en la ignorancia y la superstición. Con la revolución francesa las ideas ateas comienzan a expandirse. El poeta Percy Bysshe, influenciado en buena parte por su suegro, el anarquista William Godwin, escribió su panfleto La necesidad del ateísmo, por el que fue expulsado de la universidad de Oxford en 1811.

Con Feuerbach el pensamiento ateo se vio reforzado. Defendió que, al contrario de como defendía la religión, fue el hombre el que creo a Dios a su imagen y semejanza o, mejor dicho, a imagen y semejanza de sus sueños y aspiraciones. Siendo la religión un elemento que alienaba a las personas, alejándolas de la realidad.

Esto influyó en Marx, Engels y Bakunin, que vieron como las clases dirigentes habían utilizado en cada época la religión como un elemento de control de masas, un, en palabras de Marx «Opio para el pueblo».

Y llegó Nietzsche, y con Nietzsche la muerte de Dios. Fue él quien puso en relieve lo que la religión, lo que la creencia en un dios suponía realmente: El culto a la muerte y la persecución de falsos valores que mantengan a la gente atada a ese culto a la muerte (O, lo que es lo mismo, a una falsa vida después de la muerte). En lugar del culto a la vida y la creación de valores que la ensalcen.

Las posturas ateas fueron perseguidas a lo largo del siglo XX. Durante y tras la guerra civil española el bando franquista, apoyado por las élites religiosas, ejerció una concienciuda y salvaje persecución del ateísmo, habiendo numerosos casos de ejecuciones, tras la victoria franquista y durante la dictadura, una fuerte censura. De igual modo, durante la guerra fría, ser ateo en EEUU era motivo suficiente para ser acusado de comunismo y ser considerado como anti-patriótico y enemigo de la nación. Esta postura sigue siendo hoy en día bastante habitual, no hace muchos años G. W. Bush Jr. afirmó que un ateo no podía ser un buen patriota.

Cetro de oro, y en África, hambre.

Hoy en día, tras 2.500 años de lucha por la razón y contra la superstición, declararse ateo sigue siendo algo comprometido (o incluso un suicidio) en países donde la religión tiene un especial poder. Posturas, como la religión, que no pueden sostenerse en la razón y que deberían ser meras opciones personales, son defendidas a menudo mediante la violencia y pretenden imponerse mediante muy variados medios.

Dejo, como recomendación amistosa, para todo lector cristiano que se aventure a leer este artículo, un trabajo realizado por la web Diosesimaginario.com, con 50 pruebas de la no existencia de Dios, que a buen seguro le harán reflexionar: http://www.diosesimaginario.com/index.php/50-pruebas/

También me gustaría recomendar el escrito «Las 12 pruebas de la inexistencia de Dios», escrito por Sébastien Faure.

Ahora, y siempre: ni Dios, ni amo.

Nemo
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