La belleza como mercancía: el cuerpo como espectáculo

[y algunos apuntes sobre Algunos materiales para una teoría de una Jovencita]

BellezaCon el nacimiento y auge de las sociedades industriales no fueron pocos los artistas que denunciaron este nuevo mundo como el mundo de la fealdad. El Arte (con mayúsculas), la belleza, durante siglos había tenido un carácter aristocrático y la creación de belleza se limitaba a la copia de la naturaleza entendida como creación divina.

Obviamente, el desplazamiento de las clases dominantes anteriores y la consolidación de la burguesía como nueva clase hegemónica traerá consigo una nueva serie de ideas sobre el arte y la belleza que dejará en un segundo plano social muchas de las expresiones artísticas anteriores. Se acaba de configurar el artista como Genio creador, el artista como dios que tiene libertad para crear tanto el bien como el mal con tal de que sea nuevo, de huir del tedio sin necesidad de vinculación ética con el mundo. Lo bello, que a menudo ha tratado de plasmarse en objeto (artístico), gracias a la cosmovisión de esa nueva clase dominante, cobra una nueva dimensión: cada vez con más fuerza lo artístico está más unido a un posible beneficio económico. Aunque de forma simplificadora, creemos que nuestro argumento no es erróneo cuando nos enseña el arraigo que cobró este nuevo modo funcional y mercantilista de entender el arte. Un ejemplo: la novela. Hasta el siglo XIX, la creación novelesca había ocupado un plano menor en relación a otros géneros literarios. En este periodo se produjo la explosión novelesca que abrió el camino a un negocio artístico que hoy todos o casi todos conocemos.

Este camino que ha llevado al arte hasta el mundo del intercambio comercial, es decir, de la mercancía, también ha sido recorrido en la dirección opuesta: la mercancía como arte. En este sentido, la mercancía en su trayectoria histórica en las sociedades industrializadas ha tratado de apoderarse de la belleza para hacer de ella un nuevo reclamo que revalorice su valor de uso en cuanto elemento de valor “metafísico”, suprasensible. Es decir, si a un calcetín le añadimos junto a los valores funcionales de calidez, comodidad, resistencia, el valor “belleza” (capaz de otorgar placer por su contemplación) habremos conseguido un cuarto elemento valor de uso que, eso sí, tiene la cualidad de poder llegar hasta cualquier tipo de mercancía.

La tecnología y el “desarrollo” del capitalismo ha logrado llevar este elemento hasta límites seguramente insospechados hace décadas al convertir ese valor abstracto, la belleza, en elemento angular de toda la mercancía pues melocotones, camisetas, coches, sartenes, macetas, impresoras, etc. utilizarán la belleza (que muchos llamarán diseño) para incrementar su capacidad de generar beneficio, plusvalía. Cuestan más caros porque son bonitos, son bonitos porque se ha creado un canon en base al cual son bonitos, la seguridad de que entran en ese canon es que son caros: llegamos a la cuadratura del círculo.

Así la belleza se convierte en objeto de deseo en varias vertientes: por un lado, convertida la belleza en parte fundamental de la mercancía, comprable y vendible, ya podemos lograr su posesión con el objetivo de lograr no sólo su acumulación, sino su apropiación, es decir, conseguir resultar bello, atrayente por poseer la belleza comprada y acumulada ; por otro lado, ser considerado bello se ha convertido en algo que nadie puede dejar de desear del todo pues la generalización de la idea de que la belleza es un elemento capaz de revalorizarlo todo ha llegado a todos los rincones de la sociedad capitalista llegando a ser una pieza clave de las relaciones humanas.

Esta lectura de la relación entre mercancía y belleza pretende ser la otra cara de la moneda de un libro sorprendente y contundente, Primeros materiales para una teoría de la Jovencita, que nos describe al individuo (hombre/mujer) “perfeccionado” de nuestro mundo, la Jovencita:

Entre la Jovencita y el mundo hay un escaparate. Nada toca a la Jovencita y la Jovencita no toca nada.

Desde los ojos de la Jovencita es el Espectáculo el que nos mira

El culo de la Jovencita es una aldea global

La Jovencita es la anécdota del mundo y la dominación del mundo de la anécdota.

La Jovencita desea a la Jovencita. La Jovencita es el ideal de la Jovencita.

Esta obra (Tiqqun, Primeros materiales para la teoría de una Jovencita, Acuarela & A. Machado, Madrid, 2012) sin autor conocido que acumule diplomillas intelectuales nos lleva de paseo por la sociedad del espectáculo de la mano de la Jovencita, individuo/a que pulula a nuestro alrededor y que es capaz, sin que nos demos cuenta, de apoderarse de nosotros sumergiéndonos en la mercantilización del ser humano que el capitalismo ha logrado con éxito pasmoso. Con una estructura formal deshilvanada, hecha a retazos como aforismos o epigramas construidos con diferentes tipografías nos agita, eso sí, con una retórica algo excesiva (y algo marxistoide por momentos) no pensada para no iniciados. Una lectura recomendada.

Contra la vida y el cuerpo como mercancía. Por la anarquía.

http://www.grupoheliogabalo.org/la-belleza-como-mercancia-el-cuerpo-como-espectaculo/

http://www.grupoheliogabalo.org/

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