La angustiosa normalidad de la guerra

La acción militar es de importancia vital para un país; constituye la base de la vida y de la muerte, el camino de la supervivencia y de la aniquilación; por ello es indispensable examinarla” -Sun Tzu, El arte de la guerra

El mundo está en guerra. Quizás sea perciba como una guerra de baja intensidad desde donde nos encontramos, Madrid la capital del Reino, pero no por ello deja de ser menos real y dejamos de estar menos afectados e involucrados de una manera u otra. Los conflictos armados se suceden a lo largo y ancho de los continentes europeo, africano y asiático, siendo nosotros meros espectadores de desgracias ajenas las cuales pareciera que debemos aceptar sin mayor resignación. La complejidad de la geopolítica, las alianzas entre Estados y las políticas militaristas de nuestros gobiernos se alejan mucho de la política del día a día que practicamos quienes participamos en alguna organización política, social o en alguno de los movimientos sociales que afloran por aquí; son datos, estrategias y hechos que se nos escapan de las manos. Pero el caso es que la guerra en Europa vuelve a ser una realidad, y siguen siendo las poblaciones civiles quienes más mueren y sufren en todos los conflictos, es por ello que es nuestro deber denunciar y conocer las guerras que se suceden a nuestro alrededor, además de entender cómo se desarrollan los acontecimientos en la política de las altas esferas, observando como poco a poco quienes antaño fueron potencias se pueden resquebrajar, y porque no, aprovechar los momentos de tensión y debilidad de nuestros Estados para abrir la brecha de la ruptura transformadora. Es decir, conocer todas las áreas de la realidad que nos rodea para estar preparados para el momento que nos toque tomar el cielo por asalto. Teniendo siempre clara la consigna “ni guerra entre pueblos, ni paz entre clases”. La mejor forma de derrotar a un enemigo es conocerlo, y conocerlo significa conocer sus puntos débiles, y los tiempos de tensión política pueden ser aprovechados para iniciar movimientos de resistencia, en este caso a las guerras y a la colaboración con Estados asesinos.

Por ello queremos mostrar pinceladas de algunos de los conflictos que asolan el planeta, no solo los más cercanos y mediáticos, cómo se desarrollan y algunas de las estrategias que se han tomado y se pueden tomar como medidas de solidaridad activa con los pueblos que sufren la crueldad de la guerra.

Europa en guerra

La guerra vuelve al viejo continente. Cuando nos hacían creer que la Segunda Guerra Mundial y la posterior recuperación y pacificación del territorio ponía fin a los conflictos armados por estos lares, llegó la guerra de los Balcanes y ahora vuelve al este del continente. Una guerra que no se sabe muy bien cuando ha empezado, pero que está claro que está desarrollándose. La complejidad del asunto requeriría de un “Todo Por Hacer” monográfico. El cruce de acusaciones, los intereses de una parte sobre la otra y la guerra informativa dirigida a través de los grandes medios de comunicación, tanto de un bando como del otro, hacen muy difícil tener una posición y un conocimiento amplio del tema. Lo que está claro es que todo comenzó con la llamada revuelta del Maidan, una acampada surgida a raíz de la negativa del anterior gobierno del expresidente Yanukovich a firmar un tratado de colaboración con la Unión Europea, que tras semanas de enfrentamientos derivó en un golpe de Estado capitaneado por la oligarquía pro-Unión Europea, con las bandas nazi-fascistas como fuerza de choque. Este golpe se consagró a través de unas elecciones y la formación de la Junta de Kiev, el gobierno “oficial” de Ucrania, compuesto por los mentados oligarcas y elementos fascistas del partido Svodoba, gobierno reconocido por la UE, EEUU y sus aliados/as. Con ello, las regiones rusófonas del este se levantaron, temiendo la represión y la limpieza étnica derivada del marcado nacionalismo ucraniano del nuevo ejecutivo. Estas regiones se erigieron en las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, buscando en un primer momento una anexión a Rusia similar a la que realizó anteriormente la península de Crimea. Numerosas milicias armadas se fueron formando en esta zona, compuestas mayoritariamente por voluntarios/as, entre los/as que se encuentran una amalgama de nostálgicos/as soviéticos, militares de mil guerras de origen ruso, algunos/as antifascistas, nacionalistas y derechistas rusos/as… Todo ello, con Rusia apoyando a través del envío de cuadros técnico-militares. Frente a ellos/as, el ejército de la Junta de Kiev, compuesto en gran medida por mercenarios a sueldo, los restos del antiguo ejército ucraniano y las bandas nazi-fascistas de Svodoba y Pravi Sektor(Sector derecho, de tendencia Nacional Revolucionaria). Además, la Junta está imponiendo la militarización de la sociedad a través de la incorporación obligatoria al ejército, lo que está provocando protestas, deserciones e insumisiones en su territorio. Un conflicto en el que entran en contraposición los intereses de la UE, los Estados Unidos y Rusia. El resultado, cientos de miles de civiles desplazados en medio de la disputa territorial de dos mundos que chocan en el este ucraniano.

Palestina, el conflicto sin fin

Ya hemos escrito en anteriores ocasiones del conflicto palestino-israelí y la situación de apartheid que vive la población gazatí en la franja de Gaza, por lo que no nos extenderemos. Hace pocos días se ha firmado un alto al fuego permanente, con algunas concesiones positivas para el pueblo palestino, con una leve apertura de las fronteras y el levantamiento parcial del bloqueo económico al que están sometidos. En el último mes han muerto más de 1800 palestinos/as, la mayoría civiles y alrededor de 215.000 han huido de sus hogares. Con todo ello, la población tiene la monumental tarea de reconstruir lo que antaño fue su hogar, hoy destruido por los bombardeos. Pero la terrible pregunta que todos/as nos hacemos es ¿Hasta cuando durará esta falsa paz?

África, la eterna olvidada

El continente africano sigue asolado por las guerras y el expolio de sus recursos, pero sobre todo, sigue olvidado de la opinión pública y de los grandes medios, excepto cuando unos/as pocos/as tratan de entrar a europa jugándose la vida o caundo debido a las pésimas condiciones de salubridad se producen brotes de enfermedades como el ébola. Aunque la malaria y el sida sean el día a día de la muerte de miles de personas en distintas regiones del continente. Parece que solo cuando algo se acerca a Europa parece importar.

En Sudan del Sur, sólo en diciembre de 2013 murieron 10.000 personas en un intento de golpe de Estado y huyeron otras 380.000, y alrededor de 3,2 millones necesitan asistencia humanitaria. También desde diciembre, en República Centroafricana, miles de personas han muerto, 4,6 millones de personas dependen de la ayuda externa para sobrevivir y 685.000 han sido forzadas a desplazarse debido a la violencia. Los enfrentamientos se producen entre una milicia cristiana llamada Antibalaka enfrentada a los insurgentes Séléka.

Somalia, el eterno Estado fallido, vive en estado de guerra desde 1991, hoy dominan gran parte de su territorio los islamistas de Al Shabab, ligados a Al Qaeda, que luchan por la instauración del Estado Islámico bajo la ley de la Sharia. En Mali, el Gobierno y seis grupos armados, entre los que se encuentran los/as tuareg a través del Movimiento de Liberación Nacional del Azawad de carácter laico, varios grupos islamistas y el gobierno Francés que intervino militarmente en la zona, se disputan el poder. Lo cual ha provocado más de 130.000 refugiados/as.

Libia vive en un estado de tensión militar constante desde la última guerra en 2011 y el derrocamiento de Gadaffi. Las milicias islamistas poco a poco van tomando mayores extensiones de territorio y puntos estratégicos, llegando su crueldad al extremo de realizar decapitaciones públicas en campos de fútbol.

Oriente medio, yihad y resistencias

Oriente medio es un hervidero de conflictos y contraposición de intereses. Principalmente de carácter petrolero, nacionales y religiosos, hay tenemos desde la última guerra del golfo que llevaron a cabo EEUU, Reino Unido y España contra el Iraq de Sadam Hussein, la invasión y ocupación de Afganistan, pasando por las primaveras árabes, la guerra en Siria o la proclamación del Estado Islámico, el califato del siglo XXI. Y mientras, Arabia Saudí y Qatar de espectadores privilegiados, apoyando y financiando los desmadres de sus aliados/as del Estado Islámico; y otros/as como los/as kurdos/as resistiendo.

El terror que está produciendo el Estado Islámico (EI) a través de matanzas de toda persona que no se convierta a su islam han hecho saltar las alarmas de todo el mundo occidental, más aún cuando se sabe que un buen numero de europeos/as inmigrantes de segunda generación están engrosando las filas de la yihad a través del EI. Por ello Siria ha dejado de ser un objetivo primordial para pasar a tenso aliado en la lucha contra el islamismo radical; al igual los/as kurdos/as, tanto la facción pro-occidental representada por el gobierno kurdo-iraquí (peshmergas), como los revolucionarios adscritos al Confederalismo Democrático. Entre éstos últimos destaca el PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistan), que curiosamente está catalogado como organización terrorista por los EEUU y la UE, y que han pasado a ser la fuerza de choque principal contra el avance islamista.

Mención especial requiere la resistencia kurda revolucionaria, quienes sin el apoyo de la comunidad internacional, y con el constante hostigamiento del Estado Turco, han sido los/as primeros/as en hacer frente al EI de manera decidida y con victorias. Fueron los/as primeros/as en prestar ayuda a la comunidad Yazidi, una cultura/religión milenaria la cual estaba siendo exterminada por el EI a medida que se iba extendiendo. Y con todo esto, a demás de la guerra están haciendo su propia revolución social, implantando su programa de Confederalismo Democrático en los territorios que va liberando, una organización social de abajo a arriba, de democracia directa y participación masiva, poniendo además un gran énfasis en el papel de la mujer como sujeto revolucionario, algo inimaginable en la mayoría de los países que les rodean, donde ésta queda relegada a un segundo plano en la vida pública, además de toda la violencia que sufren por parte de los modelos patriarcales y religiosos imperantes.

Luchar contra la guerra

Como vemos el mundo está patas arriba y parecen tantos los factores y actores relevantes que nuestras posibilidades de intervenir son escasas. Pero siempre hay lugar para la resistencia. Tenemos ejemplos a lo largo de la historia en todas las guerras, y lo más importante, tenemos ejemplos recientes que podemos reproducir en nuestro día a día. Quizás una de las campañas más potentes e importantes sea el BDS (Boicot, sanciones y desinversiones) contra los productos israelíes, una manera de combatir el apartheid a través de la no colaboración con todo los productos de consumo que procedan de allá, además de la no colaboración con sus instituciones académicas, políticas y/o culturales. También podemos mencionar como ejemplo, la ocupación en Birmingham de una fábrica de motores para aviones, propiedad de Elbit Systems, la mayor empresa militar israelí y el mayor productor de drones, aviones no tripulados ampliamente usados en la última ofensiva frente a Gaza. Otras acciones sonadas son los cortes de carreteras realizados por los/as activistas, israelís y palestinos/as, del coelctivo Anarquistas Contra el Muro, simulando en el propio Israel cómo la circulación de personas en Gaza se ve imposibilitada por el famoso muro de la vergüenza.

Una campaña muy inspirativa, ya que evidencia de manera bastante clara y eficaz la relación entre empresas aparentemente civiles y el ejército, es la campaña contra DHL nacida en 2008. DHL es una empresa fundada en Estados Unidos en los años 70 pero que fue comprada por el servicio de correos alemán en 2002, y que desde 2003 se encargaba de la gestión de la logística ligera y del correo del ejército alemán, principalmente en Afganistán. La campaña, llamada «Resistencia integral», rebautizó a DHL (que es la sigla de los apellidos de sus fundadores) con el nombre de «Deutsche Heeres Logistik» (Logística del ejército alemán) y se basó en la modificación de la propaganda de la empresa –por ejemplo, mediante carteles que mostraban a la empresa como parte del ejército–, acciones contra las oficinas, colores de camuflaje pintados sobre los buzones e incendios contra vehículos de la empresa. La campaña se intensificó cuando la empresa estaba a punto de recibir la concesión para realizar toda la logística del ejército. Al parecer, las pérdidas relacionadas con los incendios contra las furgonetas fueron tan elevadas que la empresa renunció al concurso*.

En definitiva, las movilizaciones, y las acciones directas en forma de boikots o sabotajes, son prácticas al alcance de nuestras posibilidades, buscando bien, siempre encontraremos los intereses económicos de aquellos que hacen y provocan las guerras cerca de nuestras localidades.

*Extraído del artículo que recomendamos “La guerra permanente”, de la publicación libertaria Ekintza Zuzena n39. Otro artículo muy recomendable para comprender mejor la situación en Oriente Medio es “Desentrañando el Gran Juego. Análisis de la situación actual de Oriente Medio” de @BlackSpartak y publicado en www.alasbarricadas.org/noticias/node/32199

Fuente: http://www.todoporhacer.org/la-angustiosa-normalidad-de-la-guerra
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