El machismo no sólo pisotea a las mujeres

transEl primer paso para acabar con algo es decir «aquí estoy, existo». La visibilización de todxs lxs que sufrimos el peso del heteropatriarcado nos permitirá crear vínculos inquebrantables, ser más fuertes y ganar coraje para combatir este sistema opresor y criminal.

Haber nacido con pene y testículos no otorga a nadie ningún tipo de privilegios sociales, y que nos lo digan a las maricas o a lxs trans, más conocidxs como lxs rompepatrias y enemigxs del orden público. Lo que crea la desigualdad de oportunidades y derechos entre individuxs son los roles de género, es decir,  construcciones sociales que reúnen normas, comportamientos y maneras de interactuar con otrxs generalmente percibidas como apropiadas para hombres y mujeres. Embebiéndose de esa casposa y católica interpretación antropocentrista del mundo, que defiende al hombre, blanco, occidental, heterosexual, capitalista, esbelto y apuesto también… como cúspide de una pirámide apoyada en la discriminación, este sistema heteropatriarcal ha asignado a lo largo de toda la Historia la supremacía social a lo masculino por encima de lo femenino y de lo «no-femenino». Y con «no-femenino» hablo de todos los colectivos que también sufrimos murginación, exclusión, violencia, acoso y vejaciones a diario sin necesidad de ser mujeres. El machismo ataca contra todx lx que no es macho ni viril, contra lxs que no compartimos esas excepcionales características que mencioné antes (blanco, occidental, etc). ¿No es curioso que el típico machirulo también suela presumir de transfobia, homofobia, racismo y/o clacismo? Este tipo de conductas están totalmente justificadas por el bagaje cultural que arrastra el binarismo del género, y también por un sistema al que le interesa instituir normas de exclusión entre lOs que han logrado construirse como hombres (y se salvan) y lxs que no hemos querido pasar por ese aro ni por la fuerza.

Entonces, si entendemos que la mirilla machista apunta a todxs lxs que no somos genéricamente masculinos ¿qué tipo de movimiento social se alzaría como enemigo de este cruel verdugo? El feminismo clásico que conocemos se queda algo corto en el sentido que centra su lucha en la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, pero ¿qué ocurre con lxs que no pertenecemos (ni queremos) a ninguna de esas dos categorías? ¡Las maricas, trans, bis, negrxs, intersexuales, bolleras, andróginas, gordxs, pobres también queremos acabar con la discriminación y violencia machistas!

El transfeminismo, una corriente ideológica relativamente reciente, surgió como medio de visualizar una realidad habitada por una gran diversidad de sujetos incapaces de ceñirnos en las categorías clásicas y hegemónicas de hombre o mujer. Así nacieron las primeras voces de quienes no se adaptan (ni lo pretenden) a la norma. «La apuesta central del transfeminismo nos recuerda que es imposible reducir esta multiplicidad a una única categoría ‘mujer’«, dicen Silvia L. Gil y Amaya P. Orozco, activistas feministas. Por lo tanto, muchxs apostamos por este nuevo movimiento enemigo del heteropatriarcado que nos incluye a todxs (siendo mujeres o no), que nos visibiliza, que nos otorga voz y valentía frente a este sistema machista y criminal que ansiamos romper a golpes.

Dejemos atrás la idea de que haber nacido con algo que te cuelga te hace ‘hombre’ (con todos los privilegios que conlleva), porque no hay creencia más lejana a la realidad. Nuestros genitales no crean diferencias más allá del cuerpo y tampoco provocan jerarquías socio-culturales, el género sí.

Dani Curbelo (@Danmarcur)
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