Desde hace muchos años los grupos de mujeres vienen analizando y denunciando en diversas instancias y por diversos medios la violencia de género, cuestión banalizada por algunos supuestos comunicadores sociales, que por cierto la ejercen, descalificando a sus colegas o de otras formas.
La violencia contra las mujeres se expresas de distintos modos que van desde las presiones psicológicas hasta la violencia explícita y los feminicidios que llenan las crónicas policiales.
Lugares de trabajo donde aparece el acoso sexual y diversas presiones, hasta el ninguneo liso y llano o la postergación por cuestiones de género, estigmatizando al femenino por el solo hecho de serlo.
Todo lo anterior no es retórica, sino un sucinto racconto de calamidades que persisten y van cobrando visibilidad.
Ahora se tiene que ver lo que no se quiere ver y se oculta o se distorsiona.
Este hecho social, el feminicidio, atraviesa las diversas clases sociales y es el síntoma de otras injusticias y atrocidades que en la sociedad que todo lo cosifica ocurren cotidianamente.
No es posible que la indiferencia y silencio continúen encubriendo el maltrato, las humillaciones y un perverso fenómeno que quizás no está en expansión pero persiste y esto implica el sufrimiento y el escarnio para aquellas a las que Luis Vitale denominó la mitad invisible de la historia.
Debemos tomar conciencia de lo aberrante de la violencia de género y esto implica entre otras cosas ponerla en el debate público en todos ámbitos de trabajo, de estudio y de convivencia de personas.
Carlos A. Solero Miembro APDH- Rosario A través de Anarqlat